El joven realizador limeño Alberto Castro, conocido en la comunidad cinematográfica y online bajo el nickname de ‘McZorro’, presenta su ópera prima, el largometraje «Invasión Drag», un documental que transita entre el activismo LGTB y el registro informativo al hacer seguimiento a una troupé de populares drag queens extranjeras, en su exitosa y celebrada visita a nuestra ciudad tres años atrás.
La película se estrenó de manera gratuita el pasado 19 de noviembre, como parte de la programación de la Semana del Cine ULima. A continuación se podrá ver en el sitio web Cinestesia, en funciones únicas del 4 al 8 de diciembre. Las entradas -a un costo de 4.90 dólares- ya están a la venta aquí.
Sinopsis: En el año 2017, llegaron a Lima decenas de transformistas (drag queens) del reality de competencia internacional RuPaul’s Drag Race y agotaron entradas en cada una de sus presentaciones. Esta es la crónica de un fenómeno insospechado que movilizó y empoderó a la comunidad LGBT+, en un país todavía extremadamente conservador, religioso y homofóbico.
Alberto Castro Antezana (Lima, 1989) cuenta con experiencia previa en la realización cinematográfica: fue asesor de guion en «Cementerio General 2» (2015), guionista y asistente de dirección en «Maligno» (2016), y productor ejecutivo de «Rómulo y Julieta» (2020).
Conversamos a continuación con el director de «Invasión Drag»:
Alberto Venero: Para personas que no están familiarizadas con temas como el movimiento drag, o que no consuman shows televisivos con el de RuPaul, tu documental puede parecerles sobre todo una curiosidad. ¿Eres consciente de ello? ¿Hay algo que tratas de decirles? ¿Debemos ver la película con alguna información previa para no dejarnos llevar por los prejuicios? – No creo que haya algo que quiera «decirles» o «enseñarles» tan explícitamente, como sí lo hace una película como Paris is Burning (1990), que se detiene a explicar términos, formas, modelos. Pero supongo que la película sí evidencia lo poco que se sigue hablando de la comunidad LGBT+ y la movida drag en nuestro país desde el mainstream, desde los medios masivos, desde las conversaciones más hegemónicas. A pesar de que en los últimos años han aparecido drag queens en algunos concursos de baile televisivos (Combate o El Gran Show), siguen siendo una rareza, una anécdota, una curiosidad.
Cuando le cuento a algún amigo hombre heterosexual que en el 2017 vinieron decenas de drag queens internacionales al Perú y llenaron discotecas con 5 mil asistentes todos los meses (a veces, más de una vez al mes), no me cree. ¿Cómo sucedió esto en un país tan conservador y cómo fue que nadie se enteró? ¿Por qué no se vieron vallas en las calles, no aparecieron en la radio o en los noticieros? Nada de nada. Todo sucedió tan subterráneamente, pero, a pesar de lo marginal del suceso, fue multitudinario. Y eso que estamos hablando de megaestrellas internacionales, con millones de seguidores en todo el mundo, pero los medios prefieren apuntar sus cámaras a las Marchas por la Vida (contra el aborto) y no a las Marchas del Orgullo.
Entonces Invasión Drag, por sobre todo, sirve como una cápsula memoria para todos aquellos que fuimos parte de un fenómeno imposible, y también le permite a un espectador que quizás no sabe nada de las drag queens o no es tan cercano a la comunidad LGBT+ enterarse de cómo esto se enmarca a un país que aún no nos reconoce como iguales. Ojalá también los ayude a solidarizarse con expresiones de género diversa y a darse cuenta que detrás de todas las pelucas, tacos y lentejuelas, somos personas que respiran y pagan impuestos como todos.
No creo que uno necesite ver la película con información previa, ya que alguien que nunca ha visto RuPaul’s Drag Race solo se va a perder de algunos chistes o tal vez no sepa inmediatamente quién es quién, como hombre y luego como su personaje drag. En todo caso, creo que la película puede servir de punto de partida para ahondar en más material ligado al universo drag o del ball room: The Queen (1968), Paris is Burning (1990), la serie de televisión Pose (2018) o el reality de competencia Legendary (2020).
