El director huancaíno Hans Matos Cámac estrena su cuarto largometraje en el 27 Festival de Lima. “Tayta Shanti” es su tercer trabajo de ficción luego de “Pueblo viejo” (2015) y “Peso gallo” (2022), además ha realizado del documental “El que cuenta historias” (2019).
En su nuevo filme, la familia Valdez se reúne para la fiesta costumbrista del “Tayta Shanti”. Angela llega de la capital junto a su hija Angie, quien niega sus raíces provincianas. En medio de la algarabía por la fiesta, Angie y su primo Marcelo tendrán que confrontar su identidad, ya que ella no se asume como huancaína y él reprime su sexualidad.
Conversamos a continuación con el director sobre su película, que compite en la sección Hecho en el Perú, del Festival de Lima:
Hans, con el proyecto de “Tayta Shanti” obtuviste un premio en el Concurso de Producción para Regiones DAFO del 2020. ¿Desde cuándo venías trabajando esta historia, previo a la obtención de esta subvención?
«Tayta Shanti» estuvo en gestación creativa aproximadamente desde el año 2019, en el período en el que realizaba el documental “El que cuenta historias”; este trabajo despertó mi interés por revalorar las tradiciones que tenemos como sociedad, cómo estas evolucionan y son adoptadas por cada generación de una manera distinta. Después de terminar ese documental me quedó la semilla inicial, fui pensando en la manera de encontrar el valor o significado que ciertas tradiciones tenían en mi propia vida. Ahí fue que comencé el rodaje de «Peso gallo» [largometraje que se estrenó en el Festival de Lima 2022], y luego pasé a su postproducción, así que no tenía tiempo para sentarme a escribir y darle forma a «Tayta Shanti». La materialización del proyecto se cimentó el 2020 ante la llegada de la pandemia, toda la información y proceso creativo se consolidó en la escritura de dos guiones: uno fue para darle un trasfondo histórico a la danza de la morenada en el cortometraje “Morenada” (2022) y en el caso de la festividad del Santiago en “Tayta Shanti” exploré mi propia relación familiar con las fiestas costumbristas en Huancayo, de las que he sido partícipe desde niño pero de las que me sentía desconectado. Parte del proceso creativo de la película lo volqué a encontrar los motivos que me alejaban de mi identidad huancaína, así se fueron alineando los temas de los que se habla en la película. Finalmente, con el guion terminado, postulé el 2020 a la subvención para películas regionales de DAFO, obteniendo el ansiado premio para la producción.
Al igual que en “Peso gallo”, aquí vuelves a centrarte en los dilemas personales y sentimentales de los más jóvenes. Con apuntes sobre temas que tienen que ver con la discriminación racial o social, la identidad de género, las familias disfuncionales, el alcoholismo. ¿De dónde surge tu interés por enfatizar estas problemáticas en tus películas?
Parte de mi exploración inicial era encontrar el significado personal que una tradición como la fiesta de Santiago tenía en una generación joven, porque en mi propia experiencia esa búsqueda de significado tomó mucho tiempo. Al enmarcar el desarrollo de la película en una festividad, me permitía la posibilidad de explorar temas que son constantes en mi filmografía de manera más amplia. La familia es siempre el componente que mueve mis historias, a partir de eso se fue aclarando el tema raíz: la discriminación social y de género. Al cuestionar mi identidad huanca, caí en razón de que la negué por mucho tiempo en mi adolescencia y juventud, debido en parte a que programas de TV como “La paisana Jacinta”, por ejemplo, marcaron mucho la discriminación que desde la capital se da a los provincianos, se me quedó grabado que los limeños nos reconocían por el olor, el color de piel o hablar “mal” el castellano. Tocar el tema de los diversos tipos de discriminación dentro de una misma familia me daba la claridad de exponer un tema universal de manera cercana. Creo que todos los temas de los que se habla en la película trascienden en mi vida por épocas, pero siempre están presente.
En los créditos leemos que recibiste asesorías de cineastas como Mariana Rondón y Héctor Gálvez, entre otros. ¿En qué consistieron estas asesorías y cómo te ayudaron en la creación del guion?
El guion participó de un taller de desarrollo de proyectos de DAFO en el año 2020, fue el primer taller de este tipo que se hizo de manera virtual. Conté con la asesoría de Mariana Rondón durante un par de semanas, su aporte fue importante al sugerir una sensorialidad a toda la historia: hacer que las texturas, olores, colores estén presentes y sean importantes en la interrelación que tenían los personajes. Recuerdo trabajar mucho en buscar una imagen que hable de ciertas escenas o personajes y construir hacia adelante con la inspiración de esa imagen. En el caso de Héctor Galvez, es la segunda vez que trabajo con él como asesor de guion después de «Peso gallo». Héctor inclinó el peso de la película hacia una narración más precisa, sus comentarios a las primeras versiones del guion resultaron en un proceso arduo de mejorar la historia y hacerla más familiar, puesto que en versiones iniciales los problemas de los personajes se daban con la sociedad y no en el mismo núcleo familiar.
