[Entrevista] Alan Brain, director del documental «The Rumba Kings»

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El peruano Alan Brain Delgado (Lima, 1971) ha estrenado este año su primer largometraje, un film con una temática inesperada dentro del panorama del cine nacional. «The Rumba Kings», una coproducción peruano-estadounidense, es el título del documental que el realizador dedica a la historia de la música popular de la República Democrática del Congo, en particular a los irresistibles ritmos africanos de la denominada rumba congoleña, sus orígenes, sus influencias, sus primeras figuras, y su relevancia en el complejo y violento contexto sociopolítico de la golpeada nación africana en los años 60.

«Comencé a investigar el tema en 2012 mientras trabajaba en una misión de la ONU en el Congo. La filmación empezó un año después, y la película se terminó en los primeros meses de 2021. Me tomó alrededor de nueve años. No fue fácil y experimenté innumerables valles y montañas», comenta Alan. «La primera vez que escuché una canción de rumba congoleña, “Indépendance cha cha” de la orquesta African Jazz, inmediatamente me enamoré del ritmo y la historia que rodea a esa canción. ¿Qué tan increíble es que en 1960 un equipo de ensueño de músicos de rumba congoleña acompañó a los políticos de sus país durante las negociaciones por su independencia? Esto es único. Pero no solo eso, ¡durante las negociaciones esos músicos tocaban conciertos todas las noches para que los políticos pudiesen bailar!», añade el realizador, quien inició esta producción en Lima y luego de un par de años la concluyó ya radicado en EE UU.

Descubrimos «The Rumba Kings» revisando el vasto catálogo del Festival DOC NYC, donde se podrá ver el documental hasta fines de noviembre. La película tuvo su estreno mundial el 6 de mayo en el DOXA Documentary Film Festival, en Vancouver; y luego ha participado en una veintena de festivales, llevándose premios y distinciones en eventos tales como el Musical Écran, de Francia; el Festival de Richmond, en Virginia, EE UU; en el Montreal International Black Film Festival; y recientemente en el Doc’n Roll Film Festival, en Londres.

Conozcamos a continuación más sobre este nuevo realizador peruano y su obra «The Rumba Kings», en la siguiente entrevista:

Alan, revisando un poco sobre ti, vemos que tienes una carrera de casi treinta años en campos como publicidad, periodismo, televisión y cine. ¿Cómo resumirías tu experiencia en el audiovisual en Perú?

Mi experiencia en el audiovisual en el Perú tiene como punto de partida el montaje, la edición, en dos frentes que están muy presentes en mi carrera: la ficción y el periodismo. El montaje se encuentra al centro de todo porque fue mi primer contacto con la producción audiovisual. Empecé trabajando como editor de reportajes en un programa dominical de Canal 9 llamado «En Directo», a mediados de los noventa, aprendiendo de dos de los mejores editores de cine y televisión peruanos, Luis Barrios y Carlos Paz. Después de eso, estuve en varios programas dominicales y trabajé como editor principal de César Hildebrandt en Frecuencia Latina, canal 2. En paralelo, también empecé a explorar la edición de ficción, editando primero telenovelas de Iguana Producciones y de América Producciones, y luego cortometrajes y largometrajes. Poco a poco me atreví a salir de la sala de edición y a encargarme yo mismo de la realización.

Desde el 2007 hasta el 2014, trabajé en la misión de las Naciones Unidas para la República Democrática del Congo, haciendo documentales de corta duración para difundir el trabajo de la misión de las Naciones Unidas en el Congo, así como documentales culturales sobre diferentes aspectos de la cultura congoleña. (Este es sobre un escritor congoleño, este sobre un robot de tráfico incorruptible, y este otro sobre la cocina congoleña). Es en esa etapa en la que empieza la producción y la realización de «The Rumba Kings». Cuando regresé a Lima, en el 2014, tuve la oportunidad de dirigir cinco capítulos de una serie de ficción llamada “Acusados” producida por Margarita Morales, con Sebastian Monteghirfo y Karina Jordán en roles protagónicos. Yo dirigí y edité cinco capítulos y estoy muy contento con el resultado. Lamentablemente la serie nunca se estrenó, pero aquí pueden ver el tráiler.