Laslo Rojas: Mencionas que solo han habido apariciones de drag queens locales en algunos programas de concursos, sin embargo existe «La Chola Chabuca» que tiene un programa de televisión en el canal de mayor sintonía desde hace muchos años, y a estas alturas debe tener decenas de miles de seguidores. Es pues miembro visible del mainstream mediático. ¿Cómo se ubicaría una figura como ella dentro del discurso que presentas en el documental? – La Chola Chabuca es un caso único y que debería ser estudiado, definitivamente. Para «Arde Lima» [N.E.: Se refiere a otro documental en el que viene trabajando el realizador] he conversado con Ernesto Pimentel (el actor que la interpreta) y él no se considera una drag queen, sino un actor que interpreta a un personaje femenino. Y este personaje ha calado tanto en el tiempo y la sociedad, que ya ni se cuestiona su naturaleza desde el género. No importa si es hombre o mujer: es la Chola Chabuca. Eso explica que en un país tan homofóbico como el nuestro, familias enteras vayan a su circo y no teman que sus hijos menores se tomen fotos con ella. Pero ponle al lado a Egocéntrica (drag queen del Valetodo) o a Tany de la Riva (drag queen que aparece en el documental) y tal vez hayan dudas o hasta rechazo. Es un personaje que trasciende lo que concebimos como transformismo. La pregunta sobre si es un hombre que interpreta a una mujer, ya resulta innecesaria. También está el hecho de que interpreta a una mujer de una forma naturalista desde la actuación, mientras que las drag queens pueden transgredir.
AV: Por entrevistas previas, entiendo que tú comienzas a registrar la llegada de los artistas drag a Perú como un fanático interesado en ellos. ¿En qué momento te percataste que se podía elaborar un largometraje documental con este material? Y luego, ¿cómo ordenaste este trabajo hasta su finalización? – Imagínate que tu artista de rock o cineasta favorito llega al Perú. ¿Cómo haces para conocerlo? Era más joven, más intrépido y paraba todo el día con una cámara en la mano grabando, por lo que me resultó natural ofrecerme a registrar las llegadas de estas artistas. Era la excusa perfecta para conocerlas y convivir con ellas. Aprender de ellas. Y edité muchos vídeos cortos, de un minuto de duración, con un enfoque más de fiesta. Grababa todo lo que podía y hasta donde me era permitido, ya que debemos considerar que son artistas de fama internacional, entonces manejan agendas y accesos distintos. Algunas se pasearon por la ciudad y yo las seguía, pero otras solo llegaron al hotel, para salir al espectáculo y luego irse de vuelta al aeropuerto. No había una estructura clara de qué grabar precisamente por esta incertidumbre y mi acercamiento fue muy desde la curiosidad de un hombre homosexual que no entendía todo acerca del universo drag tampoco.
Como el material era tan disperso y cumplía un propósito inmediato, lo abandoné y empecé a grabar un proyecto titulado Arde Lima (una clara alusión a Paris is Burning), para el cual empecé a convivir con tres drag queens locales, en sus espacios familiares, detrás del telón, en sus procesos creativos. Ese proyecto se terminará de editar el próximo verano: ha sido otro proceso largo. Y como todos estos proyectos han salido de mi bolsillo, ha costado cerrarlos. En un intermedio mientras buscaba cómo continuar el proyecto de Arde Lima, es que decido regresar al material grabado en las fiestas. Tenía unas 40 horas de material. Empecé a querer darle forma, volverlo un cortometraje sobre lo que sucedió en el 2017, pero con un enfoque más de concert documentar. Y mientras iba construyendo -de la mano con Esteban Monzón, debo mencionarlo, con quien he editado por más de un año- me di cuenta que habían hilos de los que jalar: historias de peruanos y peruanas cuyas vidas fueron tocadas por estos artistas, además de que la comunidad en sí encontró un punto de inflexión ese año. El 2017 fue muy especial para todxs, ya que teníamos los primeros legisladores abiertamente homosexuales elegidos democráticamente, tuvimos la marcha del orgullo más multitudinaria hasta ese momento y empezaba a hablarse sobre matrimonio igualitario en los medios. Renzo Rivas, director de fotografía, siempre me decía que tenía un material único, un registro de un suceso imposible en un país como este. Nadie tenía este material. Y con la distancia que el tiempo te da, me di cuenta de lo mucho que mi propia vida e identidad había cambiado desde el 2017: porque esas fiestas nos enseñaron a querernos más, a identificarnos y a aceptarnos.
