Festival de Lima: “La danza de Los Mirlos” (2022), de Álvaro Luque

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La popular agrupación de cumbia amazónica «Los Mirlos» abrió la edición 26 del Festival de Lima con un documental que hace el recorrido desde su creación en su natal Moyobamba en 1968, además de reservar un número en vivo que empalmó con el final de la proyección en el Gran Teatro de Lima, el pasado 4 de agosto, y que fue celebrado unánimemente por el respetable, lo que hizo de esa fecha inaugural una de las más inolvidables en la historia del evento.

Yendo a la producción en sí, es obvio que la exploración de una banda simbólica de un género con un imaginario tan rico que sublima un trasfondo social y estético que va más allá de lo musical, es imprescindible y hasta una obligación para el cine peruano. Pero si bien esa historia contiene en cada capa aspectos que nos retratan como sociedad, también es cierto que el ejercicio reclama un gran esfuerzo desde el guion para ordenar los muchos detalles y encontrar el centro alrededor del cual se desarrolla todo.

Lamentablemente, el resultado demuestra más la intención de refugiarse detrás de aquel universo colorido y cadencioso, pero sin que asome una sistematización concienzuda del contenido. La aventura inicia con Tony Rodríguez Grandez (voz principal y director de la banda) como el personaje que desde la primera persona nos introduce en los orígenes de la misma, subrayando la particularidad de que posee una conexión con el cine gracias a un archivo de películas caseras y un proyector donde repasa momentos simbólicos de los músicos, punto de vista que rápidamente se diluye al ritmo de un registro visual que se vuelve soso y cansino.

A lo largo del desarrollo, la narración cae en la tentación de querer abarcar mucho, pero sin detenerse demasiado en interiorizar cada detalle. Los personajes aparecen y desaparecen a una velocidad pasmosa sin que lleguemos a asimilar el sentido real de su aporte mientras los juegos de color y la iconografía típica de los carteles que anuncian los conciertos son los que predominan por encima del orden secuencial. El desorden se manifiesta más aún cuando las cabezas parlantes que deben dar el sustento teórico para explicar a la agrupación como un fenómeno social, se centran más en las intervenciones del experto en el género, Alfredo Villar, y del músico francés Olivier Conan, quienes son los únicos que le aportan sustancia al tema, siendo el resto de entrevistados una suerte de apunte emotivo cuyas impresiones no resultan relevantes, haciendo evidente la confusión de ideas al no primar un criterio capaz de ordenar el material que la producción tiene ante sí.

Los lugares simbólicos donde la banda se hizo popular en el Oriente, el mundo alrededor de familiares y amigos cercanos a ellos y las razones por las que su suceso se desató en Lima y el resto de Latinoamérica, pasan de largo debido a los problemas ya citados. Una lástima, pues era una gran oportunidad para contar una historia con un archivo privilegiado y que contiene muchas respuestas alrededor de la migración provinciana a Lima y los cambios derivados de ella.


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