Se estrena comercialmente esta semana, de manera limitada, «LXI (61)», el segundo largometraje de Rodrigo Moreno del Valle, quien debutó el 2016 con la prometedora «WIK». Presentada por primera vez el 2021 en el Festival de Lima, «LXI» retoma el pequeño universo sobre la amistad de jóvenes limeños privilegiados y atribulados que conocimos en su primera película, logrando aquí ampliarlo, expandirlo, ganando en gravedad y en melancolía, siempre teniendo como marco las calles del límite entre Lince y San Isidro.
«LXI» tiene como protagonistas a cuatro ex compañeros de colegio, quienes se vuelven a juntar luego de 15 años, a causa del temprano fallecimiento de un amigo en común, con quien todos tenían una relación cercana y complicada. El suicidio de Bernal dispara así la noche de tragos y recuerdos en la que Humberto junta a Gabriela, Daniel y Cristian para intentar resolver los conflictos que los alejaron al terminar el colegio.
Javier Saavedra tiene en «LXI» su primer protagónico en el cine, interpretando a Humberto. Rodrigo Palacios por su parte interpreta a Daniel, el elemento antagónico en el grupo. Completan el reparto Sebastián Rubio y Cynthia Moreno, debutante en el cine.
Conversamos a continuación con Javier Saavedra de Riglos (Lima, 1985) y Rodrigo Palacios Pazos (Lima, 1980):
Javier, ¿cómo fue tu primer contacto con este proyecto? ¿Qué es lo que te interesó para que te involucres en él?
Javier Saavedra: A Rodrigo [Moreno] lo conocía de vista y por amigos en común del colegio Santa María. Y hace unos años nos tocó trabajar en Latina en un programa de arquitectura en el que yo era el conductor y él fue el director. Desde ahí siempre hubo una buena química laboral y entablamos una relación amical. Después de un tiempo de varios intentos de colaboración aterrizó «LXI», proyecto con el que me involucré desde casi dos años antes de su rodaje. Yo era nuevo en el mundo (de la actuación y el cine) y Rodrigo era el único director que se notaba que realmente quería trabajar conmigo. Vio algo en mí, que quizás en el momento ni yo mismo veía, así que siempre estuve interesado en trabajar con él por eso, y porque era un proyecto en el que me iba a tener que preparar y entrenar un montón para llegar a la expectativas que tenía él en mí.
En “WIK”, el personaje central es una suerte de alter ego del director. En “LXI” esa figura está menos marcada, sin embargo son visibles aún ciertos rasgos. ¿Cómo trabajaste la interpretación del personaje de Humberto? ¿Cómo se fue dando esa idea de tomar prestado algunos elementos de la apariencia física del director?
Javier Saavedra: Al no tener una formación profesional de actor, los personajes que me ha tocado interpretar no los he interpretado realmente. Me he convertido en ellos (al menos eso he intentado). Con Rodrigo [Moreno] hicimos un trabajo de mesa previo en el que definimos cómo había sido la infancia de Humberto, su experiencia en el colegio, la relación con sus padres, sus gustos musicales, su historial de novias, etc. Y me fui mimetizando con él. Para ponerte algunos ejemplos, no usé mi carro en meses (solo me movía en bicicleta o caminando), escuchaba música de bandas que normalmente no escucharía, como Rafo Ráez, me veía documentales de crianza de abejas (Humberto vendía miel de abeja), cosas que me ayudaron a ponerme en el “mood” de Humberto. La transformación física fue pensando en el personaje no en Rodrigo. De hecho, para el primer tráiler que grabamos para presentar el proyecto a DAFO, un año antes del rodaje me transforme aún más con dieta y deporte; y bajé como 5 kilos de masa muscular. Lamentablemente cuando rodamos la película coincidió con el fin de rodaje de otra película para la cual tuve que ganar masa muscular. Felizmente con toda la ropa que usaba Humberto, y todo el pelo que le cubría la cara, no se notó realmente. Simplemente cambiamos un poco el perfil de Humberto y le acreditamos su “buen estado físico” (comparado a la idea original de presentarlo con un físico más ‘flébil’) a la cantidad de bicicleta que montaba todo el día.
Rodrigo, tú venías de protagonizar “La bronca” con un personaje cargado de una violencia contenida importante. En “LXI” de alguna forma vemos otra arista de ese personaje limeño, cínico y agresivo en su hablar y sus gestos, más afín a una posición política alejada del progresismo. ¿Cómo abordaste en esta ocasión tu personaje de Daniel?
