Entre otros méritos, no hay duda de que “El castigo” (2022), del reconocido cineasta chileno Matías Bize, es una película sumamente valiente. Lo es porque plantea un tema que no es nada fácil de tratar: el cansancio o el hartazgo que algunas mujeres sufren, de manera silenciosa, frente a la crianza de sus hijos. En miles de películas, sobre todo de Hollywood, siempre se trata de sublimar o resaltar el lado más tierno y dulce de las madres. Sin embargo, la maternidad también tiene momentos difíciles, aristas oscuras. Las madres a veces reaccionan mal o castigan desproporcionadamente, otras veces necesitan su propio espacio para desarrollarse y en otras ocasiones sienten que dejaron demasiadas cosas de lado por convertirse en las cuidadoras ejemplares, abnegadas y permanentes de sus hijos.
Seguramente, “El castigo” resultará polémica para algunas personas, pero pone sobre el tapete un tema difícil del que muchas mujeres prefieren no hablar. Y eso tiene un valor innegable, es un aporte audiovisual para el debate público sobre los límites y los innegables riesgos de la maternidad.
Más allá de estas consideraciones, el trío de actores protagonistas es inmejorable: Antonia Zegers (como Ana, la madre), Néstor Cantillana (como Mateo, el padre) y Catalina Saavedra (como la policía). Desde el inicio del film Zegers y Cantillana transmiten, con gran naturalidad, la angustia (primero la manifiesta él y ya en la parte final ella) por el hijo perdido. El inmenso bosque, donde hay pumas, contribuye para que esa sensación de desesperación vaya aumentando conforme avanza el día y el niño no es encontrado. Mientras que Catalina Saavedra (que será siempre recordada por su extraordinario protagónico en “La nana”, con el cual ganó diversos premios en festivales internacionales) le otorga a su interpretación de la policía la suficiente firmeza y la contención gestual necesaria para hacer muy verosímil cada momento en el que aparece.
Por otra parte, el guion de la española Coral Cruz (que ha escrito varias series y películas premiadas) es muy bueno, los diálogos de la pareja de padres provocan muchas reflexiones éticas. Mantienen el interés del espectador todo el tiempo. Además, como siempre, Matías Bize obtiene mucha emotividad por parte de sus actores en sus papeles y son muy claras sus intenciones artísticas y su propuesta como director en cada película. Siendo uno de los cineastas más talentosos de Sudamérica (no olvidemos que su largometraje “La vida de los peces” obtuvo el importante Premio Goya en el año 2011), ahora parece haber entrado en una nueva etapa creativa.
Cada película suya se está volviendo más minimalista que la anterior e intenta alcanzar una sencillez profunda. Cada vez emplea menos actores (excepto en “Mensajes privados”), utiliza menos música en sus escenas, emplea menos locaciones, pero lo que siempre mantiene es el afán por analizar las relaciones de pareja desde diversas perspectivas, sea desde la nostalgia por el amor no concretado (“La vida de los peces”), por un hecho trágico que quiebra y separa a la pareja (“La memoria del agua”), porque el puro deseo físico se va transformando en un demandante amor (“En tu piel”) o porque la mujer hizo en secreto y sola algo que debió ser una decisión de pareja (“Lo bueno de llorar”).
Otro punto a favor de este nuevo film es que deja a los espectadores con muchas preguntas de distinto tipo (morales, educativas, amorosas). Y se agradece dicho cine cuestionador, profundo, en estos tiempos donde el mero entretenimiento va copando cada vez más las salas de todo el planeta y las mentes de las nuevas generaciones, tan devotas de lo inmediato y lo ligero.
“El castigo” es un largometraje altamente recomendable, por los riesgos que toma y por el admirable plano secuencia que abarca sus 80 minutos de duración. Zegers y Cantillana funcionan perfectamente como la pareja de padres, llenos de reclamos acumulados a través de los años. Ojalá los veamos nuevamente juntos en futuras cintas. Y Matías Bize confirma estar en el mejor momento de su trayectoria como director (por cierto, en el Festival de Málaga 2023 recibió el premio a Mejor Dirección). Con este último trabajo, el realizador demuestra que solamente necesita pocos (pero magníficos) actores, un excelente guion y su destreza y experiencia como director para crear una de las mejores películas sudamericanas de los últimos años.
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