Justino es un nativo viudo de 45 años que trabaja como guardia de seguridad en el puerto de Manaus. Las cosas no son sencillas para él pues tiene que lidiar con la precariedad de su puesto y las sutiles discriminaciones del compañero blanco de lo releva. Cuando su hija Vanessa, enfermera de un hospital local, se prepara para estudiar medicina en Brasilia, él cae enfermo a causa de una misteriosa fiebre. Justo por esos días recibe la visita de su hermano y su cuñada, que siguen viviendo en una aldea originaria, y lo tientan para que regrese, aunque sea de visita.
Entre sus monótonas idas y venidas del trabajo al hogar, en la vida de Justino (que interpreta con sobriedad Regis Myrupu, actor no profesional de la etnia desano) chocan dos visiones del mundo que pugnan por mantenerse en precario equilibrio: la del Brasil oficial, que es asumida por su hija, y la de sus raíces originarias, que se encarna en un espacio entre sueño y memoria que aflora en su estado febril.
El desajuste y alienación que agobian a este personaje debido al entorno de vida moderno se expresa en una puesta en escena de lentos movimientos de cámara, a manera de cuadros vivientes, que se suman a los sentimientos de aislamiento y desarraigo.
Ello es notorio en las escenas que trascurren en el almacén del puerto, grúas y torres de contenedores encajonan y empequeñecen en distintos planos el cuerpo de Justino. El diseño sonoro, que mezcla en forma envolvente los ruidos urbanos y selváticos también aporta a esa sensación y se convierte en una de las bases expresivas del filme.
La dirección combina, con paciencia y fluidez, lo mítico y lo cotidiano en un estilo de no ficción con apariciones de seres irreales que remiten al cine contemplativo del tailandés Apichatpong Weerasethakul. Elabora además una crítica urgente de lo que Brasil le ha hecho a sus pueblos indígenas y expone en clave baja los micro racismos que enfrentan los nativos en las urbes.
Galardonada en Locarno (premio Fipresci y mejor actor), Rio de Janeiro (mejor dirección y premio especial del jurado), Mar del Plata (mejor película latinoamericana), Lima (mejor ficción), y otros festivales, “A Febre” destaca por crear, desde su particular mirada de autor, una fábula sencilla sobre las dificultades de los descendientes de las comunidades indígenas para insertarse en las ciudades. Marca además el prometedor debut en la ficción de la realizadora brasilera Maya Da-Ri.
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura especial del 2° Festival de Cine Latinoamericano en Lenguas Originarias, que se realiza del 11 al 15 de marzo del 2021.
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