Los primeros minutos de A Night of Knowing Nothing (2021) me recuerdan a My Mexican Bretzel (2019). Cartas abandonadas, una voz femenina, un romance prohibido. Ciertamente, aquí el anonimato de la emisora nos anticipa que estamos tratando con un testimonio que tiene un mayor grado de postergación que el diario de la mujer del documental español. A esto se suman los antecedentes o coyuntura a la que alude la escritora en sus misivas. Ya con eso, el documental de la directora Payal Kapadia va por un camino totalmente distinto al de Nuria Giménez. La introducción a un escenario melodramático no es más que una excusa para derivarnos a una pugna política en terreno universitario. En consecuencia, es que la película ahora me persuade a vislumbrar un nuevo vínculo. Se me viene a la mente el ambiente del Mayo del 68. Diversos directores franceses, e incluso uno italiano como Bernardo Bertolucci, a través de su película The Dreamers (2003), promovieron historias en donde se ejerce una dialéctica entre la política comprometida y los primeros amores desde la experiencia de los universitarios en plena efervescencia social. El amor en A Night of Knowing Nothing si bien no es contemplada en primer plano, salvo en la introducción de la película, su referencia es suficiente para detectar de que estamos ante una relación amorosa sintomática; es decir, consecuencia de una divergencia social latente en la nación hindú.
Este testimonio epistolar hace pues referencia a las protestas universitarias en las aulas del Film and Television Institute of India, en el año 2015, a propósito de la designación de una directiva incapacitada para el puesto, lo que a su vez patentizaba el estado de abandono al que estaba expuesto desde hacía años atrás la prestigiosa institución. Se descubre así una lucha por los derechos no igualitarios en un sistema que escatima o hasta restringe valores a las comunidades reconocidas como las castas pobres. Este conflicto encuentra una relación con el melodrama de “L”, la joven que escribe a su amante “enclaustrado” por su familia luego de enterarse que el primogénito tenía una relación amorosa con una dalit, en referencia a una mujer perteneciente a la población considerada por el sistema indio como la menos privilegiada, aislada en la pobreza extrema y, por tanto, imposibilitada de convivir con las otras castas. A Night of Knowing Nothing no era un melodrama, sino un drama social. Tampoco es pues un drama personal, sino colectivo. De ahí la razón por qué las imágenes en su mayoría registran a una rutina universitaria, en principio, jubilosa, luego, agitada, organizada, reprimida por la policía y agentes de coacción de credenciales irregulares.
Este es un filme que hace un panorama a la apasionada militancia universitaria y de paso hace crítica a la estructura social tradicional en dicho país asiático. En tanto, el drama es el poder político encomendando detenciones, agresiones y provocando un saldo de heridos y muertos. Es un retrato enérgico y aguerrido el que manifiesta el bando universitario, y es también un retrato de frustración y mucho miedo el que este mismo proyecta. El testimonio de “L” no es suficiente para Payal Kapadia. Es así como el documental, además de valerse de un registro epistolar, reúne material de archivo de la violencia desatada por la policía. A Night of Knowing Nothing manifiesta un carácter de denuncia firme que va reconociendo una variedad de formas para expresarlo. Las cartas son intercaladas por arengas, declaraciones a la prensa, cámaras de vigilancia, dibujos enigmáticos que definitivamente traducen un gesto de auxilio en estado de emergencia. Lo curioso también es que este documental parece saltarse los tiempos. Por un momento, “L” responde a más de un enfrentamiento correspondiente a temporadas distintas. Muy a pesar, todos coinciden en una denuncia tradicional fruto de un sistema tradicional y prejuicioso.
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