[Entrevista] Adrián Saba, director de “La erección de Toribio Bardelli”


El 26 de octubre se estrenó en la cartelera peruana la comedia dramática La erección de Toribio Bardelli (2023), del cineasta peruano Adrián Saba (nacido en Madrid en 1988). Se trata de la candidata oficial de Perú para la categoría de mejor película internacional en los premios Oscar 2024.

En el marco del 27 Festival de Cine de Lima, donde La erección de Toribio Bardelli formó parte de la Competencia de Ficción, conversamos con Adrián sobre su tercer largometraje, el proceso de escritura del guion, el trabajo de creación de identidad visual y la dirección del elenco, que incluye a Gustavo Bueno, Gisela Ponce de León, Rodrigo Sánchez Patiño y Michelle Abascal, así como su cinefilia y sus próximos proyectos.

Esta entrevista ha sido editada y resumida, por motivos de longitud y claridad.

Juan Carlos Ugarelli: Adrián, tu primer largometraje El limpiador era un drama sobre un futuro distópico y El soñador era un drama romántico. ¿Qué te animó a ingresar al terreno de la comedia dramática en tu tercer largometraje?

Adrián Saba: Creo que era un tema que siempre me llamó la atención. Es bien difícil llegar a determinar en qué momento nace una idea, porque pasan muchos años para que uno termine de hacer una película. En mi caso, esta nace de un sentimiento, de una sensación y se trata de darle una forma a esa emoción. Y en un inicio yo tenía claro que quería hacer una película sobre una familia disfuncional, quería hacer un drama que tenga humor, quería ser muy fiel a mí en cuanto a la manera de sentir, a la manera de expresar también la comedia y quería contar una historia con varios personajes, porque mis películas anteriores siempre eran con un personaje, seguíamos la historia de uno y aquí me interesaba ver a cuatro personajes muy particulares, los cuatro muy distintos y a la vez todos unidos por su propia soledad. Eso fue un poco la génesis de la emoción y de ahí ya lo fui permeando con la vida personal, con la imaginación y pensando cómo a través de estos cuatro personajes podía transmitir una emoción de mucha soledad, a la vez también que haya humor. Yo quería una película en la cual podías sonreír y en la cual podías reflexionar.

Laslo Rojas: Hablas del sentimiento que querías transmitir de soledad, que es algo que ya se ha visto desde la primera película. El limpiador es un personaje solitario, que se encuentra con un niño, que también es otro personaje solitario.

AS: Yo mismo me he dado cuenta de eso, todos son huérfanos. O sea, me digo: ¿no puedo pensar en otra cosa?

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LR: Quizá sea lo que se dice sobre ciertos directores, que siempre dan vueltas en la misma idea. De repente es una cuestión que no es pensada, pero se va dando al momento de crearlas.

AS: En mi caso sí me atrae mucho la idea de no repetirme, de probar cosas nuevas, de seguir aprendiendo. Pero sí es verdad que en el proceso de hacerlo, no puedes evitar mirarte a ti mismo y decir: “¿Por qué sigo contando esto? ¿qué pasa aquí?”. Pero eso ya escapa de mí, porque cuando estoy haciendo la película yo pienso que estoy haciendo completamente algo distinto a lo anterior. Y hay un momento en el cual te enfrentas y dices: “Ah, no, mira, aquí hay esto, es similar”. Sobre todo cuando ya vas por la tercera peli, puedes volver a encontrar puntos en común con las anteriores.

JCU: ¿Cómo fue el proceso de escritura del guion? ¿Y cómo fueron evolucionando los personajes a lo largo de ese proceso?

AS: La escritura fue a través de varios años, pero no me dediqué completamente a esta película durante esos años. Entre esos años hice El soñador (2016), hice una obra de teatro. En el guion antes había un hermano más, que lo corté porque ya eran muchos. Pero en general la historia era la misma, solo fue un proceso más que nada de tiempo, y me gustaba mucho la idea de una película que pueda trascender su propia premisa. En general la película habla mucho de trascender, desde que empieza con un personaje y el protagonismo es trasladado a los hijos, desde toda la verticalidad en las imágenes, que hablan de un arriba y un abajo. Entonces me moría de ganas de hacer algo que empiece y tú como espectador dices “Ok, voy a ver La erección de Toribio Bardelli, es este personaje”, y de pronto a los 15 minutos empiezan a abrirse nuevos personajes como una flor y la película empieza a ser algo más de lo que inicialmente pensaste que ibas a ver.