Entrando ya en tu película, ¿cómo se origina tu interés por la rumba congoleña y la sociedad africana? ¿Percibes puntos de conexión entre el Congo y el Perú?

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Franco y su orquesta OK Jazz, en el concierto «Zaire 1974».

Mi interés nace en los siete años que pasé viviendo y trabajando en el Congo con las Naciones Unidas. Llegué allá sin conocer la rumba congoleña. Nunca había escuchado a las estrellas de este género musical como Franco y su OK Jazz o Grand Kallé y su African Jazz. Apenas los descubrí quedé profundamente enamorado de esta música. Yo crecí en Pueblo Libre, rodeado de la música que denominanos “salsa”, aunque la salsa no es un género musical sino un movimiento. Con esa infancia, el ADN musical de la rumba congoleña me era muy familiar. Además, esa rumba tiene una guitarra eléctrica que invita al baile. Y que me traía ecos de algunos de los titanes de nuestra cumbia peruana, como Los Destellos o Chacalón y la Nueva Crema. Sinceramente, si la música de OK Jazz, la orquesta de rumba congoleña más famosa de todos los tiempos, hubiese llegado a la radio peruana en los años 70 cuando había ya captivado el continente africano, habría sido un éxito total en Perú. Hubiesen hecho bailar a toda una generación de peruanos, al mismo nivel que el Gran Combo o Oscar D’León. El idioma no habría sido una barrera. La música hubiese conectado totalmente con los peruanos., estoy seguro 

Descubrimos la película dentro de la programación del DOC NYC, y nos llamó la atención que un documental sobre la música del Congo aparezca como una coproducción entre Perú y EE UU. ¿Podrías comentarnos un poco sobre ese particular asunto de determinar la ‘nacionalidad’ de un film al presentarlo a un festival internacional, y por qué deberíamos considerar “The Rumba Kings” como una película peruana?

Luego de presentar el documental a varios festivales de cine aprendimos que el país de producción de un film, su nacionalidad, es definida como el país del que proviene el dinero con el que se hizo la producción. Yo soy peruano y financié con mis ahorros la mayoría del documental. Desde este punto de vista, el documental tiene nacionalidad peruana. La nacionalidad estadounidense existe porque, para poder lanzar el documental al mercado, yo necesitaba una empresa que se encargue de todos los contratos y demás. Para eso, creé una en Estados Unidos, y es con esa empresa que enfrentamos la etapa final de producción. Es así como el film termina siendo una coproducción Perú-Estados Unidos. Esto lo consultamos con varios expertos y nos dijeron que era lo correcto. Este es un escenario muy común en largometrajes independientes en los que la financiación del proyecto no está tan bien planificada como en un proyecto netamente comercial. Yo creo que «The Rumba Kings» es una producción peruana por lo mencionado anteriormente, pero también porque yo no hubiese sido capaz de realizar esta película si no fuese peruano, si no fuese latino. Es mi identidad peruana la que me permitió conectar con estos músicos y compartir valiosos momentos con ellos. Mi profunda conexión con esa guitarra de la rumba congoleña, que se refleja en el film, proviene de mi amor por la guitarra de Chacalón y la Nueva Crema, la guitarra de Los Destellos, la del grupo Néctar, o la de Juaneko y su Combo.

Asimismo, vemos que contaste con algunos profesionales peruanos dentro del equipo técnico. ¿Cómo fue trabajar con ellos? ¿Hubo aportes desde el lado técnico peruano que se complementaron con tus ideas?

Fue una experiencia muy valiosa que dice mucho del alto nivel técnico audiovisual que tenemos en el Perú. Cristopher Luna Victoria, entrañable compañero de ruta, hizo la dirección de fotografía de la secuencia inicial de créditos. El impacto que esa secuencia inicial tiene sobre el valor de producción del documental es innegable y todos los créditos van al magistral trabajo de Cristopher. Luego, está el increíble trabajo de Mirella Bellido quien hizo el diseño de sonido del documental. Mirella enfrentó una serie de retos muy complejos. Desde diseñar los espacios sonoros para acompañar las imágenes de archivo, pasando por esculpir el perfil sónico del dialogo del film, hasta diseñar el mejor engranaje entre música y diálogos para evitar la saturación musical en la audiencia o, en el otro extremo, evitar perder dinamismo. Cesar Pérez, en la colorización, también tuvo una labor fundamental trabajando con más de 30 entrevistas en diferentes calidades y perfiles de color.