De ahí comienza un proceso demasiado largo para resumir. De odiar y enamorarme de nuevo de la película. Decidí dividir el material en base a temas: cada subtítulo se enfoca en algo distinto, la familia, el género, la homofobia, el amor. Y tenía claro que debíamos empezar en un universo más mundano, de combis y calles, hasta llegar a un mundo de fantasía y color sobre los escenarios. El corte final de la película está listo desde el año pasado, pero como todo cine en este país y sin fondos a la mano, los procesos de posproducción avanzaron lentos. Estoy infinitamente agradecido de encontrarme en esa etapa final con gente que se enamoró del proyecto y le dio una nueva vida: César Pérez en la colorización, Raúl Astete en el diseño sonoro y Karin Zielinski en la música.
AV: Ya metiéndonos en la obra, se percibe que tuviste las facilidades para acercarte a tus personajes, es un registro con mucha complicidad y aporta a la narración. ¿Crees que ayudó a esto el hecho que seas un realizador y activista LGTB? Te lo pregunto desde mi prejuicio heterosexual, de creer que las minorías sexuales pueden hablar mejor desde sus propias problemáticas y temáticas o encuentran mayores empatías entre pares. – La comunidad LGBT+ está tan desprotegida en las calles, que para muchos la única salvación es reconocer a otro como uno. Es común desconfiar de hombres heterosexuales cuando recién los conoces, puesto que no puedes saber de antemano su posición frente a tu naturaleza homosexual. Y es mucho más sencillo compartir vivencias y expresarte libremente con alguien que tal vez ha sufrido la misma discriminación o se enfrenta a los mismos problemas que tú. Creo que es por eso que empatizamos tanto entre nosotros. Además de que hablamos el mismo lenguaje, las mismas jergas, los mismos chistes. De hecho, mi risa suena muchísimas veces en la película, puesto que genuinamente estábamos compartiendo momentos juntos, más que grabando algo guionizado o estructurado. Por eso también preferí trabajar con un equipo muy reducido: en muchas oportunidades iba yo con un sonidista y en algunos casos era solo yo. Bueno, esto también tiene que ver con presupuesto, pero aporta a una intimidad que con luces y un equipo de producción no se hubiera logrado.
Por otro lado, creo que es importante que la misma comunidad, y aquí dejo incluso de hablar de hombres homosexuales como yo, sino las poblaciones más diversas, no binarias, la comunidad trans, empiecen a contar sus propias historias. Ya que la mayoría de la filmografía que existe del tema está sesgada por una interpretación heterosexual externa. Es por eso que series como Pose son inigualables: hay un entendimiento de absolutamente todo lo que sucede dentro de los personajes y sus dilemas internos, algo que jamás un heterosexual podría entender en toda su dimensión, debido a que no ha tenido que enfrentarse a una discriminación sistemática en su día a día.
¿Sabes lo que es que te griten «maricón» en la calle? Solo un homosexual podría entender el nivel de pavor, insuficiencia, frustración, impotencia y dolor que eso conlleva. Las mujeres heterosexuales sí entienden a ese sentimiento de impotencia, ya que ellas también se enfrentan a violencia en la calle a diario. Tal vez por eso hay tantas mujeres heterosexuales que son fanáticas de los drag queens y las fiestas gay: ya que también representan espacios seguros para ellas.
LR: Eso es algo que siento me faltó ver más en el documental, la presencia o participación de heterosexuales en la movida drag. Explicar de dónde nace su interés, y si además de mujeres también hay hombres heteros que gusten de los shows drag. Quizá esto hubiera ayudado a comprender el gran nivel de convocatoria que indicas que tuvieron en Lima. Y si bien aparece al final el personaje de la «tía hetero» en la fiesta, creo que se quedó corto. ¿Qué opinas al respecto? – Hay hombres y mujeres heterosexuales que son seguidoras del show, pero al final la idea del documental es justamente tumbarse las separaciones del género y jugar con las expresiones. Y la presencia heterosexual no explica, para nada, el «gran nivel de convocatoria»: son minoría en esas fiestas. Mientras más hegemónico eres, más fuera de lugar te sientes. No sentí una necesidad de señalar «mira, aquí hay una heterosexual y aquí hay un homosexual», porque al final todos nos maquillamos y vestimos a diario para salir a la calle, en distinta medida. Tal vez hubiera sido otro documental. Además, ¿necesitan más espacio en pantalla los hombres y mujeres heterosexuales? Lo dudo mucho.
