El desorden que dejas (2020), una producción española para Netflix protagonizada por Inma Cuesta, Barbara Lennie, Tamar Novas y Roberto Enríquez, cuenta la historia de Raquel y Elvira (conocida como “Viruca”), dos jóvenes profesoras de literatura cuyas vidas se entrecruzan a través de personas, lugares y un crimen sin resolver. Esta serie, una de las más intrigantes que nos dejó el año pasado, cuenta con 8 episodios y está basada en el libro homónimo de Carlos Montero publicado en el año 2016.
Lo primero que llama la atención del espectador es la yuxtaposición de secuencias sobre la vida de ambas mujeres desde el comienzo y hasta el final, debido a que permite que las escenas sobre Raquel, por ejemplo, completen los agujeros en la trama de “Viruca” y que se puedan apreciar los matices de los personajes. Por ejemplo, primero nos muestran a Raquel y a su esposo teniendo relaciones sexuales sin poder entenderse y más tarde aparece una secuencia de “Viruca” con su pareja peleando violentamente. Así, el guion establece una causalidad de las cosas: Raquel es siempre insuficiente para todos, mientras que “Viruca” no puede expresar ira sin ir destruyendo su vínculo con los que la quieren. Además, con esa misma yuxtaposición el guion sugiere que la nostalgia puede ser una motivación para aniquilar a quien no satisface nuestros impulsos más primarios. Esto se ve cuando por un lado Iago no acepta la ayuda de Raquel, quien se sacrifica constantemente para ayudar a los demás, pero por el otro se le ve a él amenazando a “Viruca” con suicidarse si ella no le corresponde, lo que implicaría colocarla en el papel de verdugo.
Otro de los aspectos más relevantes de la serie es que nos recuerda a una película de Netflix también del año pasado: Rebecca. En este caso nos referimos a la adaptación al cine de la novela homónima de Daphne Du Maurier, un clásico del género gótico publicado en 1938. En esta cinta aparecen igualmente dos mujeres con personalidades diferentes, una reemplaza a la otra y hay un asesinato. Pero lo más interesante que tienen en común ambas producciones es que la necesidad de escapar de situaciones prefabricadas impide que las mujeres desplieguen con dignidad su afectividad. Así, la señora de Winter es incapaz de encontrar un estímulo que la saque de Manderley, la mansión en la que el orden imperante no le permite darle un cierre respetable a su matrimonio. Mientras que en el caso de la serie española, “Viruca” no puede salir de un “matrimonio perfecto” porque sería decepcionar a su familia.
Sin embargo, en ambas producciones hay un contraste en la reivindicación de lo masculino. En el caso de El desorden que dejas, Iago se redime protegiendo a Raquel de su padre, un asesino de mujeres. Por el contrario, el protagonista de Rebecca, Maxim, comete un crimen y logra ser visto como una víctima por parte de su esposa. De esta manera, la serie y la película muestran las contradicciones en materia de género que pueden apreciarse tanto hoy en día como en el pasado. Además, nos damos cuenta también de que la adaptación a la televisión de la obra de Montero le debe mucho a las novelas más antiguas, como Jane Eyre (1847), las cuales exploran el papel de la mujer cuando no es vista como sujeto de derecho.
Igualmente interesante es el hecho de que la serie no escatima en el uso de subtextos. Por ejemplo, cuando “Viruca” le dice a Raquel que su madre está internada, la segunda no deja lugar a dudas al público del por qué se encontraron ambas en el hospital. Lo hace explicándole a “Viruca” que ella también está ahí para servir a su madre hasta sus últimos días. Y con este diálogo entre ellas queda claro que ninguna se llevaba bien con su progenitora. En definitiva, todo el juego de secuencias y de casualidades en este producto para Netflix muestra el mérito de la producción de jugar con los planos para señalar en cada personaje su propio conflicto.
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