El tercer largometraje de ficción del director huancaíno Hans Matos Cámac retrata una serie de problemas familiares en el contexto de la fiesta típica en honor a Santiago Apóstol conocida como Tayta Shanti. Aunque parezca una asociación arbitraria, el martirio del santo encaja con el sufrimiento interno de ciertos miembros del clan Valdez que albergan o expresan sentimientos disonantes y hasta reprobables. Se trata de una película predominantemente juvenil pero que es recomendable para todo tipo de público. Su condición de comedia ligera le permite cubrir temas espinosos como la alienación cultural y el machismo sin llegar a rozar el melodrama de “La rosa de Guadalupe”. A pesar de ciertas limitaciones, Tayta Shanti es una propuesta simpática y original que puede tumbar prejuicios y levantar el ánimo a la vez.
En un inicio la película establece como protagonistas a los primos Angie y Marcelo. Mientras que la primera, criada en Lima, rechaza y esconde su condición de huancaína tras una exagerada capa de maquillaje y una actitud de pituca atorrante, el segundo, criado en Huancayo, intenta reprimir su homosexualidad a la sombra de un padre alcohólico y machista. Gradualmente también cobran protagonismo Ángela, la madre de Angie que pretende formalizar su unión con un huancaíno pese al disgusto racista de su hija, y Sebastián, un limeño del cual Marcelo se empieza a enamorar. Su estructura narrativa está dividida entre las perspectivas de los tres primeros personajes, lo que nos permite conocerlos mejor pero resultando contradictoria respecto a la celebración comunal por la cual los personajes están reunidos. La omisión de lo ocurrido durante la primera noche de fiesta genera cierta intriga en escenas posteriores pero se desaprovecha la interacción entre todo el reparto, además del espectáculo de pirotecnia nocturna. Hubiera sido mejor recortar las escenas del padre de Marcelo que es el más flojo de los personajes.
La duración de hora y doce minutos parece insuficiente para retratar con justicia los dilemas existenciales de Angie y Marcelo. Pese a tener la trama más conmovedora y a buenos intérpretes en Gianco Ponce y Laurens Flores, creo que la relación de Marcelo y Sebastián pudo guardarse para otra película centrada exclusivamente en el machismo y la homofobia. En realidad la presencia de Marcelo se siente periférica respecto a su prima con la que comparte pocas escenas y muy poca complicidad. La trama de Angie y Ángela tiene un desarrollo más holgado y gratificante, en parte por la comedia de situaciones que se genera en torno a la primera. María Tesoro Tapia y Julia Thays se desenvuelven con gracia en sus respectivos roles de hija y madre, pese a que el guion tiende a limitarlas con diálogos algo estereotipados e impide una resolución verosímil de sus diferencias.
Tayta Shanti tiene aspectos técnicos por mejorar incluyendo su estrecha variedad de composiciones fotográficas y algún problema de continuidad en la edición. Sin embargo, al igual que su peculiar banda sonora, esta es una producción huancaína ambiciosa que logra una maridaje armonioso de tradición y modernidad, y que termina por contagiar su buen humor y sus todavía mejores intenciones. Me agradaría ver una adaptación televisiva que amplíe las tramas de Marcelo y Angie pues, sin ser plenamente realistas, ambas son representaciones apropiadas de la juventud peruana del siglo XXI.
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