Rodrigo Palacios: Daniel es muy distinto a mí, pero muy parecido a varias personas que he conocido en mi vida. Entonces, todo lo retador de ponerme en zapatos de alguien que piense y actúe tan distinto a mí, empezaba a fluir mejor cuando pensaba en todas las referencias que tenía de esos Danieles con los que alguna vez había tenido que tratar. Creo que lo más interesante del proceso fue no juzgarlo, sino más bien tratar de entenderlo y encontrar su lado más humano. ¿Por qué hablaba así? ¿Por qué decía las cosas que dice? ¿Y por qué piensa de esa manera, sin dar su brazo a torcer? Y en esas respuestas, en esas entrelíneas e historias que nos fuimos armando sobre los personajes, pero que no se ven en imágenes, creo que encontramos la justificación de su comportamiento.
¿Cómo fue el trabajo de dirección con ustedes los actores? ¿Qué metodología utilizaron, realizaron muchos ensayos previos, mucho trabajo de mesa?
Javier Saavedra: Como mencioné anteriormente, era amigo de Rodrigo hace un tiempo así que eso ayudó a poder tener una comunicación horizontal y directa con él para discutir cualquier cosa del proyecto o el personaje. Nos juntamos varias veces, incluso con ‘chela’ en mano. Por otro lado ensayamos la película como si fuese una obra de teatro, sentados en una mesa con el guion.
Rodrigo Palacios: Sí, de hecho somos amigos desde antes de Rodrigo y de Illary [Alencastre, coproductora del film], lo cual ayudó mucho a tener un proceso muy fluido, amigable, de mucha comunicación entre todos, y sobre todo muy divertido. Nos juntamos varias veces a conversar sobre los personajes, a armar las historias previas de cada uno y las teorías de lo que habría pasado en esos años de colegio y después, que no se cuentan textualmente en la peli. Y luego nos juntamos a ensayar varias de las escenas. Leíamos y leíamos y poco a poco, palabra por palabra, íbamos encontrando cosas bien interesantes y todos los secretos se iban develando.
¿Durante el trabajo de creación el director les dio algunas referencias, desde el cine u otras artes?
Rodrigo Palacios: Sí. A mi me pasó que coincidí con Rodrigo [Moreno] en un par de imágenes para el personaje, de personas reales que existen y que ambos conocemos. Eso sirvió bastante, porque cuando conversábamos sobre el personaje era más fácil remitirnos a “cómo se comportaría este pata que conocemos en la vida real?”, y era la misma imagen la que se dibujaba en nuestras cabezas (risas).
Javier Saavedra: No me acuerdo si vimos películas enteras de referencia pero sí revisamos algunos personajes y escenas. Lo más importante fueron las referencias de personajes de la vida real que conocíamos los dos. Partiendo de ahí construí un mapa emocional que se dividía por escena y por bloques; el cual tenía pegado en la última pagina de mi guion.
Ciertos comentarios que hemos leído sobre el cine peruano, a propósito de “LXI”, se refieren a las historias de la clase acomodada limeña como frívolas, banales, sin profundidad. ¿Qué opinión les merece este tipo de lecturas?
Rodrigo Palacios: La verdad que no he leído ni escuchado ese tipo de comentarios, y tampoco se si podría etiquetar a «LXI» como una historia frívola. Es la historia de cuatro amigos que se juntan después de varios años de no verse, por una circunstancia extraña, triste y misteriosa, que es el suicidio de un amigo en común. Tienen muchas cosas por sanar entre ellos, y eso les genera cierta distancia y barreras, pero hay algo que los une y que finalmente podría hacer que se ayuden mutuamente para superar todos sus fantasmas: la amistad que se tienen desde chibolos. Y eso creo que puede pasar en cualquier estrato socioeconómico, en cualquier país y en cualquier idioma, pues no importa el estilo de vida que tengan ni las anécdotas que cuenten, sino lo que se dice entre líneas y lo que se hacen unos a otros para poder sanarse. Y cómo a pesar de sus diferencias y las formas tan distintas de pensar que tienen, se quieren y se cuidan mucho.
Javier Saavedra: La verdad es que nunca le he prestado mucha atención a esos comentarios, pocas veces son constructivos (como deberían de ser). Yo siempre he dicho que si no te gusta algo, pues no lo veas. ¿Quién te obliga? O sea, ¿si una historia se cuenta desde la perspectiva de un grupo de cierta clase social ya no puede tener profundidad? No me parece.
