«Miss Amazonas», segundo largometraje de Rafael Polar («Lima Bruja«), es un registro íntimo de los preparativos de una edición del popular concurso de belleza trans del mismo nombre que se realiza en Iquitos desde hace casi 20 años.
Con la disculpa del spoiler, empecemos por el final: el momento cumbre del certamen no se aprecia, no se ve ni se escucha. Los resultados no se dan a conocer ni por subtítulos entre los créditos. No hay siquiera fotos de quienes ganaron. Estas decisiones explícitas de Rafael Polar son coherentes y es el correlato de todo lo visto durante 80 minutos.
Lo que le interesa es la cotidianidad del colectivo trans, la convivencia en el proceso del concurso, sus inquietudes y recuerdos, el avance de sus coreografías y modelajes, la gracia de sus rostros y cuerpos, la evolución de su feminidad encontrada sobre la marcha, el paso del tiempo reflejado en los letreros hasta minutos antes de salir al escenario, el aprendizaje de las candidatas con la conducción del entrenador que de alguna manera es un intérprete de Polar, pues les dice a modo de despedida que ya hizo todo lo que podía hacer y que ahora depende de ellas, que gane la mejor y que las ve como ganadoras a todas, ya (trans)formadas.
Es decir, «Miss Amazonas» cuestiona la parafernalia competitiva desde dentro de una competencia, omitiendo su mayor desenvolvimiento público, que es el que más reflectores convoca en primera instancia, y subrayando el crecimiento individual y colectivo de trastienda. Es un producto que por momentos podría pasar como un prolongado y animoso making of, pero en realidad se asume como referencia oblicua y promoción asordinada de la fiesta trans. Todo en medio del otro gran personaje del documental, el gozador Iquitos, que la potencia y usufructúa, desde el inicio que juega a spot publicitario y luego al compás del vibrante tema compuesto por Gonzalo Polar e interpretado por la cantante trans Marina Kapoor.
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