El cineasta Alonso Ruizpalacios (México, 1978) es una de las voces más particulares, ingeniosas y talentosas del cine mexicano contemporáneo. Con “Güeros” (2014) ganó el Ariel a la mejor ópera prima y la mejor dirección. Gracias a “Museo” (2018) obtuvo, junto a Manuel Alcalá, el Oso de Plata al mejor guion en el Festival de Berlín.
Su tercer largometraje, “Una película de policías” (2021), también recibió un Oso de Plata en Berlín, gracias a la destacada contribución artística del montaje realizado por Yibran Asuad. Fue parte de la Competencia Documental en el 25 Festival de Cine de Lima y se estrenará el 5 de noviembre en Netflix.
Conversamos con Alonso sobre esta audaz película que, alternando técnicas del documental y la ficción, nos introduce en el mundo complejo y fascinante de dos policías de la Ciudad de México, para explorar distintas facetas de sus vidas, desde sus sueños y ambiciones, hasta el inevitable enfrentamiento con un sistema corrupto que es un reflejo de toda la sociedad.
La policía es una de las instituciones más polémicas en México y toda América Latina. ¿Cuál fue tu motivación para hacer esta película?
Yo tenía la comezón de hacer una película que tuviera algún impacto social, por ambicioso e ingenuo que pueda sonar. Quería hacer una película que contribuyera en algo. Cuando empezamos esto, estábamos en un sexenio desastroso, en donde el país necesitaba que los creadores aportáramos algo más allá de entretenimiento. Entonces me junté con dos productoras fantásticas de documentales, Elena Fortes y Daniela Alatorre, a hacer el proyecto. Dijimos: “Vamos a hacer algo sobre la crisis de impunidad y corrupción en México”. Accedimos a una investigación de los Ministerios Públicos que se realizó durante un año y originalmente se iba a tratar de eso. De pronto dijimos: “Esta película está interesantísima… pero aburridísima”.
Y nos fuimos orientando hacia la figura del policía. Las historias que más nos interesaban dentro de todo el asunto de la impunidad y la corrupción era la figura del policía, porque es la primera ventanilla, digamos. Es la frontera entre la ley y la ciudadanía. El ciudadano común tiene más a la mano al policía. Entonces empezamos a investigar sobre la policía y entrevistamos policías. Este proyecto tuvo la fortuna de tener unos asesores muy buenos y muy importantes en el mundo de la seguridad pública. Todos ellos nos apuntaban diciendo: “Vayan a conocer a los policías, hablen con los policías”. Y así fue como llegamos a Teresa y a Montoya. Entonces, cuando los conocimos después de entrevistar a muchos policías, supimos que ahí estaba la película. Fue una intuición muy clara, muy fuerte.
La película alterna técnicas de documental, ficción y metaficción. ¿Por qué decidiste plantear la narración de esa manera?
En todo el proceso de realización de esta película, desde la investigación, la premisa fue de apertura total, o sea no imponerle nada a la película e ir descubriéndola sobre la marcha. Entonces originalmente iba a ser un documental puro digamos, pero pronto surgió la necesidad de decir: “Bueno, ¿cómo vamos a retratar algunas de estas cosas de las que están hablando?”. Y esa es una de las preguntas más importantes de los documentalistas: cómo ilustrar lo que se habla. Algunos echan mano de la animación, de la ficción, de la actuación, del simbolismo. Yo soy un director de ficción, es lo que me viene natural y además tengo una formación actoral, yo me formé primero como actor, digamos que orbito hacia allá. Y cuando surgió la idea de “Vamos a tener que ficcionar esto”, vino esta otra idea: ¿Por qué no hacemos parte de la película el proceso del actor para convertirse en policía y que el actor sea el avatar del espectador y del ciudadano para adentrarse a este mundo? El actor se va a adentrar en este mundo lejano, desconocido y muy opaco y vamos a documentar ese proceso de acercarse y de crear un personaje usando las herramientas de un actor, que son la investigación, la empatía y luego ya la técnica actoral. Entonces todo eso era tan fascinante como la policía misma. Por eso, para mí, en realidad, son 4 historias en esta película: las de Teresa y Montoya, pero también Raúl y Mónica, los actores. La película es tanto de ellos como de los policías.
¿Cuál fue el principal reto de los actores Raúl Briones y Mónica del Carmen para interpretar a dos policías?
Yo creo que hubo muchos retos. Donde yo los vi más en conflicto o más puestos en riesgo, fue evidentemente entrar a la Academia de Policía y hacer los patrullajes con la policía. Ahí íbamos todos, en esa zona de la ciudad que es bastante peligrosa, entonces creo que eso fue un reto para todos y obviamente para ellos más aún, porque ellos sí se aventaron el entrenamiento de la policía durante 100 días, estuvieron yendo a distintas Academias. Hubo una Academia que no sale en la película al final, la cortamos por razones creativas, pero donde estuvieron durmiendo varias semanas. Sí fue un proceso de inmersión completo, yo creo que ese fue uno de los retos más grandes y el ir confrontando sus prejuicios. Eso yo lo veía cada vez que hablaba con ellos y se ve en sus video diarios realmente cómo entraban con diferentes actitudes. Raúl con muchas ideas fijas sobre la policía, con poca paciencia y empatía hacia la policía y su viaje fue de entenderlos e incluso quererlos. Y el de Mónica creo que fue un poco al revés. Ella es naturalmente muy empática, muy abierta, entonces entró así como: “Wow, la policía” y luego fue dándose cuenta de que es un mundo bien complejo, de contradicciones.
¿Fue difícil convencerlos para que narren sus experiencias en la película? ¿Tuvieron temor de tener algún tipo de represalia dentro de la institución?
Sí, completamente. Ese fue un proceso de paciencia y de escucha, pero mi premisa siempre fue decirles: “Ustedes no tienen que contar nada que no quieran contar”. Creo que lo que hay en la película es algo que ellos estaban listos para compartir. Ese es el reto del documental: el documentalista debe ser paciente y generar confianza. Sobre todo yo creo que esta película fue posible porque Teresa y Montoya tenían ganas de contar su historia. Y creo que es una muy buena historia. Creo que más allá de lo político, “Una película de policías” es una muy buena historia, tiene una historia de amor en un medio muy hostil. Entonces a mí eso se me hace muy interesante, pues es gente que a su edad, a los treinta y tantos, ya vivieron 4 vidas, es gente que ha estado muy cerca de la muerte y cerca de la vida, como lo ven al principio de la película, que incluso a Teresa le tocó hacer de partera. Es un oficio que te pone en contacto directo con la vida y la muerte todos los días. Es muy intenso. Entonces eso me parece, más allá de todo lo político, que es también muy interesante. Ellos querían contar todas esas historias y yo quería contarlas.
¿Cuáles son tus siguientes proyectos en cine?
Estoy preparando una película, que espero filmar a inicios del siguiente año. Es una película en blanco y negro sobre unos cocineros indocumentados en Nueva York.
Entrevista realizada por Juan Carlos Ugarelli, el 3 de setiembre de 2021, vía Zoom.
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