Un documental que genera un valor adicional desde este lado del hemisferio. La película peruana-estadounidense del director Alan Brain Delgado (Lima, 1971) hace un repaso a la historia de un género musical archiconocido en la extensión de la nación del Congo y el continente africano que resulta revelador para muchos ajenos al territorio o al mismo género en cuestión. Se podría decir que, desde una perspectiva latinoamericana, The Rumba Kings (2021) nos remite a la Cuba de Compay Segundo y el Buena Vista Social Club, solo que con un idioma y compás distinto. En ese sentido, somos testigos de un “descubrimiento” a propósito de esa referencia en donde se reconoce a dos universos que han coincidido en preservar un mismo vínculo, aunque con un distintivo propio que además forma parte de sus respectivas identidades nacionales. Se podría decir que este documental, por un lado, confirma a la rumba como la expresión cultural de Congo por excelencia y, por otro lado, pretende comunicar el valor de esa tradición a tantos países que hasta el día de hoy ignoran esa realidad y se limitan a reconocer a ese país africano como cuna de la minería ilegal.
Pero The Rumba Kings, más allá de fabricar un resumen de la línea de tiempo de la evolución de la rumba, se interesa en definir cómo es que esta música moduló los usos históricos al persuadir a ciertos conflictos internos hasta el punto de erradicar o aligerar estos mismos. En principio, el documental nos muestra cómo es que el género de la rumba fue producto de una convergencia de estilos musicales tribales de la zona, prácticas que tuvieron como primordial estímulo el desfogar las aflicciones que el esclavismo colonialista belga provocó en ese territorio por décadas. Es desde ese precedente que se podría definir a la rumba como una actividad emancipadora, en este caso, ante el miedo o las rutinas infrahumanas impulsadas por el colonizador, a pesar de que ciertamente era practicada únicamente en los escenarios en donde el “capataz” no podía verlo. Así como muchas expresiones tradicionales, la rumba para el Congo fue una práctica que ayudó a sobrellevar o neutralizar una realidad crítica. No dejo de relacionarla con la emblemática gastronomía criolla en el Perú, mucha de la cual le debe a la comida afroperuana, comunidad esclavizada que en su momento se las ingenió para sacar provecho de los insumos desestimados por los criollos.
La rumba se convierte así también en una herencia que fue colonizando ciudades congolesas, luego países africanos, hasta llegar a escenarios europeos. La música, la comida o la cultura en sí, en regla general, es un medio efectivo para llegar a un consenso, y este documental lo prueba al citar una etapa histórica importante para el país. The Rumba Kings nos narra sobre cómo la música fue clave para la independencia de la República Democrática del Congo, sobre cómo el colonizador estimó, bailó y pasó por alto esa frontera social que los dividió por décadas. La historia de una canción en específica que fue creada especialmente para la ceremonia de la independencia es equivalente a un pacto colectivo firmado o una fuente histórica. Es la prueba de un consenso entre dos naciones que ponía fin a una temporada oscura e inauguraba una optimista sin necesidad de una postura ofensiva. La rumba entonces pasaba de ser un género musical a una estrategia o arma política que no dejaba afectados en lo largo de su campaña.
[N.E.: «The Rumba Kings» se presentará el 12 de noviembre en el DOC NYC, en Nueva York, uno de los festivales documentales más grandes de Norteamérica].
The Rumba Kings (2021)
Género: Documental
Duración: 94 minutos
Idiomas: Francés y Lingala (con subtítulos en inglés o en español).
Director: Alan Brain Delgado
Productora: Monica Carlson
Edición: Alan Brain
Diseño de sonido: Mirella Bellido
Colorista: César Pérez
Empresa productora: Shift Visual Lab LLC
Sitio web: www.therumbakings.com
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