[Crítica] «La peor persona del mundo» (2021), de Joachim Trier

La peor persona del mundo

La comedia o el drama romántico es un subgénero que ha sido ya explotado por décadas, tanto así que cuenta con un sinnúmero de clichés y estereotipos, muchos de ellos pertenecientes a diversos ejemplares del cine estadounidense comercial. Pero como cualquier otro género, este puede ser renovado y reutilizado de manera menos previsible, manipulado para desarrollar historias más relevantes para la sociedad contemporánea, o en el caso de “La peor persona del mundo” (The Worst Person in the World), del noruego Joachim Trier, para la generación de los millennials (en la que se encuentra su servidor).

Lo que tenemos aquí es un filme que se dedica a subvertir aquellos clichés que uno esperaría de la arquetípica historia de una mujer joven enamoradiza y perdida en el mundo. Mientras que un cineasta menor hubiese hecho que su protagonista dependa de su relaciones amorosas, haciendo que su historia concluya con un final feliz y exageradamente “fresa”, lo que hace Trier y su equipo es presentarnos algo que se siente más honesto y realista, demostrando como cierta generación se siente perdida, más que nada, en relación a sus predecesores, quienes contaban con expectativas muy específicas que, hoy en día, son prácticamente imposibles de cumplir. El resultado es un drama romántico menos emotivo de lo esperado pero igual intrigante, con una actuación central particularmente potente.

“La peor persona del mundo” nos cuenta la historia de Julie (Renate Reinsve), una chica de 29 años que no parece estar muy segura de lo que quiere hacer en la vida. Como se ve en el prólogo del filme, comienza estudiando medicina en la universidad, para luego pasar a psicología y, finalmente, a fotografía, siempre realizando dichos cambios luego de tener algún tipo de epifanía. La película se lleva a cabo a lo largo de cuatro años, y se desarrolla en 12 episodios, un prólogo y un epílogo, pasando por dos relaciones amorosas muy importantes para Julie. La primera es con Aksel (Anders Danielsen Lie), un artista de cómics cuarentón, y la segunda es con Eivind (Herbert Nordrum), a quien conoce de manera fortuita en una fiesta a la que no estaba invitada.

El título de la película es altamente irónico; Julie se considera sí misma, por momentos, como “La peor persona del mundo” porque nunca llega a conformarse con lo que la sociedad espera de una mujer joven como ella. Nunca llega a estar segura si quiere tener hijos o no —de hecho, aquel es un tema que discute frecuentemente con Aksel—, siempre va cambiando de profesiones y trabajos, y no parece estar dispuesta a quedarse en un solo sitio —o en una sola relación— por mucho tiempo. Desde fuera, parece ser una chica inestable, insegura, pero al conocerla, uno sabe que ese no es el caso, precisamente. Lo que Julie añora es libertad y tiempo —la libertad de poder hacer lo que quiera y cuando quiera, y el tiempo para que nadie la esté presionando o apurando.

Siendo justos, son objetivos razonables, y algo con lo que la generación de los millennials se puede identificar. Y aunque no se trata de una protagonista especialmente simpática, el trabajo de Renate Reinsve es simplemente magnifico, lo cual ayuda a sobremanera a que uno se identifique con Julie y la esté apoyando todo el tiempo. Lo que hace Reinsve es trascender los estereotipos del género para construir un personaje que se siente vivo —después de todo, hemos visto a personajes jóvenes que se sienten perdidos en el mundo en varias películas, pero Julie no se siente como ellos. Su inteligencia, su espíritu libre y su sentido del humor es lo que la convierten en la protagonista perfecta para esta historia.

Ayuda, además, que el guion no la defina a través de sus relaciones amorosas. Sí, aquellos romances son extremadamente importantes para esta historia —porque suelen serlo, también, cuando uno tiene entre veinte y treinta años—, pero uno nunca siente que está viéndolos a través de la perspectiva masculina de sus novios. De hecho, las ocasionales escenas de sexo resultan refrescantes tanto por su naturalidad, como por el ligero female gaze con el que cuentan. Una de ellas, por ejemplo, termina con un plano abierto del hombre completamente desnudo, mientras que otra está grabada desde la perspectiva de Julie, con la cámara detrás de ella, admirando el cuerpo de su pareja mientras hacen el amor. Solo son un par de ejemplos muy puntuales, pero la película entera hace un excelente trabajo enfatizando la perspectiva de Julie para esta historia.

Adicionalmente, lo que muy bien hubiera podido ser una película audiovisualmente plana o tradicional, se convierte en una experiencia constantemente entretenida y por momentos sorprendente. Consideren, sino, la secuencia donde Julie corre libre por las calles de Oslo, la gente que la rodea totalmente paralizada, como si ella —y su potencial pareja— fuesen los únicos que de verdad están vivos en ese momento. O la escena donde Julie y sus amigos consumen hongos alucinógenos —la presencia de un gato montés animado es chocante, pero extrañamente apropiada.

“La peor persona del mundo” no cuenta con la trama más original que haya visto—se trata de una historia tipo coming of age, solo que en vez de contar con una protagonista adolescente, tiene a Julie, una joven que está a punto de cumplir treinta años. Pero lo que convierte a este filme en una experiencia recomendable, es la manera en que Trier ha decidido narrar la historia de Julie, evitando clichés, desarrollando bien a sus personajes, mezclando humor con sarcasmo y momentos introspectivos, y utilizando recursos audiovisuales potentes y nada gratuitos. Súmenle a eso la extraordinaria interpretación de Renate Reinasve, y “La peor persona del mundo” se convierte rápidamente en uno de los dramas románticos más sorprendentes de los últimos años. Estaré atento a todo lo que Trier y Reinasve hagan en el futuro.


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