El pasado 25 de noviembre, el realizador huancaíno Luis Basurto Villafuerte estrenó comercialmente su ópera prima «El viaje macho», una película que tuvo su primera proyección pública hace cinco años, en el recordado Festival Lima Independiente. Luego de algunas participaciones en festivales y muestras, la película llegó finalmente a los multicines este 2021, aunque manera limitada, en seis salas de Huancayo, Arequipa, Huánuco y Lima.
«El viaje macho» narra la historia de Carlos Espejo (Luis Ramírez), quien ha cumplido una larga e injusta condena. Al salir de prisión descubre que su vida se ha desvanecido: su hijo se ha marchado lejos, su casa ya no le pertenece y sus amigos apenas lo recuerdan. Sin más a que aferrarse el paciente Carlos encontrará en Huancayo a una ciudad extraña y hostil y se dejará llevar por la quebrada andina montado en el mítico “tren macho”, guiando a Nazario (Amiel Cayo), un invidente que conoció en la cárcel y quien también busca regresar a casa.
A continuación conversamos con Luis Basurto sobre su película:
Luis, cuéntanos sobre el origen del proyecto, ¿desde cuándo venías trabajando en él?
Desde que ingresé a estudiar cine, empecé a escribir varios guiones, que con el tiempo, fueron tomando forma y fuerza. Entre ellos está el guion del “El viaje macho” que creo que el 2006 fue que lo asumí como mi primer guion de largometraje serio. Pues con ese guion pude viajar a clínicas de guion, desarrollo de proyectos y reescrituras.
¿Qué inquietudes te empujaron a concretarlo en este largometraje, luego de dedicarle varios años?
La inquietud primordial era saber que sí podía hacer una película. Vale decir, que como realizador o cineasta que ya había hecho dos cortometrajes con mediana calidad y aceptación debía intentar hacer ahora el largo, además porque sentía y creía que el guion ya estaba concretado.
¿Cómo fue el trabajo con los actores? Con Luis Ramírez principalmente, siendo este su primer protagónico en cine. A diferencia de Amiel Cayo, quien ya ha tenido mayor experiencia en la pantalla grande.
A Luis Ramírez lo conocí rodando el mediometraje del trabajo final de nuestra carrera. Allí invitamos a Lucho para que fuera el protagonista. Desde que escribí el guion, yo sabía que Lucho era el protagonista, pero cuando lo vi en una obra de teatro con esa barba desprolija lo pude vislumbrar con mayor certeza. Lucho es un profesional de la actuación así que no fue muy complicado para mí dirigirlo. Él me decía que luchaba internamente para lograr desdramatizar al personaje y creo que hasta cierto punto lo consiguió. Lo mismo sucedió con Amiel, que también viene de otro grupo de teatro como Yuyachkani. Amiel también tuvo la capacidad de sostener el registro que buscaba. Con ambos el trabajo fue muy profesional, cuando era necesario aportar lo hacían y cuando era necesario seguir el pie la indicación, también. Para trabajar con ambos tuvimos que ver muchas películas y tener en cuenta las referencias que más o menos abordaban el tamiz de nuestros personajes. Para ello tuve una referencia clara en Bruno Ganz de la película “La eternidad y un día” de Theo Angelopoulous.
¿Qué otros referentes tuviste al realizar la película? Ciertas vistas del campo me remiten, por ejemplo, al cine iraní de los años 90.
Efectivamente, un referente para la construcción de esta película fue Abbas Kiarostami. Después de ver sus películas, pensé que “El viaje macho” debería tener aquel respeto y tratamiento aparentemente natural por el campo y las personas que viven en él. Otro cineasta que formó parte del proceso que sentí que me ayudó a construir también la historia y la mirada fue Yilmaz Guney, “El rebaño” y Yol. Luego en el largo proceso, vas descubriendo o reafirmando miradas, por ejemplo, Edward Hopper, pintor estadounidense me ayudó a visionar y componer también la imagen que quería para la peli. Y finalmente, la influencia del cine hecho por el Grupo Chaski redondeó mi concepto del cine que quiero hacer.
¿Y cómo se dio la participación de Magaly Solier? En el corte final su aparición es puntual, y por el gran plano general, solo se distingue su voz.
Cuando hablaba de la escena del encuentro del ciego con su hija, yo sentía que esa debía ser una escena dramática que sostuviera el quiebre final de la película y el casting que tenía hasta ese momento, no me tenía nada contento. Y cuando mencioné la posibilidad que sea Magaly Solier, pues al parecer, con el equipo de producción hubo coincidencia. Le envié el guion a Magaly, y ella aceptó participar de manera especial. Estuvo con nosotros un día de rodaje e hicimos varios planos con ella. Entre ellos los primeros planos de la escena. Cuando estuvimos en mesa de edición caí en cuenta que los planos hechos para mostrar el rostro de Magaly, pues no encajaban con toda la propuesta visual de la película, así que por una cuestión mayor, tomamos la decisión de dejar aquel aporte de Magaly en ese gran plano general.
