Una de las mejores características de Pixar, es que nunca parecen estar dispuestos a dormirse en sus laureles. Sí, sé que algo como “Cars 2” no puede ser considerado como arte, necesariamente, pero es más una excepción que parte de la regla. De hecho, hasta se podría declarar que la mayor parte de películas que Pixar ha sacado en los últimos años han sido de excelente calidad, y variadas tanto en su contenido como en su perspectiva. Desde las relaciones entre padres de hijos de “Onward”, hasta las reflexiones metafísicas y espirituales de “Soul”, y por supuesto, el enfoque tan adorable de las amistades púberes de “Luca”, Pixar ha sido capaz de hacer un poco de todo. Y siempre lo hace de manera particularmente emotiva y colorida.
Esta vez, es el turno de la directora Domee Shi. “Red” —la cual, dicho sea de paso, debió estrenarse en cines, por más de que las últimas dos producciones de Pixar hayan ido también de frente al streaming— es una historia sobre el paso de la infancia a la adolescencia, desde un punto de vista netamente femenino… lo cual, no hace falta decir, es algo que no se ve con mucha frecuencia en el mundo de la animación occidental. Lógicamente, esto significa que ya muchos hombres han salido a quejarse sobre el contenido de la película, algo que debería ser, en su mayoría, ignorado. Porque “Red” no es sino un deleite, un filme animado que puede ser disfrutado por todo tipo de público, y que utiliza elementos fantásticos como metáforas que deberían sentirse muy cercanas para cualquier persona que haya pasado —o esté pasando— por la adolescencia.
“Red” cuenta la historia de Meilin (voz de Rosalie Chiang), una chica asiática-canadiense de 13 años que vive en Toronto con sus padres, Ming (Sandra Oh) y Jin Lee (Orion Lee). Ella es una mujer muy tradicional, obligando a su hija a participar de varios eventos relacionados al templo que manejan en medio de la ciudad, mientras que él parece ser un poco más callado, menos involucrado en los asuntos de su hija. Las cosas cambian, sin embargo, cuando Meilin de pronto se convierte en un panda rojo gigante, en una secuencia que sirve como verosímil metáfora de su primera menstruación. Es así que se entera, por parte de su madre, que esta singular transformación se trata de un don que ha heredado de ella y de todos sus ancestros.
La única manera de controlar al enorme panda es asegurándose de no expresar sus sentimientos de manera muy fuerte, pero siendo Meilin una adolescente, eso es mucho más difícil de lo que suena. Además, la chica está empecinada en ir al concierto de su boy band favorita, “4-Town”, junto a sus mejores amigas: Mariam (Ava Morse), Priya (Maitreyi Ramakrishnan), y Abby (Hyein Park). El problema es que su mamá no está dispuesta a ayudarle a pagar la entrada, y lo que es peor, ahora que se convierte en un inmenso panda rojo cada vez que se emociona (o se pone triste… o feliz… o molesta), ir a un evento de ese tipo se convierte en un reto incluso más complicado.
Lo mejor de “Red” es que logra mostrar de manera tanto emotiva como graciosa, cómo es la vida de una adolescente (o púber) común y corriente, claramente basándose en las experiencias de sus creadoras. Resulta divertido ver a Meilin emocionándose por ir a ver un boy band, haciendo dibujos en sus cuadernos de los chicos que le gustan, o simplemente comportándose de manera alegre (o incluso cringe) con sus amigas… ¡como lo haría cualquier otra chica de su edad! El hecho de que la película se lleve a cabo en el año 2002, además, le permite a Shi incluir varios elementos con los que una generación en particular (¡la mía!) se puede identificar, como tamagotchis, celulares gigantes, camcorders, y más.
Resulta fascinante, además, consumir una película animada en donde varios aspectos de la vida cotidiana de chicas púberes o adolescentes son normalizados. En cierto momento, Ming trata de ayudar a su hija dándole toallas higiénicas (asumiendo que la ha venido la regla por primera vez, aunque no lo dicen explícitamente), por ejemplo. Y también vemos a Meilin y sus amigas hablando sobre chicos, tal y como lo hacen muchas niñas de su edad. Es algo que es totalmente normal en la vida real —y que, además, ha sido mostrado en incontables películas previas…. solo que desde un punto de vista exclusivamente masculino—, y que es integrado de manera totalmente orgánica y divertida en la trama de “Red”.
Porque, muy aparte de lo aspectos más relacionados al comportamiento de Meilin como protagonista, “Red” hace un buen trabajo desarrollando los aspectos más fantásticos de la narrativa. Su transformación en una panda rojo resulta en momentos realmente divertidos —consideren, sino, cómo decide vender fotos con ella transformada en panda, y hasta merch para poder costear las entradas al concierto de “4-Town”—, y por supuesto, culmina en un enfrentamiento espectacular durante el clímax de la historia. El mensaje central de la película, además, está transmitido con efectividad, mezclando ambos aspectos de la historia de manera emotiva y verosímil: está bien que una chica adolescente se conozca a sí misma y se convierta en su propia persona. El rol de Ming, de hecho, deja en claro que no está bien que los padres sean exageradamente sobreprotectores.
Puede que dicho mensaje de individualismo le fastidie a ciertos espectadores, pero a mi parecer, está manejado con suficiente delicadeza en “Red”. Súmenle a esto unas actuaciones de voz realmente buenas —la Meilin de Rosalie Chiang puede llegar a ser tanto adorable como desesperante… ¡como cualquier adolescente!—, y un aspecto técnico pulcro (como en cualquier otra película de Pixar), y “Red” se convierte rápidamente en una experiencia memorablemente emotiva. Puede que no convierta al público en un mar de lágrimas, como “Toy Story 4”, “Intensa-mente” o “Soul”, pero lo que hace “Red” es incluso más valioso: mezcla mensajes sobre autorrealización y el descubrimiento de la identidad propia, con la normalización de la feminidad adolescente, y una historia fantástica muy graciosa. ¿Qué más podríamos pedir?
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