Un detalle curioso de Mamacruz (España, 2023) resulta luego del encuentro entre la protagonista y la sexualidad. Ante todo, la sexualidad no entendida como el acto sexual, sino como instinto por el deseo o placer de la carne. Lo reconozco además como un “encuentro” y no como un “reencuentro”, a propósito de que esta mujer madura parece ser extirpe de una tradición que no ha experimentado o concientizado la naturaleza de su sexualidad, a tal punto que el placer del sexo para esta resulta ser algo nuevo. Ya profundizaré la idea más adelante. Entonces, surge algo curioso después que por accidente Cruz (Kiti Mánver) reconoce ese deseo por el placer sexual: los referentes católicos se convierten en estimulante de su inquietud natural. De pronto, la Biblia o un santo desnudo emiten mensajes o señas lascivas para esta abuela. Más allá de un acto de transgresión, la directora Patricia Ortega nos da idea sobre cómo un imaginario propiamente púdico como el catolicismo siempre ha transcrito o representado a la sexualidad con una naturalidad, la cual el conservadurismo nunca debió cancelar o instruir a que sus feligreses la redujeran únicamente al acto de la reproducción. Dicho esto, veremos cómo una parroquiana irá emancipándose de esa lección moral diseminada por un fanatismo a fin de hacer caso a su naturaleza “divina”.
Cruz es esposa, madre y abuela. Su rutina consta en ir a la iglesia y cumplir con algunos mandados como costurera. Desde una convencionalidad social, se podría decir que no hay nada malo en que una mujer de su edad se ciñe a una vida soporífera y conformista, algo que, ciertamente, iría en sintonía con el escenario en donde se ubica, alguna pequeña comunidad española periférica. De ahí lo que señalaba líneas más arriba. Esto de la represión o la cancelación del deseo sexual es efecto de una conciencia social, el efecto de una tradición en donde la mujer es el sujeto en desventaja, al incluirse discursos como el machismo o que la maternidad es equivalente a lo virginal. ¿Cómo romper ese “equilibrio”? En tiempos del franquismo, capaz era más difícil. En la actualidad, basta prender algún ordenador y darle clic a aquello que no debes. Esto sucede con Cruz. Es casi como el efecto de una epifanía. La mujer se transfigurará. Entonces todo en ella comienza a fluir con naturalidad. Descubre su cuerpo, el deseo, la curiosidad por saber y, de paso, su conciencia por rebotar su experiencia hacia sus iguales. Un detalle importante, es que aquí no se trata de un versus de creencias. El catolicismo no es foco de esta represión. Basta atender al caso de la hija de Cruz para comprender que la cancelación de la sexualidad radica de un escenario más amplio, siendo una convención social asociada a la rutina moderna.
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