Reencontrando el cine de Isabel Baufumé (1944-2019)

Isabel Baufumé

Escribe: Edward De Ybarra

Isabel Baufumé (Le Puy-en-Velay, 1944 – Cusco, 2019) fue una ciudadana francesa que vivió en Perú aproximadamente desde los primeros años de la década de 1970. La mayor parte de su vida en este país la dedicó a la Asociación Qosqo Maki, que fundó en Cusco en 1990 y que desde entonces acompaña a niños, niñas y adolescentes en situación de calle. Su faceta como cineasta, aunque es poco conocida, puede considerarse como parte consecuente de la inmensa labor social que realizó en vida y por la cual es muy recordada, querida y respetada.

Primeros años en Cusco

Aunque en Cusco la mayoría de personas la conocían como Isabel Baufumé, o le llamaban cariñosamente “la cochita”, su nombre real habría sido Chantal Marie Therese Baufumé Renaud

Durante sus primeros años en Perú estudió y aprendió el quechua en el Instituto de Pastoral Andina (IPA). Una de sus profesoras fue Georgina Maldonado Gómez, quien recuerda haberla conocido en 1970 y que Isabel “como estudiante tenía muchísimo interés de comunicarse y conocer la cultura a través del idioma”. Y, además, que “después de un curso, Isabel decidió visitar la comunidad de Fuerabamba. En esta comunidad estuvo en casas de comuneros, compartiendo techo y pan”.

Varias personas cercanas a Isabel recuerdan que, en sus primeros años en Perú, ella vivió en pequeñas comunidades andinas donde presenció de cerca diversas luchas campesinas, como las recuperaciones de tierra en contra de las cooperativas o la formación de nuevas cooperativas comunitarias que hicieran frente a intermediarios o comerciantes abusivos. Fueron experiencias que filmó hacia fines de los años setenta en Super 8, realizando películas donde las comunidades andinas, a través de su agencia política, su organización colectiva y su fuerza transformadora, buscaban recuperar su tierra y/o los beneficios que cultivaban en ella para el buen vivir.

Isabel Baufumé, en la década de 1970. (Archivo fotográfico de la Asociación Qosqo Maki).

Su labor exhibidora y vínculos con otros cineastas

Luc Marchello, ciudadano francés que vivió en Macusani (Puno) en la primera mitad de la década de 1980, trabajador social y cineasta independiente, fue amigo de Isabel y la ayudó a editar su película Los rocotos florecerán (1982 aprox.)  —de la cual conserva la única copia que conocemos—, planificaron juntos Ananea, Qori Llaqta (1984) y filmaron junto a Kowa Fuchigami una ficción de largometraje que se llamaría Luchito, la cual —según recuerda— quedó inconclusa.

Todas estas películas fueron filmadas en Super 8, y gracias al testimonio de Luc sabemos, además, que Isabel las proyectaba en las comunidades andinas donde vivían los protagonistas de sus filmes. Esto da cuenta de la importante labor de exhibición alternativa que realizaba en comunidades quechuahablantes de los andes peruanos, ofreciendo a las personas que ahí vivían la posibilidad de ver en el cine sus cuerpos movilizados, oír su lengua y reconocer sus voces.  

A propósito de su labor en la exhibición cinematográfica, la Asociación Qosqo Maki conserva un registro audiovisual del sepelio de Isabel, donde el activista cusqueño Antonio Lezama comparte su testimonio y recuerda que en la década de 1970 trabajó junto a Isabel en el Programa de Educación Básica Laboral (PEBAL) José María Arguedas. Trabajaban en un programa de educación no escolarizada en decenas de comunidades campesinas y una huella fuerte que Isabel dejó en este programa fue su colaboración con películas. A través de Isabel accedieron a obras de Jorge Sanjinés, y junto a ella, transportaban a pie, caminando varios kilómetros, un motor eléctrico y un proyector de Super 8 para compartir estas películas en comunidades cusqueñas que en ese entonces no contaban con luz eléctrica, como Chacán, Chaquepay o Huayllaccocha. Estas películas ayudaban a que los miembros de estas comunidades “tomaran conciencia” de su realidad de manera más acelerada y, en sus palabras, “reforzaban su fe en querer recuperar su tierra”, lo que, a través de otros medios, tomaba mucho más tiempo. 

(De izq. a der.) Luc Marchello, Kowa Fuchigami e Isabel Baufumé en el rodaje del largometraje Luchito, aproximadamente en 1982. (Foto del archivo personal de Luc Marchello). 

