Nunca pensé que, durante una revisión de rutina, la amable otorrinolaringóloga de la clínica me sacudiría tanto usando dos palabras tan fulminantes que hasta ahora retumban dentro de mi cabeza al recordarlas: “Daño irreversible”. El diagnostico arrojaba que si seguía exponiendo mi oído derecho a volúmenes altos y ruidos fuertes podría perder la audición muy pronto. Sensación extraña la que sentí, como si viera una bomba estallar cerca (pero sin poder oír su explosión).
Obviamente que después de una noticia como esa, cuesta mucho asumir la situación y cumplir con recomendaciones médicas. Tal vez por eso entiendo porque Ruben Stone, el protagonista de excelente largometraje “Sound of Metal” (2019), también se resiste a hacerlo. Y a eso súmenle que él es baterista de una banda de rock pesado, vive de su música, duerme en una caravana junto a su pareja y está pasando por un proceso de recuperación tras su adicción a las drogas.
“¿Cuándo fue la última vez que te llevé al límite?”
La película que escribe y dirige Darius Marder destaca por su tratamiento sonoro (lo que se escucha y distorsiona) pero sobre todo por la ausencia del sonido (el silencio). Gracias a estas decisiones creativas, a lo largo de la historia de Ruben (impresionante Riz Ahmed) podemos identificarnos con los ánimos y las frustraciones por los que transita ante su inminente sordera. Seguimos su destino con atención, pero no con lástima. Como a él, nos irrita no poder escuchar a la persona que nos ama o como tampoco “no queremos oír” consejos que buscan que aceptemos lo que nos toca. En una gran escena, es imposible no conmovernos al ver como Ruben nervioso suplica por un préstamo de dinero y un techo a Joe (imperturbable Paul Raci), líder de un peculiar refugio comunitario para sordos. Los inmensos ojos de Ruben esperando una respuesta en ese momento, resuenan tan hondo entre nosotros como el síndrome de abstinencia que él padece.
Este es un largometraje sobre la adaptación en territorios desconocidos. Nuestro zurdo protagonista debe reubicarse y eso cuesta. Más aún para alguien que cree todavía pueda revertir su condición. La idea de cambiar la vida errante por el lenguaje de señas, lo sacude. Si antes utilizaba las baquetas para golpear furioso los tambores, ahora las usará para enseñar a niños sordos que la música vibra mejor en alegre complicidad. Aprovechamos esto para destacar acá, la brevísima aparición de la actriz sorda Lauren Ridloff como una tierna maestra, la emotiva interpretación de Olivia Cooke haciendo de Lou, la novia de Ruben y, el momento confesional del francés Mathieu Amalric poniéndose en la piel del padre de Lou.
Tal vez el tramo final de “Sound of Metal” se presenta más sosegado y refinado a diferencia del resto de la película, pero queda todavía una sensación de confusión en Ruben. Y lo comprendo. Ordenarnos en calma no da mayor problema. El asunto siempre será convertir el silencio en un hermoso ruido.
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