En After Love (2020), tenemos también una historia en donde el repentino fallecimiento de un marido conlleva una “herencia sorpresa” que la viuda no verá con ojos de amor. Ahora, el otro común que tiene ese filme con Inshallah a Boy (2023) es que estamos tratando con matrimonios asociados a un vínculo musulmán. Caso en la película de Aleem Khan, ese precedente resulta un tanto secundario. Lo que experimenta a lo largo de la historia la protagonista de su película, tranquilamente le podría suceder a cualquier deuda procedente de cualquier religión o credo. En tanto, en la ópera prima de Amjad Al Rasheed, sí que prevalecen y marcan la pauta del conflicto los antecedentes ideológicos que encierra ese mundo árabe, específicamente los correspondientes a la localidad a la que se hace referencia: Jordania. ¿Qué implica que una jordana enviude? Pues son varios hábitos las que tendrá que obedecer con el fin de no quedar mal ante la mirada de Dios. De principio podemos percibir que si eres una mujer en Jordania no es conveniente que se te muera el marido, a menos que no tengas problema de que en tus primeros meses como viuda te ajustes a una rutina de cuarentena como la que muchos experimentamos durante los momentos más críticos del covid. Pero eso no es nada. Lo que le aguarda a la protagonista y madre de una niña es algo más serio. No solo se trata de que el esposo también le dejó algunos pendientes, sino que además las normativas de herencia no estarán de su lado al no tener el “respaldo” de un varón.
Nawal (Mouna Hawa) es joven. Hasta no hacía mucho esperaba con ansias poder tener un hijo varón junto a su marido. Era una petición maternal. Luego el esposo se le muere y ahora su petición se ha convertido en una necesidad que lastimosamente le resulta imposible obtener. Según ley de Jordania, una viuda podría perder parte importante de la herencia de su esposo si esta no tiene un hijo varón. En ese sentido, el tener un bebé hombre para una mujer de ese país resulta ser un seguro de vida. Es algo que no goza Nawal. Ahora ella y su hija están a poco de perder su casa a manos del hermano del fallecido. En paralelo, Al Rasheed se va ingeniando la manera de ir desfogando otros antecedentes que descubren un panorama social que pone en desventaja o incluso agravia a las mujeres. Temas como la violencia doméstica, el machismo, el acoso y demás robustecen el estado de intranquilidad de Nawal y Lauren (Yumna Marwan), otra esposa como ella, quien por cierto goza de una comodidad económica a diferencia de la primera. Entonces, no se trata de si tienes más o menos dinero, se trata de que las políticas patriarcales de esa sociedad empobrecen a la sociedad misma en razón a las convenciones y leyes arcaicas. La estructura argumental de Inshallah a Boy me recuerda al cine de Asghar Farhadi y el de los hermanos Dardenne. Un problema acontece, tiene la apariencia de algo que podría ser solucionado, pero hay muchos baches en el camino, obstrucciones, protocolos y rituales sociales que complican el problema y convierten a su protagonista en una mártir dando todo de sí para luchar a contracorriente.
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