El cineasta Hubert Sauper (Austria, 1966) tiene una reconocida trayectoria gracias a documentales con una fuerte carga política y social, como “Darwin’s Nightmare” (2004) que fue nominada al Oscar y ganó el César a la mejor ópera prima, “We Come as Friends” (2014) que fue premiada en el festival de Berlín, y su más reciente trabajo “Epicentro” (2020) que ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance.
“Epicentro” formó parte de la sección Al Este Especial en el Festival Al Este 2020. Conversamos con su director sobre este fascinante documental que explora un siglo de intervencionismo y creación de mitos junto con la gente de La Habana, particularmente sus niños, para interrogar al tiempo, al imperialismo y al cine.
Hubert, su película explora el papel fundamental del cine en la creación de mitos y la narración de una historia “oficial”. ¿Esta exploración sobre la naturaleza del cine es lo que lo llevó a Cuba? ¿O se dio al revés, y fue en Cuba donde se encontró con esta idea sobre el cine como un vehículo de colonización?
De hecho, la idea de “Epicentro” fue la de buscar la psicología enferma del Imperialismo, y también las narraciones tradicionales de los europeos del Nuevo Mundo. En la búsqueda de este tema encontré que muchos de estos caminos van hasta La Habana, como el epicentro del colonialismo español, la esclavitud y el epicentro de las Américas. Al principio de este proyecto, no pensamos necesariamente en Cuba como lugar para hacer “Epicentro”. Pero también este es un documental sobre La Habana de hoy. Yo no prefiero verlo como que se basa solo en Cuba, sino en muchas otras cosas.
En general, la película trata de explorar distintas ideas y puntos de vista, sobre la naturaleza del cine y las imágenes, sobre la historia cubana, sobre el colonialismo, sobre el socialismo, etc., y salta de una a otra. ¿Hubo un hilo central que quiso seguir con su película? ¿O solo dejó que las distintas ramas se vayan abriendo?
Los temas que hago en cada película, como el colonialismo, neocolonialismo o la globalización y las mentiras del mundo globalizado, son tan complejos que uno puede contarlos típicamente con personas como autoridades, especialistas, profesores de universidad. Pero esa es una manera que no me interesa. Mis películas son conceptuales al principio, y después busco maneras y caminos en la vida real, a través de niños o de personas marginales, etc. Hay muchos temas que están interconectados, ya que es la historia de nuestro tiempo, de geopolítica muy compleja. Entonces, una manera de contarlo es compleja pero también simple y poco sofisticada. Todos saben que la esclavitud fue algo inhumano, pero si un niño de 10 años lo cuenta es mucho más fuerte. Yo como europeo intelectual, si me lo dice un político no le hago caso, pero si es una niña, es diferente.
A propósito, las dos niñas protagonistas son de lo mejor del film, transmiten pura belleza y una claridad de mente notable para su corta edad. ¿Cómo las encontró? ¿Y cómo fue el trabajo de filmación y seguimiento con ellas? ¿Fue complicado moverse por la ciudad?
Por ejemplo, cuando encuentro por primera vez las imágenes de las ejecuciones de los españoles contra los cubanos hace 120 años, yo lo entendí como un documento verdadero. Entonces yo mismo fui engañado por estas imágenes. Quise compartir esta experiencia de ser engañado con los niños, y compartir la situación de esta experiencia con usted, con el espectador. El encuentro mismo con estos seres es una experiencia, son muy diferentes de mí, un europeo educado… Quiero vivir algo extraordinario y hacer una traducción en forma de cine de este pedazo de vida. Lo que pasa con una peli bastante conceptual es que de hecho pasan muchas cosas que uno no espera. No esperaba que la niña me pidiera mi teléfono, y que vea a Charles Chaplin saliendo de mi teléfono. Estaba encantado de filmar eso, de cómo la niña entiende y siente con su corazón. Era la primera vez que tenía un iPhone en sus manos y tenía el poder de hacer un pedazo de película. Al mismo tiempo hago mucha investigación, escritura, conceptualización y también en el mismo rodaje pasan cosas nuevas. Más de lo que uno puede escribir.
Inicialmente en el documental, se presenta al cine como un acto de magia, como una atracción que encandila sobre todo a los más pequeños, a través de imágenes de filmes de Charles Chaplin. Y en la parte final vemos a Oona Chaplin, su nieta. ¿Cómo se dio la participación de ella en la película? Su relación con las niñas es especialmente destacable.
Oona pasó parte de su infancia en Cuba, porque su papá era un chileno refugiado de la dictadura de Pinochet. Ella es una amiga y hermana de mucho tiempo. La llamé a Los Angeles y por WhatsApp le envié pedazos de la película con los niños y se enamoró de ellos. Le dije “Ven y hacemos cosas juntos”. Pasó unas semanas con ellos y conmigo. El primer encuentro fue en esta escena de pelea, cuando está jugando a ser la mamá. Como 15 minutos después se encontraron ambas. Pensábamos qué íbamos a hacer cuando se encontraran, quizás tomar café. Yo estaba listo con la cámara para documentar el momento que pasó a través de mí, ya que yo las presenté. Esta escena, más que eso, fue una escena de acción en la vida, algo que pasa en el momento, direct cinema.
¿Cómo fue el proceso de edición? Se sabe que los documentales, en especial, suelen crearse realmente en la mesa de edición.
Uno dice que una peli se escribe cuatro veces: Una sobre el papel, otra vez con la cámara, otra con la edición y la última con la experiencia del espectador. El montaje es súper importante. Para mí no hay un período de grabación y otro de montaje, están interconectados. En la escena de la hamaca, después de un día de grabación, pasaron dos noches de pre montaje. Entonces este rough cut se lo presenté a mi amigo Yves Deschamps, mi jefe de montaje, un señor de 70 y pico de años, que fue también editor de Orson Welles. Es una ironía. Yves es un genio de la construcción de la vista larga y la narrativa. Típicamente yo montaba las escenas, y él era como el jefe de orquesta. Por ejemplo la figura del hombre sobre el globo al inicio del film que dice “nosotros los cubanos estamos listos para la batalla”. La idea era que sea un personaje, pero Yves dijo que empecemos con él y pasemos a otra cosa. Fue su idea, no la mía, pero me gustó su pensamiento.
Por otro lado, ¿qué reflexiones le deja esta extraña temporada que venimos viviendo a causa de la pandemia? Muchos pensamos que de esto deberían salir muchas películas, muchos documentales. ¿Cree que un evento como este también transformará al cine tal como lo conocíamos?
No sabemos qué va a pasar. El cine es el concepto de la experiencia conjunta. Los hermanos Lumière no inventaron el proyector, se inventó ese concepto de comunión entre personas. Puede que este sea el final de una época, no lo sé. Con la pandemia la civilización se mueve por un individualismo. Es algo nuevo, preocupante…
Por último, ¿qué proyectos para el cine tiene a continuación?
Estoy escribiendo, pero no hablo del proyecto todavía. Estoy en un ranchito en Francia, tranquilo, con huerto, granja, no tengo ningún problema. Es que París es cada vez menos interesante, todo el charm de Paris ya no existe más por la pandemia, todo está parado.
Entrevista realizada por Juan Carlos Ugarelli y Laslo Rojas, vía e-mail, el 21 de octubre de 2020.
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