Sobre el reparto, junto a actores con más experiencia como Julia Thays y Melvin Quijada, los protagónicos recaen en jóvenes figuras. ¿Cómo fue el trabajo de casting y de dirección en especial con ellos?
La decisión de trabajar con jóvenes nació de mi interés en conocer la perspectiva que tenían de las tradiciones huancaínas, además de volcar su propia experiencia de vida en los personajes. Con el equipo de producción hicimos un casting cerrado, ya teníamos en mente a algunas personas que podían relacionarse con los personajes, la mayoría de ellos eran influencers, o jóvenes con mucha actividad en redes sociales. Luego de una primera entrevista, invité a los que me pareció que fueron más honestos al momento de interrelacionarse con la historia, incluso valoré que uno de ellos me confiese que no había leído el guion por falta de tiempo. Luego de revisar las entrevistas, realizamos un taller de actuación con la actriz María Ávila, para el que quedaron dos candidatos para cada personaje, sin que ellos lo supieran. Con la interacción del mes del taller fui conociéndolos y al finalizar les di escenas para que preparen su actuación tal como ellos la imaginaban, así reconocer ver el talento y conexión que María Tesoro, Gianco, Laurens y Benjamín tenían. Luego del taller vino un mes más de ensayos en los que repasamos cada escena, cada intención, probamos muchas cosas en diferentes rangos de emoción. En la interacción de ese mes siempre les comentaba que todos los personajes tenían algo de mí y lo agradecido que estaba con ellos por interpretarlo a través de sus propias vivencias.
Cuéntanos sobre el proceso del rodaje, cuánto tiempo les tomó, en que locaciones se realizó, y si de alguna forma fueron afectados aún por la pandemia.
El rodaje se realizó en julio del 2022, en la ciudad de Huancayo, y duró cuatro semanas. Al escribir el proyecto al inicio de la pandemia, no había mucha certeza de cuándo íbamos a tener una vida en normalidad, por lo que la forma en la que se contó la historia (en su mayoría dentro del entorno familiar) tuvo mucha influencia el asegurar un rodaje posible. Cuando grabamos la película ya teníamos hasta cuatro dosis de vacunas, por lo que el riesgo de caer enfermos era mínimo, pero sí nos enfrentamos a la recesión económica mundial que había encarecido el precio de muchos productos y servicios a nivel nacional. Esto nos llevó a actualizar el presupuesto de la película antes de comenzar a grabar.
¿Qué referentes de otras películas o directores tuviste en mente durante la realización de “Tayta Shanti”?
Al momento de escribir la historia, las mayores influencias fueron Lucrecia Martel y Wong Kar-wai. Veía de manera constante La ciénaga, La mujer sin cabeza y La niña santa, porque me atraía mucho la construcción de sus personajes femeninos y de las interesantes relaciones que tenían entre madres e hijas en sus películas. Para la historia entre Marcelo y Sebastián me inspiré y repetía los visionados de las películas de WKW: Happy Together, Chungking Express, Fallen Angels. Ya en época de preproducción revisé casi toda la filmografía de Asghar Farhadi, debido a sus temáticas familiares y al narrar con planos abiertos, dejando a la vista a todos los personajes en general y dejando la tarea de buscar la información al espectador.
En tus películas pareces querer amalgamar de manera orgánica la vida más urbana o citadina de Huancayo, con el trasfondo de tradiciones y costumbres propias de tu región. ¿Es este tu interés? ¿De mantener una identidad huancaína adaptada digamos a los nuevos tiempos?
Hilando un poco los temas que se tocan en la película, recuerdo que sentía orgullo cuando en Lima alguien me decía: “no pareces de Huancayo”. Ya adulto hice una apreciación de mi identidad, de mi familia, mis raíces, reconstruí mi propia imagen con el trasfondo de tradiciones y costumbres heredadas. Ahora puedo decir muy orgulloso que soy huancaíno, vivo y trabajo en Huancayo. Entonces yo mismo como cineasta y ciudadano tengo una identidad huancaína adaptada a los nuevos tiempos.
Por último, ¿cuáles son los planes de distribución de esta película? ¿Y cuáles son tus proyectos a futuro?
Los planes de distribución de «Tayta Shanti» están aún en evaluación, me interesa ver la reacción del público del festival para determinar cuál será la mejor estrategia de distribución, pero ya pronto con noticias.
A futuro, estoy desarrollando un proyecto titulado “Niebla rosa, selva oscura”. Se trata de un neo noir, o como me gusta llamarle: un trans noir, debido a que la protagonista es una mujer trans que busca a su desaparecida pareja, tras hallar unas pistas, decide seguir su rastro a la selva central. El guion está participando del Concurso para regiones de DAFO este año.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2023, vía email.
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