La franquicia de “Scream” es una que siempre se ha deleitado en incluir toda suerte de referencias y elementos metatextuales, usualmente relacionados a las películas clásicas de terror estadounidense (especialmente los slashers). Se podría argumentar, incluso, que el gran Wes Craven hizo lo que “Deadpool” eventualmente popularizó en el cine, antes de que fuese cool, demostrando que era posible mezclar el horror sangriento con la comedia y las autorreferencias, para desarrollar historias que cautivasen a los fanáticos del género. Y como toda buena franquicia de slashers, también fue capaz de extender dicha premisa a lo largo de cuatro películas, todas bastante sólidas.
Ahora que Craven ha fallecido (Q.E.P.D.), sin embargo, los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett han tomado la batuta, trayendo de vuelta a esta serie con “Scream”… sí, solo “Scream” (obviamente justifican dicho título con una referencia metatexual en la película en sí). Lo que tenemos acá, tal y como lo menciona uno de los personajes muy elocuentemente, es una “recuela”, es decir, una continuación de las historias previas, que sin embargo mezcla a los personajes originales con nuevos protagonistas, como para obtener una identidad fresca (que sin embargo no enojará a los fanáticos más acérrimos de la serie). Piensen en “El despertar de la Fuerza” o “Jurassic World” —filmes que dependen mucho de la nostalgia de sus fanáticos, pero que también intentan presentar personajes y situaciones (relativamente) nuevas.
Ahora bien, que “Scream 5” (sí, la llamaré así a partir de ahora para evitar confusiones) sepa que es una “recuela” no quiere decir, necesariamente, que logre justificar su propia existencia de manera completamente exitosa. Lo cual, por supuesto, tampoco quiere decir que se trate de una película deficiente. De hecho, lo que tenemos acá es un cumplidor slasher, una película que, sin llegar a ser particularmente escalofriante, genera suficiente tensión e incluye suficientes muertes sangrientas, como para satisfacer a los fanáticos que hayan estado a la espera de una nueva entrega por los últimos diez años. No obstante, sí me dejó con la sensación de que ya no queda mucho más para contar en este universo. Si llegan a producir una “Scream 6”, van a tener que pensar en una narrativa particularmente original para evitar que se sienta redundante.
“Scream 5” tiene como protagonista a Sam Carpenter (Melissa Barrera, “En el barrio”), quien regresa al pueblo de Woodsboro luego de que su hermana menor, Tara (Jenna Ortega) es atacada por un maniático disfrazado de Ghostface. Es así que varios de los pobladores de Woodsboro comienzan a morir, lo cual obliga a Sam y a su hermana a aliarse con otras personas conectadas a los personajes originales de “Scream”, para descubrir quién está detrás de los asesinatos. Tenemos a Wes Hicks (Dylan Minnette), hijo de la diputada Judy (Marley Shelton); Richie (Jack Quaid), el novio de Sam; Mindy (Jasmin Savoy Brown, a quien seguramente vieron en “Spider-Man: Miles Morales”) la experta en películas de terror; y la suspicaz Amber (Mikey Madison). Y por supuesto, el trío de las películas originales también está de regreso: Dewey Riley (David Arquette), ya retirado; Gale Weathers (Courteney Cox), quien ahora trabaja en Nueva York, y Sidney Prescott (Neve Campbell), que se fue de Woodsboro hace bastante tiempo.
Curiosamente, “Scream 5” enfatiza bastante la falta de originalidad del nuevo asesino, admitiendo con frecuencia que está repitiendo muchos de los actos que se cometieron en filmes previos (incluyendo algunas de las locaciones de sus trampas y asesinatos). Esto se justifica, hasta cierto punto, porque parte del “plan” del nuevo Ghostface consiste, precisamente, en producir una suerte de “recuela” real, regresando a las raíces de “Scream” (y por ende, de las series de películas dentro de estas películas, “Stab”) luego de haberse alejado de sus inicios con las últimas entregas. Todo esto es bastante gracioso y funciona dentro de la ficción de la película, pero también hace que “Scream 5” se sienta ligeramente redundante, sin mucho que ofrecer en términos de originalidad o shocks.
Las muertes, al menos, son gráficamente sangrientas, poniendo en evidencia que se trata de una película para adultos, y no de una propuesta de terror censurada y pulcra, enfocada en el público adolescente. Y aunque la mayor parte de giros narrativos —incluyendo el supuesto shock final— son bastante previsibles, disfruté de la manera despiadada en que los directores decidieron tratar a sus personajes. No es una exageración decir que nadie en “Scream 5” está a salvo —a diferencia de otras películas del género, cualquiera puede morir en cualquier momento, lo cual le suma mucha tensión a las escenas en las que Ghostface acecha a sus potenciales víctimas. Ayuda, también, que el asesino sea una fuerza de la naturaleza, alguien aparentemente capaz de aguantar balazos, golpes, empujones, apuñalamientos y más.
Tanto Campbell, como Arquette y Cox regresan al mundo de “Scream” sin mayores problemas, interpretando a sus personajes con total naturalidad, como si casi no hubiese pasado el tiempo. Campbell, en particular, logra hacer bastante con poco, demostrando porqué ella siempre será la verdadera heroína de la franquicia. En lo que se refiere a los personajes nuevos, sin embargo, los resultados son más mixtos. Melissa Barrera, quien estuvo muy bien “En el barrio”, da una actuación decepcionantemente tiesa, sufriendo, incluso, durante las escenas más dramáticas o sentimentales. Por su parte, Jenna Ortega logra desarrollar a Tara como una chica fuerte pero vulnerable; Jack Quaid es suficientemente inocentón como Richie; Dylan Minnette tiene muy poco qué hacer como Wes, y Jasmin Savoy Brown destaca como la cinéfila Mindy, inyectándole mucha personalidad y energía al personaje.
“Scream 5” es una secuela meramente cumplidora —un slasher que homenajea a las entregas anteriores de la franquicia, incluyendo incontables referencias a eventos y personajes previos, así como detalles que seguramente le encantarán a los fanáticos del cine de terror. La historia es previsible y los giros narrativos no son particularmente sorprendentes, pero la mayor parte de escenas con Ghostface son tensas y acaban de manera apropiadamente sangrienta. Al igual que las películas anteriores, “Scream 5” mezcla humor con suspenso y gore, y el resultado final, aunque poco original, es entretenido y deliciosamente metatextual. Solo espero que logren hacer algo un poco más creativo para la (inevitable) sexta entrega.
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