Teniendo esto en cuenta, es significativo que cuando algunas de estas comunidades decidieron recuperar sus tierras, Isabel se dedicó a registrar sus luchas, para posteriormente hacerlas circular en los poblados donde vivían estas y otras comunidades. Siendo así, los hombres y mujeres de los andes peruanos que habrían sido movilizados por las películas de Sanjinés poco tiempo después habrían visto sus propias luchas habitando el cine gracias a Isabel.     

La cineasta peruana María Barea también recuerda esta labor, su vinculación con Jorge Sanjinés y otros detalles muy valiosos: “Cuando conocí a Isabel, ella trabajaba en la Alianza Francesa del Cusco y entiendo que tenía a su cargo la parte cultural; proyectaban películas, era una especie de cineclub. (…) Cuando, en 1972, empecé a trabajar como asistente de producción de la película de Jorge Sanjinés El enemigo principal (1973), que se rodó en Chinchero, se necesitaba un proyector de 16 mm y un generador de luz, porque Sanjinés quería mostrar sus películas en las comunidades. Busqué a Isabel y ella con mucho entusiasmo venía a proyectar las películas cargando en una mano el proyector y en la otra el generador. Esos equipos pesaban duro, me impresionaba su fortaleza, había que trepar cerros y caminar mucho. Yo con las justas podía cargar el écran”. 

Probablemente, Isabel se desempeñó como exhibidora y/o programadora antes de involucrarse en la realización de películas, movilizada por el interés de hacer circular en el ande peruano obras relacionadas a las luchas sociales que en aquellos años deseaban transformar la realidad peruana y latinoamericana.    

Por lo tanto, no sería casual su vinculación y encuentro con cineastas como Jorge Sanjinés o Alfonso Gumucio Dagron, gran impulsor del cine comunitario y el Super 8 en América Latina, quien recuerda lo siguiente: “Yo la conocí durante la filmación de Fuera de aquí (1977) de Sanjinés y la etapa de montaje, que duró entre 1975 y 1977. (…) al igual que Jorge, Isabel era muy reservada, no hablaba de sí misma, y tenía una suerte de paranoia de la clandestinidad. Y yo no preguntaba nada que no quisieran contarme. Ella hacía de correo de Jorge en esa época, y yo solamente sabía que vivía en Perú”.

Isabel Baufumé (izq.) junto a otras personas, en la década de 1970. (Archivo fotográfico de la Asociación Qosqo Maki).

También es muy importante el vínculo que tenía con Alain Labrousse (1937 – 2016), cineasta, sociólogo, activista, escritor e investigador francés, fundador del colectivo Audiopradif. 

En el artículo Súper 8 y tercer cine: escenas de una extraña correspondencia (2022) del investigador Miguel Errazu, se menciona lo siguiente acerca de Audiopradif: “Era una red de producción y distribución fundada a finales de 1976 al interior de una suerte de hub antiimperialista radicado en París, el Centro Internacional de Cultura Popular (CICP). (…) En línea con los postulados tercermundistas, sus películas —presentadas de manera continua en los Festivales de la Federación desde 1979 (Federación Internacional de Cine en Súper 8)— vincularon temas internos de inmigración, luchas feministas y problemas de desarrollo con una intensa actividad internacionalista, colaborando en tramas de solidaridad y contrainformación con países latinoamericanos como Uruguay (L’Uruguay, vous connaisez, Audiopradif, 1977), Argentina (Argentine, une peuple en lutte, 1977), Bolivia (Waraka, Alain Labrousse, 1980) o Perú (Pérou la fin d’un mythe, Alain Labrousse, 1977)”.

Margit Vermes Labrousse, viuda de Alain, recuerda que conoció a Isabel a inicios de los años ochenta en Cusco, que fue acogida en su casa, que Isabel exhibía las películas de su esposo y que la pareja tenía una buena amistad con ella. Esto explicaría por qué Isabel conservaba una copia de una película que podría ser, o estar vinculada a, La huelga de hambre de las mujeres mineras (Bolivia, 1978), de Alain, en cuya realización también participó Alfonso Gumucio Dagron. Dicha copia, junto a otros tres rollos de Super 8, se los entregó en algún momento al cineasta peruano José Antonio Portugal —quien las conserva en su archivo— gracias a lo cual hemos podido redescubrir el cine de Isabel, que estaba olvidado hasta hace poco.

Isabel Baufumé junto a José Antonio Portugal, en la década de 1990. (Archivo fotográfico de la Asociación Qosqo Maki).