Uno de los elementos de producción más resaltantes, sin dudas, es el mítico ‘tren macho’. ¿Cómo fue la logística para grabar las escenas que incluían el tren? ¿Fue realmente muy complicado?
Lo del tren fue lo más complicado dentro de la logística de producción. Al inicio logramos que la empresa del tren Huancayo-Huancavelica nos brinde el apoyo con un par de vagones en pleno viaje del ‘tren macho’. Sin embargo, en ese proceso, una fuerte lluvia y consecuente huayco hizo que 300 metros de líneas del ferrocarril fueran arrasadas al río, por tanto, tuvimos que someternos a un plan B, que fue gestionar un hangar gigantesco del tren para hacer croma una gran parte del viaje. Luego de varios ensayos y error, logramos obtener un resultado positivo y continuamos con nuestro plan de rodaje.
La música también tiene cierta presencia en la historia, tanto la incidental como la diegética, en las melodías de violín de Amiel Cayo y sobre todo del maestro ‘Chimango’ Lares. ¿Qué nos puedes comentar sobre este proceso de creación, y de selección de temas?
En el caso de Amiel, que viene de la actuación con el grupo Yuyachkani, ya tenía manejo del del violín, así que nos presentó dos o tres temas compuestos por él y en determinado punto, decidimos por el que salió en la película, ya que sentía que tenía el tono musical andino que necesitaba. Con el maestro ‘Chimango’, fue una invitación a la que felizmente accedió. Y la guía fue la misma, se le pidió al maestro tener un par de propuestas con sonido entre huancavelicano y apurimeño, y finalmente salió la que se oye en la peli. La música andina en la película es vital para mi propuesta, sin que esta tenga un tenor folclórico. Para eso busqué también la voz de Sara Van, que interpreta el cierre de la película con una canción muy profunda.
El tema de la guerra interna y sus consecuencias corre como trasfondo de la historia, solo se hace mención a ella muy brevemente. Es recién al final, con el cartel que incluyes, donde subrayas ese reclamo por los inocentes que pagaron por culpables. Coméntanos un poco sobre esas decisiones, entre la sutileza del relato, y el mensaje claro y directo de cierre.
La historia está basada en eventos que muchos vivimos de manera muy cercana en la época de la violencia y principalmente los que somos de la sierra tuvimos matices de crueldad y gran injusticia. Tengo intención de mostrar en mis películas, si quieres de manera sutil o indirecta, esos saldos de nuestro pasado reciente. Porque creo que aún las heridas están abiertas o mal curadas y que las reparaciones a las personas afectadas ya se olvidarán pronto por parte del Estado. El que siempre paga los platos rotos es el pueblo, aquel que no tomó bando, ni por uno ni por otro, solo quiso vivir o sobrevivir, como hace nuestro personaje.
Transcurrieron 5 años, entre la primera presentación pública en el Lima Independiente 2016 y este estreno comercial. ¿A qué se debió la demora en el estreno oficial?
Desde el Festival de Lima Independiente la idea era buscar más festivales que puedan acoger a mi película, pero el camino y el desconocimiento de cómo hacerlo fue llevándonos por diversas decisiones. Luego de participar en algunos festivales, nacionales e internacionales, tomamos la decisión de buscar el ansiado estreno en salas. Ahora, tengamos en cuenta que la pandemia nos quitó dos años para todo. Nuestra película debió ser estrenada a finales del 2019 o principios del 2020. Pero bueno, el tiempo no pasó en vano, y por fin logramos el objetivo, ahora solo queda esperar y esperar.
Por último, ¿en qué nuevos proyectos vienes trabajando actualmente? Luego de «Las colmenas», que pudiste estrenar el año pasado.
Luego de esta valiosa experiencia de llevar una película al estreno en salas comerciales, con “Las colmenas” pienso que quizás vire de sentido, gire a la izquierda y busque hacer un estreno de corte más cultural. Pienso también que debo buscar la manera de promover más salas alternativas de cine, no es posible admitir con la cabeza gacha, que los exhibidores comerciales te programen en un rincón oscuro y unos horarios devastadores. Y salas que realmente sean de cine, está bien usar los anfiteatros o los parques y adaptarlos, pero creo que hay que buscar que las películas tengan la sala de cine que merecen. Existe mucho cine independiente, experimental que necesita también la oportunidad de ser mostrado o exhibido como corresponda. Mis próximos proyectos son, para el 2022, la producción del “Nostalgias”, mi tercer largo, protagonizado por Magaly Solier y Jesús Luque («Manco Cápac»), y seguir escribiendo guiones y dictando talleres de formación.
Entrevista realizada por Laslo Rojas, el 29 de noviembre del 2021, vía email.
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