The Worst Person in the World (Verdens verste menneske – 2021, Noruega) es un poderoso drama existencialista que coquetea con la comedia romántica para narrar el recorrido vital de Julie, una mujer que, al acercarse a los 30 años, se enfrenta a una serie de (in)decisiones, (in)seguridades y (des)encuentros a nivel profesional, sentimental y personal.
El director y guionista danés Joachim Trier (Oslo, August 31st, Thelma) nos presenta el devenir de Julie (Renate Reinsve) a través de 12 capítulos, más un prólogo y un epílogo. Esta estructura episódica le permite captar situaciones tan cotidianas como esenciales en su búsqueda de una carrera profesional que la satisfaga y de una pareja con la que pueda tener una relación estable.
A través de un humor aparentemente ligero y unos diálogos siempre afilados como una navaja, el guion excava en las profundidades de todo aquello que llega de golpe con la adultez: cómo difieren las expectativas de los demás, de la pareja y de uno mismo sobre aquello que determina la realización personal; las prioridades que uno debe elegir cuando se cierran etapas; la tensión constante entre permanecer en un mismo lugar con la misma compañía o salir a buscar sensaciones nuevas.
A nivel formal, Trier y el director de fotografía Kasper Tuxen construyen imágenes muy sugerentes y poéticas que acompañan cada paso de Julie. En uno de los mejores capítulos, el tiempo se detiene para todos menos para ella, quien en medio de una conversación con su novio Aksel (Anders Danielsen Lie) tiene una súbita revelación y decide salir corriendo para buscar a Eivind (Herbert Nordrum), un chico por el que siente una atracción que no puede contener. En una ciudad congelada y estática, Julie es la única fuerza en movimiento, corre libre y despreocupada hacia su objetivo.
La protagonista Renate Reinsve ofrece una actuación extraordinaria (por la que fue premiada en el Festival de Cannes del año pasado), logrando que cada una de sus emociones se sienta real, orgánica, salida de las entrañas. Por su resistencia a encajar en los moldes impuestos, recuerda en ciertos aspectos a otros icónicos personajes femeninos como los de Diane Keaton en Annie Hall, Audrey Tautou en Amélie y Greta Gerwig en Frances Ha.
A partir de Julie, Trier traza con perspicacia y elegancia el retrato de una generación inconforme, que avanza aparentemente sin tener muy claro el rumbo, pero que se aferra siempre al presente, porque el mañana está muy lejos y cada instante amenaza con escapársenos de las manos si no lo atrapamos con fuerza.
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