“The Rumba Kings” nos resultó un trabajo muy didáctico para conocer la música tan particular como la del Congo. Cuentas con importante material de archivo en la obra y leímos que incluso se restauró material. ¿Se elaboró una búsqueda especial de archivo?

La búsqueda de archivo en esos tres niveles, fonográfico, fotográfico y fílmico, tomó muchos meses. Debido a la complejidad de la búsqueda y al nivel de conocimiento histórico específico que era necesario para enfrentar la tarea, me vi obligado a hacerlo yo mismo. 

Para el archivo fotográfico y fílmico, peinamos todas las organizaciones de archivos históricos privadas como Reuters o Pathé, pasando por museos y colecciones personales hasta organizaciones culturales como el INA en Francia o SONUMA y la Cinemateca Royal en Bélgica. En el lado fotográfico, muchas fotografías provienen de las familias de los músicos que felizmente atesoraron esas fotos por décadas. 

El reto no solo era encontrar archivos históricos que nos ayuden a ilustrar la época en la que se desarrolla la historia, sino que había que conseguir archivo fotográfico y fílmico de estas estrellas de la rumba congoleña. Si no veíamos claramente a estas estrellas cantando y haciendo música, no había documental. Es ahí donde nos enfrentamos al mayor reto. Felizmente, logramos rescatar casi del olvido archivos de video de actuaciones de estos músicos en televisión, en blanco y negro. Estas imágenes fueron luego agrandadas con herramientas de inteligencia artificial para acercarlas al tamaño del HD. Y finalmente, hicimos un retoque cuadro por cuadro para eliminar o reducir las impurezas digitales, líneas negras y demás, que estas imágenes habían desarrollado a lo largo de los años. 

En la parte fonográfica, el reto era encontrar buenas grabaciones de las canciones que necesitábamos usar en el film. Si bien hay reediciones en CD de varias canciones icónicas de la rumba congoleña, esto es una parte ínfima del legado de este género musical. La mayor parte de canciones nunca han sido reeditadas en vinilo o CD y solo existen en vinilos viejos que son muy complicados de comprar o conseguir, incluso pagando altas sumas de dinero. En este caso, la comunidad de coleccionistas de la rumba congoleña fue esencial puesto que fueron ellos quienes amablemente capturaron sus mejores vinilos y nos enviaron los archivos de audio en buena calidad. 

Desde esta parte del mundo, uno tiene más asociado al histórico concierto “Zaire 74” con la fascinante presentación salsera de la Fania All Stars, pero tu documental nos muestra la performance de bandas congoleñas que probablemente muchos desconocían. ¿Buscabas reivindicar a estos intérpretes con esa inclusión específica?

Para Sudamérica, el concierto de Zaire 74 es la épica performance de la Fania All Stars. Pero para los amantes de la rumba congoleña, Zaire 74 es uno de los pocos conciertos profesionalmente filmados (con múltiples cámaras) del guitarrista que muchos consideran como el más importante del continente africano, el congoleño Franco Luambo, líder de la orquesta OK Jazz. Cuando los congoleños y los amantes de la rumba congoleña vieron el documental ganador del Oscar titulado “When We Were Kings” (1996), de Leon Gast, se dieron cuenta que la mayoría de las bandas que actuaron en Zaire 74 habían sido filmadas de manera profesional. En ese momento nace la duda sobre si la performance de Franco Luambo en Zaire 74 también había sido filmada. Y esto es importante porque no existe ningún otro concierto de Franco y su orquesta OK Jazz filmado en color con tantas cámaras y en esa calidad de imagen. Cuando apareció el documental “Soul Power” (2008), que trata del mismo concierto de Zaire 74, dirigido por Jeffrey Levy-Hinte (editor de When We Were Kings), vimos una secuencia de Franco Luambo en el concierto y entonces nos dimos cuenta de que sí había sido filmado y alguien tenia las imágenes.