LR: Pensando en los espacios que eliges para tus películas: en tus tres películas nosotros, como limeños, distinguimos los espacios de la ciudad, calles y lugares específicos, pero tú nunca sitúas las historias en algún lugar con un nombre y una temporalidad. ¿Esto es intencional? ¿Creas estos universos totalmente ficticios basándote en elementos de Lima?

AS: Sí, filmamos en Lima, pero sí es verdad que hay un elemento de escapismo, que no sé por qué me atrae, pero me gusta mucho la idea de crear -junto con el equipo- nuestro propio universo y poder mezclar calles y si uno dobla una esquina no necesariamente es en la esquina que literalmente conocemos, sino crear nuestro propio mundo. En el caso particular de Toribio Bardelli quería una Lima que en general se sienta más antigua. Siempre camino por el Centro de Lima y en muchos casos digo: “¡Qué bonita podía ser”, y al mismo tiempo queríamos que sea moderna, con las oficinas, quería una ciudad multitemporal y arquitectónicamente también. A mí me gustan casi todos los procesos de hacer cine, pero uno de los que disfruto mucho es buscar locaciones. Entonces pasearnos y descubrir espacios también van informando el propio guion, y vamos así, mezclando elementos.

LR: Para Toribio Bardelli elegiste justamente estos espacios de Lima que remiten a décadas pasadas, tiene un look como de una historia de los años 70…

AS: Pero igual hay celulares.

Laslo: Claro, hay elementos que nos jalan a la contemporaneidad, pero los espacios, el arte y todos los elementos me remiten a películas de Europa del Este, rumanas, con esa paleta de colores vintage. ¿Fue algo que tú tenías como referentes en la creación?

AS: Sí, siempre. Incluso salvando vastas diferencias, pero ayer que veía Fallen Leaves yo decía: “Están con el tema de la guerra en Ucrania, pero tienen celulares antiguos, y a la vez están pasan esta película de Jim Jarmusch que es de tal año”. O sea, yo en un momento estaba perdido en el tiempo y en el espacio. Esa misma inspiración que pude ver en Fallen Leaves es algo que también me interesa, no sé si para siempre, pero en este caso sí ha venido con mis otras películas, la idea de crear, de retratar una Lima que existe. Porque no es que yo esté construyendo nada nuevo, sino de pronto junto con el director de foto, me doy cuenta y decimos: “Oye, si sólo movemos la cámara un pelo más aquí, cambia todo, es de otra época”. Eso es muy bonito, es muy emocionante.

JCU: La Lima que vemos en Toribio Bardelli también tiene algunos elementos en común con la Lima de El limpiador, porque en general el estilo fotográfico privilegia tonos sombríos, opacos y hay una idea de cierta decadencia que hermana a ambas películas. ¿Cómo trabajaste el estilo visual del film junto al director de fotografía Christian Valera y la directora de arte Blanca Martínez?

AS: Con muchas conversaciones. Creo que un norte grande general eran los cuadros de Hopper que transmiten muy bien un sentimiento de soledad, de melancolía, eso creo que fue importante para nosotros a lo largo del proceso, como nuestras reglas de cómo encuadrábamos a los personajes, dando mucho techo, muchas veces casi dejándolos a un lado del encuadre, eso genera mucho aire en el cuadro y por ende los aísla.

JCU: Existen varias comedias que han abordado las relaciones de una familia disfuncional, las relaciones de padres e hijos. Como parte de tu proceso creativo y de escritura del guion, ¿te inspiraste en alguna comedia o en el cine de algún director que tiene un tipo de humor que tú compartes?

AS: No en particular en cuanto al humor, pero Ozu es un grande en cuanto a relaciones familiares, también salvando las distancias. Pero en general me interesa intentar hacer algo original y no solo basándonos en referencias cinematográficas, sino de música, de cuadros. Es interesante porque una comedia siempre se filma en clave alta y aquí es al contrario, casi toda la película sucede de noche, la fotografía no es nada cómica, entonces fue un reto unir el humor con la tristeza y que esos dos sentimientos puedan convivir, que veas una escena y que dependa del espectador si te ríes o tal vez no. Sin embargo, sí hay momentos muy específicos de humor en la película, pero la idea era transitar, llevar a la persona por ese proceso y que el humor sea muy afín a mí. Me gustaba mucho la idea de elevar y trascender el chiste, poder encontrar poesía en un pedo. No sé si son spoilers, pero el pedo que a lo mejor media hora atrás en la película podía ser un chiste simple, para el final es algo que ya tiene un significado, un evento tan pequeño que logra unir a estos tres hermanos. Entonces, eso me atraía mucho, poder elevar un humor que podría tener un niño de cinco años, que a mí me da mucha risa también.