Redescubriendo el cine de Isabel

Su cine se sitúa de manera notable en el horizonte de cinematografías peruanas realizadas en Super 8 en distintas regiones del Perú, entre 1965 y 1990. Cinematografías poco conocidas aún, pero que están reapareciendo recientemente y tienen el potencial de poner en cuestión, discutir o complementar las visiones históricas sobre el cine peruano, especialmente aquellas que tienen que ver con el cine hecho fuera de Lima. 

Sus películas aportan valiosas luces y sombras al corpus de obras cinematográficas que abordan las luchas campesinas ocurridas en el Perú en los setenta y ochenta. En estas películas de Isabel, el protagonismo no recae en individuos ni tampoco en la subjetividad de la cineasta, ella entrega su mirada, con asombro y respeto, a comunidades movilizadas que reconocen las posibilidades revolucionarias de su agencia colectiva y se movilizan impulsadas por la necesidad de tener el manejo de sus tierras. Y pone especial atención a las voces y modos de participación de las mujeres en estos procesos de lucha, donde ellas aparecen fuertes, decididas y situadas en un lugar principal.     

Hasta el momento se han podido digitalizar, traducir y volver a presentar públicamente tres películas de Isabel filmadas entre 1978 y 1982. Estas obras están habladas principalmente en quechua, sin traducción ni subtítulos, lo que nos hace pensar que estaban dirigidas especialmente a público quechuahablante. Son: Wañuchun Cooperativa / Que muera la cooperativa (Lucrepata, 1978), Los rocotos florecerán (Carabaya, 1982 aprox.) y una tercera obra sin título filmada aproximadamente en 1979 y que muestra una toma de tierras en Chinchero.

Aunque las películas no tienen créditos referidos a la autoría, el primer indicio de que estas películas fueron realizadas por Isabel Baufumé nos lo dio el cineasta peruano José Antonio Portugal, quién conserva dos de estas películas en su archivo personal, gracias a que Isabel se las entregó hace muchos años, junto a una copia de la película de Alain Labrousse mencionada anteriormente y a un rollo de 15 metros sin sonido y sin editar, que registra el entierro de una persona en la comunidad de Chacán. Eran amigos, y José Antonio recuerda que Isabel filmaba y editaba en Super 8. Esta afirmación nos impulsó a investigar en distintas direcciones con la intención de corroborar si efectivamente estas películas pertenecían a Isabel.

Lo primero que hicimos fue inspeccionar los rollos de ambas películas, y por las marcas marginales que presentan identificamos que eran de marca Kodak y fueron fabricadas en Francia entre 1978 y 1979. Además, por los datos que contienen sus empaques, es muy probable que también fueran reveladas en Francia. Esta conjetura se refuerza con lo que recuerda Luc Marchello al respecto, cuando afirma que en aquel entonces aprovechaban las recurrentes idas y venidas de ciudadanos franceses entre Francia y Perú, para encargarles el transporte y revelado en Francia de los rollos de Super 8 que filmaban en Puno o Cusco.

Luc también recuerda que Isabel era muy discreta y probablemente fue debido a esa discreción que evitó incluir su nombre en los créditos de sus películas. Respecto de esto, el cineasta Lalo Robles nos brinda más pistas. Lalo conoció a Isabel en Lucrepata, cuando él filmaba la película Ayllu sin tierra (1980) junto a la cineasta española Marta Esteban, e Isabel, por su cuenta, filmaba su cortometraje Wañuchun Cooperativa (1978). Sobre este suceso, Lalo recuerda lo siguiente:

“Nos había costado un mes largo de fatigante gestión obtener contactos necesarios en la comunidad de Lucrepata a través de la Confederación Campesina. Era fundamental salvar desconfianzas por parte de los dirigentes, razón por la cual visitamos numerosas veces el local de la Confederación para hablar con ellos. Porque teníamos que filmar en clandestinidad. No había otra opción. Por tal razón, en la película (Ayllu sin tierra) no hay autoría en los créditos. Pusimos como realizadora el nombre de Martina Roca, una campesina muerta en la represión tras la toma de tierras. Eran tiempos de Morales Bermúdez, de represión generalizada. Cuando se presentó el film en festivales, Marta Esteban figuró como directora. He visto que en los cortos de Isabel tampoco hay autoría ni (colocó sus) créditos. Imagino que no lo hizo para protegerse. Natural en esos tiempos”.

