[Crítica] HBO Max: «El escuadrón suicida» (2021)


La Warner Bros. no tiene un buen historial a la hora de darle control creativo a los directores de sus películas de DC — y no es que sea algo nuevo, que haya comenzado con “Escuadrón suicida”, de David Ayer, o la infame “La liga de la justicia”, de Zack Snyder (la cual fue estrenada en su versión original —y superior a la que salió en cines— este año). De hecho, esta práctica parece remontarse a la producción de “Superman II”, de Richard Donner, quien fue despedido luego de completar el 75% de su película, para ser reemplazado por Richard Lester, quien terminó por regrabar mucho de lo que hizo el primero.

Al igual que Snyder, sin embargo, Donner pudo sacar el corte original de su película hace unos años, directo a DVD y con algunos efectos visuales nuevos. Después de todo, por más de que la WB cometa los mismos errores una y otra vez, al parecer, también son capaces de reconocer que estas reediciones pueden traerles mucho dinero.

Todo este preámbulo sirve para denotar algo curioso: James Gunn, director de las dos películas de “Guardianes de la Galaxia”, y cineasta excéntrico que comenzó trabajando en Troma, junto al legendario Lloyd Kaufman, dice haber tenido control creativo total a la hora de escribir y dirigir “El escuadrón suicida”. Se siente casi como una respuesta a lo que sucedió con el filme de Ayer, quien ha declarado repetidas veces que el corte que salió en cines no es el suyo. Como se deben imaginar, ya hay toda una campaña en redes pidiendo el “Ayer Cut” de dicha película, pero parece que WB no tiene intenciones de lanzarlo, ni ayer, ni hoy, ni mañana.

Pero regresando a Gunn: luego de que fue despedido (temporalmente) por Marvel, la Warner lo atrapó rápidamente, ofreciéndole cualquier proyecto de DC que quisiera dirigir… y el cineasta norteamericano eligió al “escuadrón suicida”. ¿El resultado? Un filme que es 100% de James Gunn, para bien Y para mal; un filme claramente trashy, que peca de excesivo, y que hasta podría resultarle algo desagradable a varios espectadores. “El escuadrón suicida” (no confundir con “Escuadrón suicida”… ese “El” es muy importante) es una película claramente realizada por alguien con una visión singular, que sabía exactamente lo que quería hacer, y que pudo hacerlo sin “peros” de nadie. No es de mi total agrado —y sé perfectamente que soy parte de una minoría prácticamente irrelevante—, pero prefiero ver algo así cualquier día de la semana, que un producto cortado, reeditado, y finalmente destruido, como la primera cinta dirigida por Ayer.

Es una pena, entonces, que “El escuadrón suicida” no haya logrado cumplir con todas mis expectativas.

Si vieron el filme anterior, o están familiarizados con los cómics, sabrán cuál es la premisa de esta nueva propuesta. Amanda Waller (la gran Viola Davis) se encarga de enviar equipos de antihéroes y villanos a cumplir misiones suicidas (obviamente), la mayoría de ellas de suma importancia para el gobierno norteamericano. A cambio de dicho trabajo, les ofrece una reducción a su condena —suele sacarlos de prisiones de máxima seguridad—, pero a la vez, los amenaza con una pequeña bomba, inyectada en la base de sus cráneos. Si se escapan, o simplemente deciden desviarse de la misión, los mata de un bombazo.

En esta nueva película, Waller manda a un equipo variado y considerablemente poderoso a la isla ficticia de Corto Maltese. ¿Su objetivo? Encontrar a un científico llamado The Thinker (Peter Capaldi), quien ha estado trabajado en el misterioso Proyecto Estrella de Mar: un arma potencialmente devastadora, especialmente en manos de los enemigos de los Estados Unidos. Dicho equipo consiste de personajes como Rick Flag (Joel Kinnaman), Harley Quinn (Margot Robbie) y el Capitán Boomerang (Jai Courtney), quienes regresan de la cinta anterior. Pero también tenemos villanos nuevos: Savant (Michael Rooker); Ratcatcher 2 (Daniel Melchior), quien puede controlar a las ratas; Bloodsport (Idris Elba), quien puede dispararle a quien sea y como sea; Peacemaker (John Cena), quien lleva el concepto de “pacificación” al extremo; Polka-Dot Man (David Dastmalchian), quien cuenta con un origen sorprendentemente trágico, y por supuesto, King Shark (¡Sylvester Stallone!), un tiburón humanoide sediento de sangre.

Tomando en cuenta el nombre de la película, y lo grande que es el reparto (eso que me faltaron varios nombres), harían bien en considerar que muchos de ellos terminarán muertos —de hecho, algunos ni siquiera llegan a vivir lo suficiente como para ver los créditos iniciales. Esa es parte de la gracia de ver una película como “El escuadrón suicida”, pero a la vez, no puedo evitar sentir que muchos de estos personajes están completamente desperdiciados. De hecho, estoy seguro que varios fanáticos de los cómics quedarán decepcionados por cómo algunas de estas figuras son utilizadas por Gunn. Entiendo que la imprevisibilidad es una cualidad importante del filme, pero cuando se repite continuamente, termina siendo, irónicamente, algo previsible.