¿Pueden contarnos un poco sobre su relación con el cine? Tanto como experiencias profesionales, o como influencia para otros trabajos, o incluso como una afición, quizá.
Rodrigo Palacios: Confieso que no veo mucho cine, pero no es por falta de interés, sino sobre todo por falta de tiempo, o porque muchas veces no tengo idea de qué ver o de dónde verlo (risas). Me encantaría saber más sobre todo. Sobre directores, sobre actores, sobre películas, sobre cómo funciona la industria en general, sobre técnica audiovisual, etc. Pero entrar a la cancha es la mejor escuela, y en cada día de rodaje se aprende y se goza muchísimo. Siempre trato de mirar y entender todo lo que hacen las distintas áreas: cámara, dirección, luces, maquillaje, producción, arte, etc. y la verdad que disfruto mucho ese proceso. Por eso quisiera vivir de esto, hacer cine para siempre. Me gusta mucho. ¿Si sirve como influencia para otros trabajos? Sí claro, así como que otros trabajos sirven como influencia para poder hacer cine también. Yo creo que a los actores todo nos sirve. Cualquier experiencia de vida que pueda sumar a tu bagaje de información, es bienvenida. Mientras más cosas estudies, mientras más trabajos distintos hayas tenido, mientras más conversaciones tengas con extraños, mientras más experiencias bizarras tengas y más viajes hagas, más recursos vas a tener para construir personajes y disfrutar más tus procesos creativos.
Javier Saavedra: Siempre me ha gustado el cine desde que tengo uso de la razón y lo consumo bastante. Soy arquitecto de profesión y de eso vivo, pero la actuación y el cine me apasionan mucho. Me gusta actuar, dirigir, la fotografía, etc. Muchas de las cosas que he aprendido estando en varios rodajes las he empezado a aplicar a algunas producciones audiovisuales de mi estudio de arquitectura Da Lab Arquitectos con muy buenos resultados. Lo que sí puedo decir con seguridad es que el proceso creativo de interpretar personajes me ha hecho mejor arquitecto (artista) y viceversa. La creatividad es como un músculo y hay varias herramientas a través de las cuales podemos ejercitarla.
Hablando del cine peruano, creo que todos podemos estar de acuerdo que, si bien estamos todavía lejos de países como Chile, Argentina, Brasil, México y España; vamos por buen camino. Tenemos a muy buenos directores como los hermanos Vega, Jorge Carmona, Moreno del Valle, Salvador del Solar y prospectos jóvenes como Andrea Hoyos y Camila Vidal (que cuando se lance a hacer un largometraje no me cabe duda que va a rayar). Puede que suene romántico pero tengo fe que en los próximos años la condición sociopolítica, y por ende la educación en el Perú, va a mejorar bastante y eso se va a ver reflejado directamente en el cine y la televisión que se consume.
Por último, ¿podrían contarnos cuales son sus futuros proyectos? Tanto en el cine, como en otros ámbitos.
Rodrigo Palacios: Tengo algunos proyectos de cine, pero todavía nada confirmado. Lo que sí, que este año se estrena en Netflix la tercera temporada de «La reina del sur», serie en la que tuve el honor de participar el año pasado, y «Contigo capitán», la primera miniserie original de Netflix producida en Perú. Cuenta la historia de la batalla legal que tuvo que vivir Paolo Guerrero cuando dio positivo en el antidoping durante las eliminatorias al mundial pasado. Fue dirigida por Javier Fuentes León y Daniel Vega, unos capazos ellos, así que estoy seguro que va a dar mucho que hablar. Grabamos en Perú, Brasil, Argentina y Suiza y la pasamos muy bien, así que espero que se vacilen tanto como nosotros haciéndola.
Javier Saavedra: Ahorita estoy en el cine en un pequeño personaje en “No me digas solterona 2” así que si se quieren reír un rato y pasarla bien vayan a verla, pero si están buscando ver una obra de arte no pierdan su tiempo, vayan a ver «LXI». También, a finales de año estrenamos el primer largometraje de Gonzalo Otero. Es una película de terror en inglés que se grabó en la selva peruana con un reparto de actores completamente norteamericano, y yo. Lo estamos esperando con ansias ya que por la pandemia el proyecto se atrasó dos años. [N.E.: Se refiere a «La lágrima del diablo»].
Entrevista realizada por Laslo Rojas, el 20 de abril de 2020, vía email.
Deja una respuesta