Esta fue una de mis misiones personales al empezar el documental, devolverles a los congoleños y a los amantes de la rumba congoleña, esa performance de Franco Luambo. Nos tomó meses ubicar al albacea de las imágenes, pero lo encontramos. Ellos fueron muy amables con nosotros y nos enviaron todo el concierto de Franco con todas las cámaras, yo edité todo el concierto para poder escoger los mejores momentos. Y esos momentos fueron los que licenciamos para utilizar en el documental.

Orquesta de jazz africana, presentándose en Bruselas, enero de 1960.

Uno de los temas que se destaca en tu documental es que la música congoleña se convirtió, a mediados del siglo pasado, en un espacio de resistencia y lucha ante el racismo y la represión. ¿En la actualidad, y por lo vivido realizando este film, percibes que la rumba congoleña sí contribuyó a superar estas problemáticas?

La rumba congoleña, de alguna manera, creó un espacio de resistencia contra la opresión que los congoleños sufrían día a día en la época colonial, cuando estaban bajo el yugo de los belgas. La rumba congoleña creó un espacio que podía albergar la esperanza de un futuro mejor. Con el tiempo, la rumba se convierte en una herramienta para restaurar la dignidad de los congoleños y, poco a poco, se erige como un símbolo de identidad nacional. En 1960, la delegación de políticos congoleños viaja a Bruselas para negociar su independencia, y decide llevar una orquesta de los mejores músicos de rumba congoleña para que amenice las noches de la delegación política en Bruselas. En ese momento, ya es evidente que la rumba era un símbolo de identidad nacional y de orgullo. Y esto se hace más evidente aún cuando este grupo de músicos, mientras están en Bruselas, reciben la admiración del público europeo que los observa sorprendidos, realizan más de 60 conciertos no solo en Bélgica sino en Francia y en Holanda, y componen una canción sobre la independencia del Congo que pone a bailar a todo el mundo y que luego se convierte en el himno panafricano de independencia.

Entre los aportes del documental encontramos conocer que la música afrocubana (el son, la guaracha) influyó a la música del Congo. Cualquiera pensaría que fue al revés: que África fue la fuente de la que bebieron los ritmos afrolatinos. Esa conexión, creemos, se pudo desarrollar más en el documental. ¿Pudiste investigar más al respecto? ¿Qué comentarios te sugieren esta relación tan especial entre ambas culturas musicales?  

La música cubana de grupos como La Orquesta de Don Azpiazú o el Trio Matamoros, que era fundamentalmente música conocida como “son cubano”, llega al Congo alrededor de los años 40 y conquista los corazones de los congoleños de forma masiva. Esta música llega a través de la radio y los discos de 78 RPM. La fusión de esta música con ritmos tradicionales congoleños y otros ritmos de África del Oeste es el caldero musical del que nace la rumba congoleña. Pero este son cubano que llega al Congo ya era una música que tenía fuertes raíces congoleñas, puesto que durante el brutal episodio de la trata de esclavos en el que cientos de miles de africanos fueron secuestrados para ser enviados a tierras lejanas como esclavos, muchos africanos del área del rio Congo, (denominados Kongo con K) fueron llevados a Cuba. En Cuba, estos africanos de origen Kongo contribuyeron a la creación del son cubano. Nuestra investigación demostró que Benny Moré, el sonero cubano más grande de todos los tiempos, tenia raíces congoleñas. Uno de sus antepasados vino del Congo como esclavo y fue el primer presidente del Casino de los Congos, una especie de templo para la comunidad congoleña en Cuba. Es en este templo donde Benny Moré aprende percusión africana y desarrolla muy tempranamente esa conexión tan especial con la música. Lo mismo sucede con el músico cubano Arsenio Rodríguez, quien es considerado como el padre de la salsa puesto que la Fania All Stars se inspiró en su música. Arsenio tenía claras raíces congoleñas. Él tiene una canción titulada “Yo nací del África” en la que dice “yo soy del Congo”. No solo eso, Arsenio es uno de los que populariza el uso de la tumbadora en la música cubana, un instrumento inspirado en los tambores tradicionales congoleños que Arsenio conocía bien desde su infancia.