Lo mismo se puede decir del nivel de violencia. No soy alguien conservador en lo que se refiere a contenido sexual o de violencia, pero la manera en lo que lo segundo es utilizado en “El escuadrón suicida”, me hizo sentir algo sucio. Las pelícuas no son demasiado impresionante a nivel de coreografía, pero lo que sí hacen es incluir harto gore, desde decapitaciones, hasta rebanadas de garganta, hombres siendo partidos en dos o aplastados, y más. Es todo bastante cruento, y se siente innecesariamente cruel, especialmente cuando el tono de la película es más bien inmaduro. Es así que “El escuadrón suicida” se termina sintiendo como “Guardianes de la Galaxia”, pero con más sangre, tripas y vulgaridades. A muchos les hará gracia dicha combinación, pero para su servidor, se sintió incómoda.

De hecho, entre el gore gratuito, los “f**ks” constantes, y el cinismo del guion, se me hizo muy difícil empatizar con la mayoría de personajes. Los únicos que me terminaron importando fueron Ratcatcher 2 y Polka-Dot Man, y eso se debe principalmente a las actuaciones. Daniela Melchior está muy bien como la primera, otorgándole toda la humanidad que el resto del reparto tristemente no tiene; la convierte en una chica naive pero inteligente y poderosa, que cuenta con un pasado sorprendentemente emotivo (y que hace uso de un cameo bastante efectivo). Por su parte, el siempre infravalorado Dastmalchian (“El caballero de la noche”, “Ant-man”) interpreta al segundo como alguien constantemente deprimido —hasta con deseos suicidas… ¡apropiado!—, que vive una existencia dolorosa. Es un personaje sorprendentemente trágico, rodeado de figuras que se le pasan haciendo chistes de genitales, o convirtiendo a otros en hamburguesas recién molidas.

El resto de actuaciones no son malas —el problema es que los personajes que estos actores de gran calibre interpretan, no se me hicieron particularmente interesantes o carismáticos. Idris Elba está bien como siempre, interpretando a Bloodsport como un asesino aguerrido y despiadado, que poco a poco se va humanizando gracias a Ratcatcher 2. Su arco de crecimiento es previsible y algo aburrido, pero funciona hasta cierto punto. Por otro lado, no veo por qué le han dado una serie propia de HBO Max al Peacemaker de John Cena. El personaje es ridículo y ocasionalmente gracioso, pero a menos que Gunn logre realizar un acto de magia (lo cual, siendo justos, es posible), no se me hace muy interesante para un show de streaming. Eso sí, la Harley de Margot Robbie es la excepción a la regla, como siempre —está mucho menos sexualizada que en el primer filme, y cuenta con un arco de personaje creíble, que se siente como parte de su crecimiento natural a lo largo de estas películas (independizándose del Guasón y de las relaciones tóxicas en general). ¿Los demás? No tienen mucho qué hacer, ni tiempo para destacar.

¿Y qué hay de la trama? Pues fuera del comentario social —poco sutil—, que critica la participación de los Estados Unidos en asuntos exteriores, así como su utilización de armas peligrosas en suelo extranjero, no es nada del otro mundo. “El escuadrón suicida”  se siente sorprendentemente pequeño, llevándose a cabo principalmente en una sola isla —y ciudad—, y concluyendo con una secuencia de acción visualmente impresionante… pero que podría resultar algo absurda para algunos espectadores. Además, por más de que personajes como King Shark son visualmente impresionantes y por momentos bastante graciosos, al final del día, no son demasiado importantes para la historia. Y los “villanos” (estereotipos de generales y dictadores latinos, con acentos variados, desde argentinos hasta panameños) no podrían ser más sosos.

Si estoy sonando demasiado negativo, es porque esperaba más de Gunn. “El escuadrón suicida” es ciertamente superior a su predecesora —más coherente, más irreverente, y sí, más exagerada. Pero a la vez, siento que le dieron rienda suelta a Gunn sin considerar que las limitaciones son lo que lo obligan a ser más creativo. El incluir tantos personajes y tanta acción y tantas tripas y tantas malas palabras, solo ha hecho que “El escuadrón suicida” se sienta como un filme GRANDE… pero algo vacío. Sé que la película tiene ya varios fanáticos, y siendo justos, no se trata de un mal producto; pero considerando el trabajo previo de Gunn (especialmente para Marvel), pudo haber sido mejor. Más satisfactorio, menos cínico, y menos gratuito (en todo sentido). Es recomendable… pero con las justas (y para ciertos espectadores). Espero que le vaya mejor a Gunn con “Guardianes de la Galaxia Vol. 3”.

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Una respuesta

  1. Avatar de Eduardo Soto

    ¡Totalmente de acuerdo con la crítica!

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