LR: Las comparaciones siempre son complicadas, pero como dices, ayer veíamos esta maravillosa película de Aki Kaurismäki que tiene un sentido el humor que funciona en clave baja, en situaciones que también tienen una atmósfera y situaciones que son patéticas, y dentro de ese patetismo se trata de encontrar una sonrisa.

AS: Gran palabra: “patético”.

LR: ¿Ese era el reto para ti también? ¿Cómo lo trabajaste?

AS: Mi productora Carolina Denegri siempre dice “patéticamente tierno” y creo que también era importante encontrar el humor a través de la ternura y que uno al final del día sienta que quiere abrazar a estos personajes. ¿Cómo encontramos eso? No lo sé (risas). Creo que ese fue uno de los grandes retos de la peli. Poder unir ambos mundos, del humor y el drama, la tragedia y la comedia, lo patético y lo tierno. Hay muchas cosas que simplemente están ahí de manera natural, que yo no puedo explicar, que salen de mí y del proceso de colaboración. Y hay otras cosas que sí están más pensadas a nivel de plano, de estética. O sea, el inicio y el final siempre se mantienen siendo lo mismo y lo que puede cambiar un poco es lo del medio, el orden sobre todo. Durante el rodaje era estar bien atentos al humor y en el montaje también había que encontrar un humor muy fino, porque si bien parece que la materia es muy primaria, como les digo, quería llevarle peso a eso que no me parecía una hazaña tan fácil y ese reto me movió un montón. Por ejemplo, hay una pequeña cosa que a mí me encanta: cuando el camión de basura se lleva a Fluffy, el perro, es muy gracioso; y ahí Gisela dice: “¿Qué chucha te pasa?”. Y a ese “chucha” le metimos un “pip” (sonido de censura) del camión de basura y de pronto, al incluir ese efecto, de pronto ese “chucha” es gracioso, tiene humor. Llenar la película de detalles así en el montaje fue muy bonito.

Adrián Saba en el rodaje de «La erección de Toribio Bardelli».

JCU: ¿Cómo fue la elección de estos cuatro protagonistas? ¿Escribiste los personajes pensando en esos actores específicos? ¿O llegaron luego de un proceso de casting?

AS: Yo tenía bien claro que quería trabajar con “actorazos”, inclusive para los papeles menores, quería tener a los mejores. Y en este caso tenía muchísimas ganas de trabajar con Gustavo Bueno, Gisela Ponce de León y Rodrigo Sánchez Patiño, para mí son actorazos y felizmente que ellos también quisieron trabajar de vuelta conmigo y creo que todos ellos estaban muy involucrados en el proyecto.

JCU: Un tema que se maneja con mucha sutileza en la película es la identidad de género de la hija interpretada por Michelle Abascal. ¿Cómo fue el trabajo con ella para crear este personaje y para expresar sus conflictos interiores de forma sutil?

AS: Para mí era muy importante hacerlo sutil, porque no quería que la película se vaya en ese tema, porque creo que ese personaje tiene mucho más que contar que su identidad de género, entonces queríamos que eso formara parte de la película, pero no irnos solo por ese camino. Entonces con Michelle fue un proceso de muchas conversaciones, aportó bastante al personaje. Se conversó un montón, Michelle vino un mes antes a Lima, aparte de las conversaciones que teníamos por Skype y luego se empezó a empapar también con el acento.

LR: ¿Cómo dieron con esta actriz en particular?

AS: Ella es de México. Llegamos a ella por Facebook. Estábamos haciendo un casting abierto, el segundo asistente de dirección que estudió en México la etiquetó, Michelle nos escribió y nos juntamos. Me encantó, tiene una presencia muy bonita en cámara.

LR: ¿Cómo fue el trabajo de dirección con los actores para dar con ese tono de comedia que es el más complicado de encontrar?

AS: Bueno, Michelle era súper hábil y entendía muy bien cuando algo tenía potencial de ser gracioso y cuando de ser serio. Y yo recuerdo claramente, en el último plano, cuando pasa Toribio con su erección, Michelle me pregunta: “¿Esto lo quieres serio o quieres un timing más cómico?”. Y yo le dije: “Cómico”. Y si ves sus miradas, cómo voltea, cómo gira, cómo está sincronizada con Rodrigo, ella lo manejó totalmente sola.