Todo esto no solo lo investigamos en profundidad, sino que se filmó y hasta se editó. Tenemos la secuencia completa editada, incluso con los derechos de copia de las imágenes y música de Benny Moré y Arsenio. Pero esta secuencia no sobrevivió a la fuerza y a la voz propia de la narrativa sociopolítica congoleña. Esta fue la decisión más dura de todo el proceso de creación del documental y tomó casi dos meses. Hicimos varios focus group y esta secuencia siempre generaba problemas en la audiencia porque creaba un desvío muy fuerte en la narrativa, del que la audiencia nunca se lograba recuperar. Como consecuencia de esto, la historia del Congo perdía mucha fuerza. Intentamos reducir la secuencia de Cuba a la mínima expresión, pero sucedía lo mismo. Finalmente, nos vimos obligados a eliminarla completamente porque no nos interesaba poner simplemente un testimonio de alguien que dijera todo esto, sin fundamentar o presentar el contexto y las evidencias.

Prácticamente vimos el documental de pie. No había manera de no intentar bailar mientras uno lo apreciaba. ¡Vaya importancia que le dan al sonido de las guitarras eléctricas! Como decías recién, por momentos relacionamos esos solos de guitarra con delay como los que se escuchan en la cumbia peruana.

Exactamente. La conexión entre la guitarra eléctrica de la rumba congoleña y la de nuestra chicha y cumbia amazónica es evidente y deliciosa. Para un peruano es imposible escuchar la guitarra de Dr. Nico o de Franco Luambo y no pensar en la guitarra de José Luis Carballo, el creador de la mayoría de los riffs de las canciones icono de Chacalón, como «Lágrimas de amor» o «Ven, mi amor», o no pensar en la guitara de Los Wemblers, o de Los Destellos. Si esas guitarras se juntaran, la congoleña y la de la cumbia peruana, ¡¡es que cierra y bota la llave que esta fiesta no la para nadie!!

Un aspecto que llama la atención es la poca participación femenina en las entrevistas. ¿Pasa lo mismo en la historia de la música del Congo, la preponderancia masculina?

Este es un tema del que somos muy conscientes y que no logramos resolver. En el documental hay expertos y hay músicos. En el lado de los músicos, existieron y existen varias cantantes famosas de rumba congoleña, como Mbilia Bel, Abeti Masikini, Tshala Muana, pero todas pertenecen a un periodo posterior al periodo histórico que desarrolla el documental. En el inicio de la rumba congoleña, también existieron algunas cantantes, pero ninguna de ellas marcó el camino y la evolución de la rumba al mismo nivel que los músicos que aparecen retratados en el documental. Ahora bien, en el lado de los expertos, nosotros teníamos un plan para equilibrar de mejor manera este tema. La secuencia sobre Cuba, que se eliminó del documental por temas narrativos, tenía como protagonista y experta principal a la investigadora cubana Rosa Marquetti. Una segunda secuencia que también quedó eliminada del documental fue la secuencia sobre New Orleans, donde existe una plaza llamada “La Plaza Congo” en la que se reunían los esclavos de las plantaciones cercanas para tocar música tradicional de sus lugares de origen. Es en la fusión que se genera en estos encuentros musicales, donde aparecen las semillas de lo que luego se denomina jazz. Esa plaza se llamaba así porque la mayoría de los esclavos que asistían provenían de la zona del Kongo. Y en esta secuencia, la experta principal era la investigadora Freddi Williams Evans. Ambas entrevistas se filmaron, en España y en Nueva Orleans, pero esas secuencias no lograron entrar en el corte final porque ambas producían un desvío muy fuerte en la narrativa del documental. 

“La música es nuestra mayor riqueza” y “La rumba congoleña nunca tendrá arrugas”, son algunas de las frases que se te quedan. ¿Alguna línea o momento que sea tu favorito en el documental?

Tengo muchos momentos favoritos, pero uno de ellos es cuando en unas imágenes de archivo en blanco y negro vemos en un concierto al guitarrista Dr. Nico acercarse a su hermano Dechaud, Nico en la guitarra solista y Dechaud en la guitarra rítmica, y los dos hacen un pequeño jamming y Nico se dispara en un solo hermoso que termina en una fiesta con todos bailando. Y una de mis frases favoritas es justamente esa misma de la mega estrella de la rumba congoleña Papa Wemba cuando dice “La rumba congoleña nunca tendrá arrugas”. Es una frase que lo dice todo, esta música tiene mucha energía, corazón y alegría, y es por eso que se mantiene joven y sin arrugas.

