¿Qué seríamos capaces de hacer para salvar la vida de nuestra pareja? ¿Nos atreveríamos a saltar cualquier regla o norma de convivencia social para mantener una esperanza de vida en favor de quien amamos? ¿Podríamos convertirnos en alguien que nunca pensamos ser? Ese es el intrincado dilema que nos propone la sorprendente y muy interesante cinta mexicana “Un monstruo de mil cabezas” (2015) del reconocido Rodrigo Plá, que recibió siete nominaciones a los Premios Ariel 2015; entre ellas, las de Mejor Película y Mejor Director. El largometraje está basado en un libro homónimo del año 2013, de Laura Santullo (quien también es la guionista). Por cierto, el excelente guion estuvo nominado a los Premios Fénix 2016, y ganó el Premio Ariel 2015 a Mejor guion adaptado.
El manejo del suspenso en este film es magnífico. El espectador no deja de preguntarse qué ocurrirá en el minuto siguiente. Porque cuando uno piensa que ya nada puede complicarse más para la angustiada protagonista (Jana Raluy), termina todo en un enredo mayor. Mérito de la dirección, el guion y los excelentes actores.
Lo que empieza como un conmovedor drama (un hombre con cáncer terminal siente que su salud se va deteriorando velozmente) termina como un intenso policial (la esposa del hombre enfermo supera muchos límites morales en su intento de salvar la vida de su esposo y rompe la ley).
“Un monstruo de mil cabezas” es una valiente propuesta que confronta a su desesperada protagonista con una situación límite (que altera hasta su rol de madre). Asimismo, nos lleva a los espectadores a preguntarnos si seríamos capaces de hacer lo mismo frente a un problema similar. Además, este film es una crítica oportuna y ácida sobre las empresas aseguradoras de salud, que no siempre cumplen sus contratos con las personas y las dejan en una situación de completa vulnerabilidad (como le ocurre a la protagonista y a su esposo Guillermo gravemente enfermo).
La actuación de Jana Raluy es realmente destacable y visceral (fue nominada a Mejor Actriz en los Premios Ariel 2015 y ganó el Premio Coral de Actuación Femenina en papel protagónico en el Festival de La Habana 2015, además de ser nominada a Mejor interpretación femenina en los Premios Fénix 2016). Transmite una permanente angustia y se deja envolver, en cada gesto de su rostro, por una creciente desesperación. Aparte, se hacen cortos los pocos minutos en los que aparece Daniel Giménez Cacho, como uno de los ejecutivos de la empresa aseguradora de salud. Nuevamente, él deja aquí una muestra de su sólida calidad interpretativa (dos años después, en “Zama” de Lucrecia Martel, realizaría una memorable actuación protagónica como el corregidor Diego de Zama. Actualmente se le puede ver como el protagonista de «Bardo», de González Iñárritu). Por su parte, Emilio Echevarría, como otro de los atemorizados ejecutivos, también desarrolla una muy convincente performance, que lo llevó a ser nominado a Mejor coactuación masculina en los Premios Ariel 2015.
Es así que “Un monstruo de mil cabezas” nos muestra el insensible negocio en el que se ha convertido la salud en este siglo XXI, donde las vidas de las personas no importan mucho realmente, así hayan aportado sin falta durante más de una década para tener un seguro de salud digno, con el cual proteger a sus familias ante cualquier indeseada adversidad.
Finalmente, cabe mencionar una escena antológica, que permanece en la retina luego de finalizada la película: cuando la mujer secuestra a una accionista de la empresa aseguradora, le reclama, le disparan y mientras se desangra en el piso, piensa que no puede morirse y dejar solo a su hijo Darío. Le dice, con una voz tierna: “Perdóname, hijito. Todo va a estar bien” con lo último que le queda de energía. Es decir, ni en su momento más crítico, más cercano a la muerte, ella dejó de ser madre y quiso defender a su joven hijo, así como trató de salvar, con todas sus fuerzas, con todo su desesperado amor, a su esposo enfermo.
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