AV: Destaco la secuencia en que se observan las marchas por la reivindicación de los derechos de la Comunidad LGTBIQ+, tus entrevistados peruanos refuerzan ese sentir. Entiendo que, aunque breve en la obra, se quiere dar un sentido de contexto y sobre todo de que los drags son motivadores en las luchas que enfrenta la comunidad gay día a día. ¿Es tanto así? – En un momento de la película, una de las drag queens internacionales lo resume a la perfección: «Que un hombre decida ponerse ropa de mujer, es como mandar al demonio al patriarcado que ha dominado la sociedad por tantísimos años». Es una cachetada al sistema. Desde siempre las drag queens han sido la máxima expresión de libertad y han ayudado a que muchísimos homosexuales, lesbianas, hombres y mujeres trans, terminen de aceptarse y asumirse.
Porque ser un integrante de la comunidad LGBT+ en este país es un acto político a diario. Y las drag queens, junto con las mujeres y hombres trans, son lxs más valerosxs representantes de la comunidad, debido también a que son lxs más vulnerables. Son lxs más visibles y susceptibles a ataques. Aún así, dan la cara. Tany de la Riva, una de las protagonistas de la película, fue parte de las manifestaciones de las últimas semanas y hay una imagen muy poderosa en sus redes sociales frente al Palacio de Justicia. Y en todas las veces que he estado en el Centro de Lima en las últimas marchas nacionales, siempre me he encontrado con banderas de la comunidad. Porque las fallas del sistema en nuestro país siempre van a afectar a las poblaciones más vulnerables y la comunidad LGBT+ es una de ellas.
AV: La sensación final que me deja tu documental es que estamos hablando de una película sobre la aceptación de identidades en un país intolerante como el nuestro. Es muy valiente eso ya que propiciará el debate, al mismo tiempo que llegarán las críticas justamente por sectores intolerantes o ultraconservadores. ¿Estás preparado para esa lucha y si crees que tu obra será la mejor respuesta contra este tipo de ataques? – Yo me he rendido un poco con la gente ultraconservadora. No escuchan argumentos y todo es desprecio y violencia con ellos: el sistema los ha adoctrinado a ser de esa manera desde muy pequeños. Nuestro país entero ha sido educado para discriminar a la comunidad LGBT+ y eso es algo que los mismos integrantes de la comunidad debemos luchar por sacar de nuestra codificación social. Porque la misma comunidad es muy homofóbica e intolerante. El problema es grande y viene desde la educación.
Al final, creo que el debate que me gustaría propiciar es entre aquellos que estén dispuestos a escuchar, entender y cuestionar todo aquello que les han adoctrinado como ‘natural’. Que casualmente son las nuevas generaciones, aquellas cansadas de que sus padres les digan cómo tienen que ser como hombres o mujeres. Y esa conversación sobre el género se escapa de la comunidad LGBT+ y tiene que ver con los heterosexuales también. Lamentablemente, en este país se ha enseñado que los hombres usan pantalón y proveen en casa, y que las mujeres se ponen vestido y cocinan mientras esperan al marido, algo que se traduce en tanta violencia machista, feminicidios y violaciones. Se le ha enseñado al hombre a dominar y a la mujer a servir. La lucha de la comunidad es también para romper estos estereotipos del género.
Sobre las críticas o ataques que pueda recibir, la verdad es que ya estoy acostumbrado. No soy nuevo en esto. He trabajado con ONGs y conduzco un podcast llamado «Calla Cabro» en el que tres hombres homosexuales conservamos todas las semanas sobre distintos temas, desde nuestra visión particular del mundo. Soy un homosexual visible que no se cansa de reclamar injusticias, así que harta homofobia me ha llovido a lo largo de los años. Y, como mencioné antes, ser homosexual en este país es enfrentarte a ataques homofóbicos todos los días al salir a la calle. Entonces, que me lluevan algunos tuits o comentarios malintencionados en las redes sociales, me da un poco igual. Si no vas a, si quiera, intentar escuchar algunos de los argumentos que expongo, la verdad es que no tengo nada que hablar contigo.