El director Alan Brain (der.) junto al músico Manda Tchebwa, durante el rodaje de «The Rumba Kings».

Por el tema, tu documental nos remite a “Sigo siendo” (2013), la película de Javier Corcuera sobre la construcción de la identidad peruana a través de sus músicos populares. ¿Viste ese trabajo? ¿Tuviste algunas otras referencias cinéfilas?

Vi el documental “Sigo siendo” pero, aunque admiro el recorrido de Javier Corcuera no lo tomé como inspiración. «The Rumba Kings» necesitaba tener una estructura narrativa más tradicional puesto que había que transmitir mucha información. Los filmes que probablemente me inspiraron son «Playing for Change» de Mark Johnson, «Buenavista Social Club» de Win Wenders, y «Muscle Shoals» de Greg Camalier.

¿”The Rumba Kings” ya fue vista en el Congo? ¿Cuál fue su recepción entre los artistas sobrevivientes, los investigadores que aparecen y los espectadores locales?

El documental fue visto por casi todos los artistas sobrevivientes e investigadores el mismo día del estreno mundial. Organizamos un estreno en línea especial para ellos. Todos están muy contentos puesto que, al margen de todos los premios y reconocimientos, es un documento visual muy valioso para las nuevas generaciones. Aún no hemos estrenado el documental en el continente africano o en el Congo. El gobierno de la Republica Democrática del Congo ha presentado, hace varios meses, la candidatura de la rumba congoleña a la UNESCO para que sea inscrita como patrimonio cultural inmaterial del mundo. La UNESCO debe decidir si otorga el estatus o no en las siguientes semanas. Yo tengo mucha fe que sí van a otorgarle este merecido honor a la rumba congoleña en las siguientes semanas. Y nosotros vamos a presentar el estreno del documental en el Congo y en el continente africano, con motivo de esas celebraciones.

El documental ha tenido un importante recorrido por festivales de cine y ya ha recibido distinciones. Entendemos que siempre existe un interés que se vea acá en Perú. ¿Cómo estás trabajando la distribución y exhibición para este lado del mundo?  

Sí, estamos muy agradecidos por todo el amor que el documental ha recibido. Ha sido seleccionado oficialmente en más de 25 festivales de cine internacionales, entre ellos el Festival Internacional de Cine de Bruselas, el Festival de Documentales DOC NYC en Estados Unidos, y el Festival de Cine de Sydney en Australia. Además, el documental ya ha ganado cinco premios, entre ellos: el premio a mejor largometraje documental en el Festival de Cine Panafricano de Cannes, el premio al mejor documental musical en el Festival de Cine Documental de Melbourne y el premio de la Audiencia en el Festival Musical Ecran en Francia. Nosotros queremos llevar el documental al Perú, y para eso pensamos contactar en las siguientes semanas a la Alianza Francesa de Lima y ofrecerles organizar el estreno en Perú junto con un conversatorio sobre el tema.

Por último, ¿en qué proyectos cinematográficos estás trabajando a continuación? ¿Algo que puedas adelantarnos?

Junto con Cristopher Luna Victoria, estamos trabajando en un nuevo proyecto. Es un nuevo documental, pero esta vez directamente relacionado al Perú, específicamente al pueblo afroperuano. No puedo adelantarles muchos detalles, pero es un documental de ensayo centrado sobre lo que Susana Baca denomina “el amargo camino de la caña dulce”. Es decir, la épica historia de los afrodescendientes en el Perú. Vamos a explorar la compleja relación que existe entre la situación de invisibilidad que enfrenta el pueblo afroperuano desde hace décadas, su historia, y las valiosas contribuciones culturales que los afroperuanos han hecho al crisol de tradiciones que conforman la identidad peruana. 

Entrevista realizada por Alberto Venero Torres y Laslo Rojas, el 9 de noviembre del 2021, vía email.

The Rumba Kings (2021)

Género: Documental
Duración: 94 minutos
Idiomas: Francés y Lingala (con subtítulos en inglés o en español).
Director: Alan Brain Delgado
Productora: Monica Carlson
Edición: Alan Brain
Diseño de sonido: Mirella Bellido
Colorista: César Pérez
Empresa productora: Shift Visual Lab LLC
Sitio web: www.therumbakings.com


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