Todos ellos son unos monstruos de la actuación, que han hecho un montón de cosas. Gustavo Bueno sabe un montón de cine, sabe perfectamente si la cámara está ahí, qué lente tiene, es muy inteligente como para entender cómo funciona el rodaje, al igual que todos los demás. Entonces era muy fácil trabajar con ellos en ese sentido, ellos tenían el guion bien integrado, entre ellos se llevaban muy bien, y en verdad tenía que hacer cosas mínimas con ellos, aportábamos un montón desde detalles pequeños. Sí, la verdad que fue un placer trabajar con ellos.

LR: ¿Cuándo se realizó el rodaje, cuánto tiempo duró, en qué locaciones?

AS: Se realizó en el 2019 y duró cinco semanas. Rodábamos cinco días la semana, cosa que no había hecho antes. Descansábamos dos días, cuando lo normal es descansar un día. A mí no me gustó, a otra gente sí, pero a mí me cortaba mucho, dos días de descanso me desestabilizaba, de ahí el lunes tenía que volver a entrar en la dinámica del rodaje. Todo se filmó en locaciones en Lima, en varios distritos, en el Centro de Lima, Surco, Miraflores, Barranco. A mí me encanta eso, mezclar calles, mezclar distritos, con tal de que vaya con la identidad visual de la película.

JCU: ¿La escena del bar dónde filmaron?

Eso es el Circolo Italiano.  Yo no lo conocía, nunca había entrado. Eso es otra cosa que me encanta de hacer cine y de buscar locaciones, que te da acceso a sitios que jamás irías en tu vida cotidiana o como civil. También es bien bonito cómo a través de las redes sociales la gente se involucra, te ayuda y te pasa datos de lugares.

JCU: Si tuvieras que encontrar algún hilo conductor entre los protagonistas de tus tres películas, ¿dirías que hay alguna característica que los conecta?

AS: No tengo idea. Eso es trabajo para ustedes. De verdad uno se sorprende como artista con lo que uno mismo hace, es solo después de los hechos que uno empieza a reflexionar sobre el trabajo. Pero como te digo, en el momento no busco ninguna conexión con el trabajo anterior, al contrario, busco hacer algo distinto.

LR: Pensando nuevamente en las tres películas, siempre hay esta búsqueda de incluir elementos que nos remiten a un pasado cercano, elementos del arte, de la fotografía, de los mismos espacios. En tu cine siempre estás tratando de llevarnos al pasado, hay como una cosa nostálgica

AS: Soy nostálgico, pues, Laslo.

LR: ¿Y por qué sientes que hay ese interés en la nostalgia?

AS: Siento que estoy haciendo terapia psicológica (risas). No sé por qué siento esa nostalgia, creo que es un elemento que siempre me ha acompañado toda mi vida, desde que soy muy pequeño. Llego a un lugar y el lugar me da nostalgia, no sé cómo explicarlo, siempre es así.

LR: Eso obviamente es lo que se refleja en tu cine.

AS: No sé si es bueno o malo, a mí me gusta sentir eso, pero sí es verdad que yo en algún momento pensaba que era normal. Pero no sé si es tan normal. Recuerdo que una vez estaba con una amiga y estábamos hablando de cuál es la canción más triste. Y entonces me puso una de Bruce Springsteen. Y le dije: “Esto no es triste. O sea, ¿este es tu nivel de mayor tristeza?”. Y de ahí yo puse una de Bon Iver, de su disco “For Emma, Forever Ago”. No me acuerdo cuál era. Entonces ahí me di cuenta también que no todos los niveles emocionales son iguales, en particular en la tristeza, las personas no la llevan de la misma forma. Y por eso el cine y el arte en general tienes la oportunidad de entrar a ver el universo interior de una persona.

LR: En los últimos tiempos, en la cultura popular en general ha habido esta búsqueda por lo nostálgico, y de explotar de alguna manera los contenidos, por ejemplo la mirada que hay ahora sobre la década de los 80 o los 90. Entonces, cuando aparecen miradas como la tuya, ¿se puede decir que eres parte de esta ola?

AS: Puede ser, sería interesante. Creo que todos hemos sido nostálgicos. Yo estoy seguro que los de los años 50 tenían nostalgia por los años 30, de todas maneras, solo que no somos conscientes de eso ahora. Así como también creo que todas las generaciones piensan que su generación es el fin del mundo. Entonces es una cuestión de perspectiva. Y ahora, sí pues, está de moda todo lo vintage. No sé si será porque el tiempo de hoy en día va demasiado rápido o por esta cosa que en verdad es de toda la vida, solo que nosotros lo sentimos como personal.

Adrián Saba durante la entrevista realizada en el marco del 27 Festival de Cine de Lima.