AV: ¿Se vendrán otras producciones similares a “Invasión Drag” en el futuro? ¿Puedes adelantarnos en qué vienes trabajando audiovisualmente en estos momentos? – Como mencioné antes, estoy trabajando en un documental titulado «Arde Lima», que está enfocado en tres hombres homosexuales que practican el transformismo (drag queen) en nuestro país. Los sigo en su día a día, en sus espacios cotidianos y familiares, así como en sus procesos de transformación y su explosión en el escenario. Es un proyecto que ahora duele mucho y que ha cobrado mayor responsabilidad, puesto que este año falleció uno de los personajes que retrata: Stacey Malibu, una veinteañera víctima del COVID-19. Mi intención también es rendirle homenaje a su trabajo y activismo.
Además, estoy trabajando en un documental titulado «Salir del clóset», que se construye en base a testimonios. Recuerdo haber visto Últimas Conversas de Coutinho en un Festival de Lima justo cuando estaba en un momento de crisis de identidad como homosexual. Y empecé a preguntarme qué significaba ser gay y salir del clóset. A partir de eso, vienen una exploración en mi pasado, en las historias de muchos amigos homosexuales y en un cortometraje bastante fallido que grabé cuando era estudiante, pero que encapsula perfectamente la ansiedad y soledad en la que me encontraba cuando no me aceptaba o quería.
Por último, siempre llamará la atención cuando un crítico o periodista cinematográfico pasa a la vereda de la realización. En ese sentido, ¿te interesa o no que se pueda juzgar con mayor rigurosidad el documental que acabas de presentar? – Me interesa que se vea la película. Que llegue a un hombre homosexual, a una ingeniera, a una madre de familia, a un crítico de cine, da igual. Tenía una necesidad de contar algo y eso es lo que estoy haciendo. Y sé que vendrán comentarios positivos y negativos, desde lo social (los ultraconservadores que mencionabas antes) y lo cinematográfico. Pero respeto muchísimo la labor del crítico de cine, puesto que me he desempeñado como uno por mucho tiempo. Es una labor vital. A veces el crítico de cine ve cosas que ni el mismo realizador se da cuenta. Esa es su tarea, generar lecturas e interpretaciones de un texto.
Ahora, en mi caso específico, yo empecé en la crítica porque estudiaba una carrera que no me gustaba. En mi caso, el «cineasta frustrado» sí aplica, jaja. Pero siempre lo hice por amor al cine y desde una visión de construcción. Eso es lo que me acercó tanto a directores de cine del país y finalmente me hizo encontrar un espacio en la industria. Me he desempeñado como guionista, asistente de dirección, productor ejecutivo, y a pesar de que ya no escribo crítica, sigo teniendo una postura crítica a la hora de comentar películas o series en mis redes sociales. Creo que todo cineasta debe ser crítico de cine, de alguna manera. Porque consume películas desde una visión bastante más compleja, desde planos e intenciones, es inevitable. Y todo cineasta termina siendo también el más grande crítico de su propio trabajo.
Entrevista realizada por Alberto Venero y Laslo Rojas, con aporte de Rodrigo Portales, el 23 de noviembre del 2020, vía email.
Invasión Drag (2020)
Ficha técnica
Dirigida y producida por: Alberto Castro Antezana ‘McZorro’
País: Perú
Duración: 78 minutos
Género: Documental
Dirección de fotografía: Renzo Rivas, Sonido directo: Bruno Uriba, Edición: Esteban Monzón, Colorización: César Pérez, Diseño sonoro: Raúl Astete, Música: Karin Zielinski, Diseño: to+ lab, Animaciones: Mad Damon
Reparto: Tany de la Riva, Georgia Hart, Bianca del Río, Alaska Thunderfuck, Manila Luzon, Raja, Valentina, Jujubee, Alyssa Edwards, Courtney Act, Aja, Milk, Jessica Wild, Yara Sofía, Cynthia Lee Fontaine, Morgan McMichaels, Tatianna, Trinity the Tuck, Nina Bonina Brown
Deja una respuesta