Recientemente se estrenó en la cartelera de Estados Unidos la ingeniosa y cálida película de animación francesa Little Nicholas: Happy as Can Be (Le petit Nicolas: Qu’est-ce qu’on attend pour être heureux?, 2022), ganadora del premio Cristal a la mejor película en el Festival de Annecy y nominada a la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes. Además, es uno de los 27 títulos elegibles para el Óscar al mejor largometraje de animación este año.
Le petit Nicolas es una popular serie de libros infantiles creados en 1959 por René Goscinny (escritura) y Jean-Jacques Sempé (ilustraciones). A diferencia de otras adaptaciones que se realizaron antes para el cine y la televisión, Little Nicholas: Happy as Can Be es al mismo tiempo un biopic de sus creadores, un relato de cómo nació el personaje y también una materialización de las aventuras de Nicolás desde el comic hacia la pantalla grande.
Por un lado, la película narra cómo los artistas Goscinny y Sempé se conocen y cómo se desarrolla el proceso creativo para darle forma tangible y pensamientos a Nicolás, un niño con una imaginación desbordante e inquieta. Luego, vemos al personaje interactuando con sus padres y compañeros del colegio, pero también con sus dos creadores.
Allí radica uno de los principales aciertos de esta adaptación. Internándose en el terreno de la metaficción, propone un enriquecedor y lúdico diálogo entre los dos artistas y su obra, pues Goscinny y Sempé conversan con el pequeño Nicolás sobre la propia ficción que están creando e intercambian ideas al respecto. Eso da pie a que cada uno de los artistas también le cuente a Nicolás algunos detalles de su biografía, lo que le da un tinte nostálgico a la película, pues ambos recuerdan momentos difíciles de su infancia.
A nivel técnico, la animación tradicional en 2D conserva los trazos sencillos del cómic en el que se basa y le suma unos expresivos colores pasteles. De manera evocadora, en algunas escenas los personajes y objetos pasan del blanco y negro al color conforme se mueven desde las esquinas hacia el centro del encuadre. Este efecto le insufla vida y movimiento a la creación artística que migra del papel a la pantalla.
Aunque la fama de El pequeño Nicolás es mayor en los países francófonos, no es necesario estar familiarizado con el personaje para poder apreciar esta película en la que los directores Amandine Fredon y Benjamin Massoubre les rinden un homenaje tan luminoso como reflexivo, tan gracioso como melancólico a estos dos grandes artistas del cómic francés, entrelazando sus historias personales con las de su principal creación, difuminando las fronteras entre la realidad y la ficción, entre sus propias vivencias y las de su personaje.
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