LR: Tú eres muy cinéfilo y eres muy activo en la plataforma Letterboxd. Todo el tiempo estás comentando películas. ¿Cómo es tu relación con la cinefilia y con las redes en ese sentido de compartir?

AS: Me gusta mucho ver películas, me gusta mucho hacer el ejercicio de pensar. O sea, para mí es algo personal, ¿no? Yo comencé a usar Letterboxd con mis amigos, porque estudié en Estados Unidos y ellos fueron los que me pasaron esto. Yo lo hago de una manera para hacer un poco de crítica, como tomar notas a veces. Me gusta pensar sobre la película, siento que me hace mejor cineasta si pienso sobre la película y tomo notas de cosas que me gustan, de cosas que no entendí, de cosas que pudiera mejorar, de cosas que son fenomenales. Hubo un momento en la pandemia, creo que nos pasó a muchos, que veía un montón de películas. A veces, cuando se puede, trato de ver una película al día y hay momentos obviamente en los que no se puede, pero sí lo intento hacer. Y yo de hecho no era tan cinéfilo, lo de la cinefilia ha venido en los últimos años porque también me di cuenta que necesitaba ver más cine. Y es bien bonito cuando descubres una película por primera vez, te da mucho bagaje para seguir haciendo [películas].

LR: Conversaba con otro amigo cineasta, que también es cinéfilo, y me decía que había una cuestión ambivalente porque sentía que mientras mira una película, todo el tiempo está pensando en las películas que él hace. A veces piensa: “Hubiera querido yo hacer eso” o está tomando notas de lo que podría hacer. Entonces, la relación que ustedes tienen con el cine como creadores es distinta a la que tenemos nosotros, como cinéfilos o críticos, que es por placer, pero ustedes realmente tienen esa relación un poco más competitiva.

AS: Competitiva, no tanto. O sea, yo confío bastante en mí. Me inspira mucho ver las películas de otros directores, hay películas que yo sé que no es lo mío y que igual yo las puedo apreciar muchísimo. A mí me encanta ver e intentar sacar lo mejor de cada película. Yo puedo entender que a veces puede abrumar, uno ve tantas películas, hay tantas historias que ya se han contado y uno se puede preguntar: “¿Y por qué yo? ¿Qué tengo yo que ofrecer?”.  Pero se puede poner la pregunta al revés y decirse: “¿Y por qué no?”.

JCU: Y dentro de tu cinefilia, ¿has podido descubrir algunas películas peruanas recientes o antiguas, que te han entusiasmado?

AS: Sí, bueno, Wiñaypacha fue una película que vi en el Festival de Cine en las Alturas, en Jujuy, Argentina, fue una experiencia muy bonita, verla ahí en la pantalla grande con un público en su mayoría argentino y sentir la sala también viviendo la película. Días de Santiago es una de mis películas favoritas. Manco Capac me gustó un montón. Lo que me gusta es que ahora, aparte de que se está haciendo bastante buen cine, se está haciendo cine muy diverso, un montón de historias distintas y eso me encanta. Me gustó mucho Historias de shipibos de Omar Forero, me gusta cómo él ve el cine, con mucha sinceridad. Me falta ver cine peruano más antiguo, que quiero ver también.

LR: ¿Tienes algún próximo proyecto en el que estés trabajando?

AS: Pues nada muy definido, pero mi nueva película se ha postulado hace poco a DAFO. Con ese proyecto hemos estado en dos laboratorios.

LR: ¿Cómo se llama?

AS: Las cosas siempre pueden cambiar, pero por el momento el proyecto se llama Tupananchiskama, Arizona. Y ya no quiero decir nada más, para no salarlo (risas). Pero ahí está. Hay un guion, hay cosas, pero todavía no puedo decir nada, si no hay dinero…

LR: ¿Y es la primera vez que postulas este proyecto al fondo de DAFO?

AS: Sí, porque lo he venido escribiendo todo este tiempo. Yo estoy bien contento con el proyecto. Creo que he aprendido muchísimo de la última película, con toda esta nueva etapa de la cinefilia también. Estoy bien contento con con la historia. Tengo muchas ganas de hacerlo, ojalá se pueda. [N.E.: El proyecto Tupananchiskama, Arizona, fue presentado por la empresa Flamingo Films al Concurso de Proyectos de Largometraje DAFO, en julio de este año. No obtuvo el estímulo de producción].

Entrevista realizada por Juan Carlos Ugarelli y Laslo Rojas, el 15 de agosto de 2023, en el CCPUCP en San Isidro.


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