Sobre la ausencia de créditos, también podemos conjeturar una posible postura crítica de parte de Isabel respecto al concepto de “autoría”, lo cual no fue inusual en el ecosistema del cine latinoamericano politizado de la época. A propósito de esto, la investigadora Ángela López Ruiz, en su libro publicado en 2020, Poéticas del cine experimental en el Cono Sur (1954-1958) (1961-1967), hace una importante afirmación sobre cómo algunos realizadores enfrentaban este asunto: “Los cineastas tenían claro que la autoría estaba relacionada al poder, por eso durante varios períodos se trabajó con la idea de obra anónima, obra colaborativa”.

Respecto a la película Los rocotos florecerán (1982 aprox.), filmada en la provincia de Carabaya en Puno, pudimos acceder al testimonio de Purificación Cruz, enfermera de profesión y trabajadora social que por aquellos años vivió y trabajó en esa zona y conoció a Isabel cuando esta realizaba dicha película. Purificación también conoció a las personas que protagonizan el filme; entre ellas destaca la figura del sacerdote Miguel Ambrosio, quien habría sido un aliado clave para Isabel en la realización de esta obra. Este testimonio refuerza el de Luc y reafirma la autoría de Isabel respecto a esta película.   

Por otro lado, investigamos sobre películas realizadas en Cusco en el periodo en el que intuimos que Isabel estuvo activa en el ámbito cinematográfico y descubrí que colaboró  en otros proyectos, como, por ejemplo: El dolor dos veces (1986) de los brasileños Araken Vaz Galvão y Zenildo Barreto, Yawar Mayu (1986) de Araken Vaz Galvão, Las venas de la tierra (1990) de José Antonio Portugal, o Niños (1974) del Grupo de Cine Liberación Sin Rodeos, a quienes —según el testimonio de Carlos Ferrand— puso en contacto con los niños que protagonizan el filme. Y gracias a la investigación Rebeldes y valientes: mujeres detrás de la cámara en la historia del cine peruano (1913-1992), dirigida por Gabriela Yepes, se sabe que en los años setenta y ochenta realizó varias películas junto a la cineasta española Marta Esteban Roca. Esto comprueba que colaboró con distintos cineastas y que estaba involucrada de manera activa en el ecosistema cinematográfico del Cusco, por lo menos entre 1970 y 1992, años en los que se produjeron las obras con las que tuvo relación.  

Asimismo, varios de los amigos y amigas de Isabel con los que se pudo hablar, como Walker Herrera, fundador de la Asociación Qosqo Maki; o Sonia Ligas, actual directora de esta institución, recuerdan que Isabel tuvo buena amistad con cineastas cusqueños, como Luis Figueroa, Jorge Vignati o Eulogio Nishiyama. A propósito, María Barea comparte lo siguiente: “Pienso que su estrecha amistad con Eulogio Nishiyama, (fallecido repentinamente en 1996) quien tenía una infraestructura de registro, edición y proyección en 8 mm, Super 8, 16 mm y además era agente de Kodak, pudo haberle facilitado un poco su trabajo”. 

Isabel Baufumé en un rodaje junto a una persona (probablemente Eulogio Nishiyama) en la década de 1980. (Archivo fotográfico de la Asociación Qosqo Maki).

El archivo de Isabel

La Asociación Qosqo Maki conserva varias pertenencias de Isabel, entre ellas un numeroso conjunto de películas de Super 8 y 16 mm, de diversos contenidos, que aparentemente Isabel compró para proyectar a los niños, niñas y adolescentes usuarios de Qosqo Maki y en comunidades andinas. Por ejemplo, entre estas películas pudimos identificar obras de Chaplin, películas animadas o documentales de corte educativo. También conservan un proyector de 16 mm, una pequeña rebobinadora y visionadora de Super 8 (que muy probablemente fue uno de los aparatos con los que Isabel editaba sus películas), y recientemente han hallado varios rollos de Super 8 que Isabel conservaba en su casa y que podrían ser otras películas realizadas por ella (esto aún es materia de investigación).

Gracias a la Asociación Qosqo Maki, también tuvimos acceso al archivo fotográfico personal de Isabel y en este encontramos varias fotografías de ella en lo que parecen ser rodajes de películas. Y su apariencia en las fotos coincide con la edad que Isabel tenía en el periodo en el cual sabemos que estuvo involucrada en el cine realizado en Cusco.  Gracias a Luc Marchello pudimos acceder también a registros fotográficos del rodaje del proyecto inconcluso Luchito.

