CODA (2021), remake de la película francesa La famille Bélier (Éric Lartigau, 2014), tuvo su estreno oficial en el Festival de Sundance en enero del 2021, consiguiendo el Premio del Gran Jurado. Apple no tardó en adquirir los derechos de exhibición para su plataforma de streaming por US$25 millones, batiendo el récord para cualquier producción estrenada en el famoso festival de Salt Lake. Sin embargo, por temas de derechos y enredos legales, finalmente la tenemos disponible para Latinoamérica por Prime Video bajo el nombre de «CODA: Señales del corazón».
Quizá por coincidencia o por un verdadero interés de visibilizar a la comunidad sordomuda, Hollywood nos ha mostrado, en los últimos tiempos, un mayor acercamiento a esta minoría, produciendo historias muy bien logradas como la ganadora del Oscar a mejor cortometraje en 2017, The Silent Child (Chris Overton) o la multinominada del último año, Sound of Metal (Darius Marder). Este año tenemos a CODA, escrita y dirigida por la estadounidense Sian Heder (conocida por dirigir «Tallulah»), y cuyo reparto está conformado por personas con discapacidad auditiva en la vida real, razón por la cual la directora tuvo que aprender el lenguaje de señas para comunicarse de manera fluida con el elenco. La cinta toma su nombre del acrónimo CODA que significa Child of Deaf Adults (Hijo de padres sordos).
La película, una comedia dramática coming-of-age, narra la vida diaria de Ruby (Emilia Jones), la única integrante de la familia Rossi que posee el sentido del oído. Ella vive junto a sus padres, Frank (Troy Kotsur) y Jackie (Marlee Matlin), y su hermano Leo (Daniel Durant), quienes son personas con discapacidad. La familia se dedica a la pesca artesanal y necesita la ayuda de Ruby para la interpretación de señas con el resto de personas. Sin embargo, ella descubrirá, con ayuda de su profesor de música (Eugenio Derbez), que su pasión es el canto y enfrentará el dilema de qué hacer con su futuro, condicionada por las limitaciones físicas con las que viven sus seres más cercanos.
Es que la cinta, más allá de lo muy bien cuidado que está el guion y los personajes, es una historia que me dejó con un mensaje potente, pero muy sensible al mismo tiempo, que nunca cae en lo pretencioso, sino más bien asoma en lo empático, para exponer lo complicado que puede ser vivir con discapacidad auditiva, pero también con la responsabilidad de que esta no sea un obstáculo que imposibilite el desarrollo de sus vidas con normalidad. Evidentemente, la película cuenta con muchas escenas en las que el lenguaje que predomina es el de señas y ayuda al espectador colocando el diálogo como subtítulos. Aprecio, principalmente, cómo Heder cuida con gran detalle la imagen de las personas sordas, poniéndolas, como corresponde, con las mismas motivaciones, deseos y preocupaciones que cualquier otro ser humano, aún cuando son más vulnerables por la propensión que tiene la sociedad a hacerlas a un lado. La tolerancia, el amor familiar, el deseo de superación y la empatía son los ejes sobre los que el argumento gira y que utiliza para otorgar un resultado por demás conmovedor y reconfortante, que apela a la fibra emocional más íntima, como lo es la convivencia dentro de un hogar, para sensibilizar sobre la problemática definida. Pero -quiero remarcar este punto- nunca lo hace subestimando, ni mucho menos menospreciando, a los individuos con discapacidad auditiva.
CODA también resalta por la perfecta construcción de personajes que se apoya en un guion vibrante y unas actuaciones fenomenales, en especial la de Troy Kotsur, con quien, más allá de su aspecto tosco y desaliñado, logré conectar de inmediato por sus señas y gesticulaciones. Desconozco el lenguaje de señas, pero entendí casi todas sus escenas sin que sus líneas tuvieran que aparecer como subtítulos. Emilia Jones, desde luego, también brilla pues equilibra muy bien en su personaje el hecho de querer pasar desapercibida en la escuela y, al mismo tiempo, tener el deber de liderar a su familia, al ser ella la única sin discapacidad auditiva. Sorprende Eugenio Derbez también en su papel, pues aunque a veces bordea lo paródico, constituye un motor adicional para que el argumento no tenga bajones en el segundo y tercer acto.
Por otro lado, debo mencionar que el largometraje sí que acusa una falta de sorpresa, ya que todo se convierte en hechos más o menos predecibles hacia el final. Sin embargo, en una feel good movie como la que tenemos entre manos, siempre asumo la presencia de un desenlace edulcorado que, mientras se justifique en sentimientos humanos orgánicos, no debería generar perjuicio al resultado. En efecto, me parece mucho más importante el factor emotivo que los giros argumentales que puedan caber, y en ese sentido, Heder encuentra su mayor acierto: la representación real de una minoría y los sacrificios que se deben realizar para incorporarlos a la sociedad se aprecian muy sinceros y auténticos.
CODA es, en mi humilde opinión, una de las mejores películas del año que desearía que tuviera el reconocimiento que merece en los premios de la temporada 2022. Si no lo logra, de todas formas estoy convencido que tendrá el reconocimiento de todo el que la disfrute, pues es una cinta como pocas, una historia entretenida, pero además valiosa por su esencia y que respeta con extrema nobleza su razón de ser.
Escribe: Rafael Santisteban
Deja una respuesta