Es una suerte sobrevivir a ser encarcelado y torturado por una dictadura. Celsa Ramírez Rodas (Guarambaré, 1950) es una de esas afortunadas personas que salió adelante frente a la dictadura militar de 35 años de Alfredo Stroessner en Paraguay (la de más larga duración en Sudamérica). La cineasta peruana Sofía Paoli Thorne (Lima, 1982) indaga en la historia de vida de esta sobreviviente y en cómo sana actualmente sus heridas físicas y emocionales en el valioso documental “Guapo’y”, que compite en el 27 Festival de Cine de Lima.
Para entender mejor este conmovedor documental, para darle la dimensión de memoria histórica audiovisual que se merece, hagamos un necesario repaso al contexto sociopolítico del Paraguay en el que vivió Celsa Ramírez, la protagonista. Alfredo Stroessner fue un general que rigió el destino de su país desde 1954 (mediante un golpe de Estado) hasta 1989. Utilizó la tortura, las desapariciones forzadas, los asesinatos, los escuadrones de la muerte, la ley marcial y el exilio político como forma de controlar a la población y a los opositores de su dictadura. Según la Comisión de Verdad y Justicia (del año 2008), la dictadura de Stroessner detuvo arbitraria o ilegalmente y torturó a decenas de miles; ejecutó extrajudicialmente, desapareció y mandó al exilio a otros miles más. Además, se estima que más de 100 mil personas sufrieron como víctimas indirectas (que eran familiares o allegados cercanos de las víctimas directas) de la violencia ejercida por el Estado represor. Solamente hubo un fallo condenatorio a uno de los responsables políticos de todas las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su dictadura. Elvio Acosta, uno de los choferes (y expolicía) que tuvo Stroessner, afirmó que el dictador se bañaba con sangre de niños. Y debajo del baño de una de las casas que tuvo Stroessner se encontraron tres cadáveres. Formó parte del Plan Cóndor (u Operación Cóndor), que eran dictaduras militares implantadas en Sudamérica (en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay) y apoyadas por los Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para evitar que el socialismo se expanda en nuestra región. Fundamentalmente, mediante este plan se aplicaba la represión política y el terrorismo de Estado.
A ese Paraguay amedrentado y sin libertades tuvo que resistir Celsa Ramírez Rodas. Fue encarcelada, estando embarazada, en el penal (también llamado campo de concentración) de Emboscada, donde había un árbol de guapo’y (o higuerón) que era utilizado por los presos políticos para cocinar y organizar otras actividades. Le mataron a su esposo Derlis Villagra, quien nunca pudo conocer al hijo de ambos. La madre de Celsa, María Lina Rodas, también fue encarcelada y no pudieron verse durante ocho años.
La cineasta Sofía Paoli nos presenta a Celsa como una mujer resiliente, de actitud positiva, libre de odios y rencores, a pesar de la dura vida que tuvo. El documental empieza mostrándonos cómo Celsa se pone esparadrapos con romero en la espalda para sanar sus dolencias físicas (consecuencia de todo lo que le pegaron en el penal de Emboscada). Sorprende cómo ella nunca habla con resentimiento hacia los militares que la torturaron durante la dictadura de Stroessner o contra los que mataron a su esposo. Y mientras va conversando con la directora del documental sobre su relación sanadora con las plantas, nos cuenta parte de lo que sufrió cuando recién la capturaron: “Yo me quedé nueve días con esta ropa, así, sin bañarme, porque no me dejaban bañarme. Era terrible”. Y aplicándose la planta de romero al cuerpo o tomando infusiones ahora ella controla el dolor de sus pies, que tanto le golpearon en prisión, porque antes “era como un huevo que tenía y yo tenía que estar tratando de saber pisar para no lastimarme. Es horrible”.
El documental intercala la historia de sanación con plantas de Celsa con varios audios periodísticos de radio o televisión donde, por ejemplo, se informa que en la antigua casona del dictador Stroessner se encontraron restos óseos (tres cráneos). O que el Ministro de Educación y Ciencias (desde marzo de 2022), Nicolás Zárate Rojas, defiende a Stroessner, no lo califica de dictador y manifiesta que él solamente tuvo “muchos aciertos y muchos errores”, hasta llamarlo “presidente de 1954 a 1989” como si se hubiese vivido en una democracia. O que el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez (gobernó del 2018 al 2023, es miembro del Partido Colorado e hijo del secretario privado del dictador), ensalza lo que hizo Stroessner: “Yo reivindico su lucha en la política”. Es decir, en el Paraguay de hoy, del año 2023, todavía existe un sector político que apoya y defiende lo hecho durante la dictadura.
Por otro lado, Celsa cuenta que en el año 2013 quitaron el guapo’y del penal y eso “fue como ir cortando pedazos de la historia”. Tenía una importancia afectiva para los presos de ahí: “Muy triste me sentí cuando vi que el árbol ya desapareció. Muy simbólico era el guapo’y para Emboscada, en ese penal”. Otro momento emotivo del documental fue cuando Derlis, el hijo de Celsa, recuerda a su padre asesinado por la represión: “Mi padre fue una persona admirable, en el sentido de que fue un luchador”.
Asimismo, Celsa confiesa que sintió miedo de que le cambiaran a su hijo por otro al nacer. Porque lo había visto de cerca, pero se lo llevaron rápidamente a una sala y cerraron la puerta. Entonces ella preguntó preocupada: “¿Y mi hijo?”. Y le respondieron: “Después te traemos a tu hijo”. Ella comenzó a gritar cuando se dio cuenta de que se demoraban demasiado en traer a su bebé. Fue hasta la puerta y la golpeó molesta. Le dijeron que si seguía golpeándola no iba a ver a su hijo. Decidió calmarse. Reviviendo esos instantes de angustia, detalla: “Esos momentos fueron terribles”. Le trajeron a su hijo en la tarde, pero estaba totalmente morado. “Pensé lo peor”, dijo Celsa. Preguntó qué le ocurría a su pequeño y una de las enfermeras le respondió: “Acércalo a tu pecho”. Eso hizo y el bebé reaccionó de inmediato. “Me olvidé de todo el drama que tuve, de la desesperación que tuve”, añadió aliviada.
Una de las escenas finales, donde apreciamos planos detalle de las manos, los pies y la cabeza de Celsa (que está echada sobre su jardín), acompañados por una musicalización algo mística, puede resumir el objetivo del documental: mostrarnos a una mujer sensible y valiente que ha encontrado en su amable relación con la naturaleza la mejor manera de salir adelante y dejar atrás las torturas que soportó durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner. “Guapo’y” queda como un importante testimonio audiovisual de resiliencia, que tuvo su origen en una durísima época de la conflictiva historia de Sudamérica. La profunda respiración final de Celsa y su pacífico abrir de ojos representa la liberación psicológica y emocional que todos los torturados por las dictaduras quisieran vivir.
Deja una respuesta