Aunque seguimos investigando, todos estos hallazgos nos llevan a considerar con bastante certeza que las películas halladas en los archivos de José Antonio Portugal y Luc Marchello fueron efectivamente realizadas por Isabel Baufumé. Obras de un gran valor, que dan cuenta de la vigorosa existencia de cinematografías peruanas realizadas en Super 8 que configuraron un ecosistema alternativo de realización, circulación y encuentro de cineastas en distintas regiones del Perú —y principalmente en el ámbito de las comunidades andinas campesinas— en las décadas de 1970 y 1980. Es importante advertir que este tipo de cine es, en gran medida, desconocido, y no forma parte de los relatos históricos que sobre el cine peruano se han escrito desde los centros urbanos, principalmente desde Lima, que han priorizado el paradigma que favorece al largometraje de ficción en 35 mm exhibido en salas comerciales. 

El cine de Isabel Baufumé es un cine de no ficción realizado en estrecha cercanía y colaboración con comunidades andinas; fue filmado y exhibido en Super 8 de manera independiente y con recursos austeros; soslayó la autoría debido a una necesidad de clandestinidad o a una posible postura crítica al respecto; estuvo vinculado a expresiones y movimientos políticos regionales e internacionales; se situó decididamente en el horizonte quechua y fue hecho posiblemente para las personas que eran filmadas y no para las salas de cine o festivales; es un cine que quiebra el paradigma hegemónico y muestra que en el Perú desde hace mucho tiempo fueron posibles otras maneras de hacer, ver y concebir el cine. 

Reencontrarlo nos incita a devolver la mirada hacia atrás y recuperar esas otras cinematografías que posiblemente existieron en distintos lugares del Perú y que se han olvidado, menospreciado u omitido en el imaginario centralista que ha erigido una historia del cine peruano incompleta y sesgada. Obras como la de Isabel ponen en crisis este imaginario, lo cual es necesario para reescribir una historia más cercana a la heterogeneidad de nuestro cine. 

Finalmente, cabe señalar que su obra dialoga fuertemente con el presente peruano, en el cual, nuevamente, diversas comunidades andinas se están movilizando con el fin de “recuperar” el Perú. Una situación que hace eco de las luchas campesinas de los años setenta y ochenta que abrieron alternativas de buen vivir para millones de peruanos y peruanas. 

Agradecimientos

Esta investigación ha sido realizada como parte de mi trabajo en el proyecto Red de Archivos Fílmicos del Sur Peruano y Corriente: Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción, con la asistencia de María Concepción Victoria Arias Pumacallao, a quien agradezco por todo su apoyo.  

También agradezco a las distintas personas que, de diversas maneras, han ayudado en esta investigación: José Antonio Portugal, Walker Herrera, Sonia Ligas, Edgar Ochoa, Efraín Bedoya Schwartz, Marco Panatonic, Juliana Príncipe Salazar, Jonny Manay, Mauricio Franco Tosso, Omar Haro, Gabriela Yepes, Jorge Vargas Prado, Luc Marchello, Lalo Robles, Carlos Ferrand, Malena Martínez, Mikael Wiström, Regina TupacYupanqui, Claudia Arteaga, Margit Vermes Labrousse, Alfonso Gumucio Dagron, María Barea, Georgina Maldonado Gómez y al gran equipo humano de la Asociación Qosqo Maki.


Isabel Baufumé poco tiempo antes de su fallecimiento en 2019. (Archivo fotográfico de la Asociación Qosqo Maki). 

Notas del autor:
1. El presente texto es un tejido de hallazgos que he ido recopilando y ampliando conforme accedía a más información sobre el devenir cinematográfico de Isabel; esto como parte de una investigación que vengo realizando desde marzo de 2022 y que continúa su curso. En este artículo se actualizan, amplifican y expanden dos textos anteriores que se compartieron en noviembre de 2022 y febrero de 2023. Esto como parte de dos muestras de películas que se presentaron en Arequipa y Cusco con el fin de dar a conocer la obra cinematográfica de Isabel; actividades de Corriente: Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción.

2. Sobre “Luchito”, cabe mencionar que, recientemente, se ha ubicado una copia en el archivo personal de Isabel que podría corresponder a esta película; como parte de esta investigación, esperamos poder analizarla y rescatarla en un futuro próximo.

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Texto ganador en la categoría Mejor Perfil del Primer Concurso Nacional de Artículos sobre mujeres en la cinematografía peruana, organizado por Wikiacción Perú. Cinencuentro acoge la publicación de este artículo como aliado estratégico en la visibilización de los aportes de las mujeres peruanas al campo cinematográfico.

Licencia del texto: Creative Commons Atribución – No comercial – No derivadas 4.0 Internacional (CC-BY-NC-ND 4.0)

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