[Crítica] “Cuando acecha la maldad” (2023), de Demián Rugna


Cuando acecha la maldad” es de las producciones latinoamericanas de terror más originales que haya podido ver en un buen tiempo. Ganadora de un concurso de pitching de guiones en el Festival de Sitges, y producida tanto por Argentina como Estados Unidos (a través del servicio de streaming de terror “Shudder”), esta es una película de posesiones carente de todos los estereotipos y clichés del cine occidental del subgénero. Acá no encontrarán ni curas ni voces demoniacas ni contorsiones dolorosas —lo que hace el director Demián Rugna es un poco distinto, y por ende, bastante más perturbador de lo que esperaba.

Lo cual no quiere decir, por supuesto, que “Cuando acecha la maldad” sea de las películas más terroríficas que jamás haya visto. De hecho, no la clasificaría como un filme de terror puro. Más bien, lo que tenemos acá es una experiencia de suspenso y tensión, con toques sobrenaturales que nos dicen mucho de la cosmovisión de nuestros protagonistas. Es una película argentina que, refrescantemente, no se lleva a cabo en Buenos Aires —ni en ninguna otra ciudad grande—, y que más bien nos permite percibir los sucesos terroríficos que desarrolla desde una perspectiva más del campo, de lo rural. Esto evidentemente ayuda a que la historia se sienta más aislada, más alejada de lo moderno y supuestamente avanzado, pero también a que el film se sienta diferente a lo que normalmente vemos en el género.

El protagonista es Pedro (Ezequiel Rodríguez), un hombre sencillo que vive en una granja en medio de la nada junto a su hermano menor, Jimi (Demián Salomón). Un día, sin embargo, se encuentran con el cadáver destrozado de un hombre en un bosque cerca a sus tierras, lo cual los lleva a visitar a una vecina a la que no veían en años. Es ahí que se enteran que la mujer ha estado escondiendo a su hijo, ahora transformado en una pelota infectada llena de heridas. En pocas palabras, el pobre chico está “embichado” (poseído), y pronto podría convertirse en un “encarnado” (la encarnación de un demonio en nuestro mundo).

Cuando acecha la maldad

Es así que Pedro y Jimi deciden ayudar a otro vecino, Ruiz (Luis Ziembrowski) a deshacerse del chico, para que el demonio no infecte sus vidas. Pero como se deben imaginar, las cosas no salen bien. Pierden al embichado, y el ente que lo infectó poco a poco va propagándose por la campiña, poseyendo a varios lugareños, incluyendo a ciertos conocidos de Pedro. Eventualmente, nuestros protagonistas se ven obligados a enfrentar a este demonio, y a buscar la ayuda de una experta en encarnados llamada Mirtha (Salvina Sabater), para deshacerse de esta maldición lo antes posible.

No soy ningún experto en los mitos, leyendas y supersticiones argentinas; no obstante, lo que sí puedo decir es que “Cuando acecha la maldad” hace un buen trabajo adentrando al espectador en un mundo muy específico, en el que mucha gente parece saber bastante sobre casos de posesión. Resulta fascinante, por ejemplo, ver a uno de los personajes nombrar las siete reglas (las cuales aparentemente son parte de las canciones que les cantan a sus hijos antes de dormir) a tener en cuenta cuando lidian con embichados: desde no usar luz eléctrica, hasta alejarse de animales, no usar armas de fuego, o no tener miedo. Y por supuesto, resulta aun más entretenido ver como ciertos personajes rompen estas reglas, y se ven obligados a enfrentar las consecuencias.

Porque curiosamente, “Cuando acecha la maldad” no me dio mucho miedo. Cuenta con varios jump scares (ruidos o imágenes repentinas que lo hacen saltar a uno), y desarrolla una atmósfera palpable de suspenso, pero nunca causó verdadero horror en mi. Lo cual está bien; porque nunca sentí que Rugna y su equipo quisiesen desarrollar una historia estereotípica del género. Más bien, parecían estar más interesados en perturbar a sus espectadores; en hacerlos entender este contexto tan específico, bañarlos en historias y mitos y supersticiones locales, y por supuesto, hacerlos conscientes de lo que la maldad es capaz de hacer. Puede que “Cuando acecha la maldad” no sea terror puro, pero igual logra perturbar y sorprender y dejarlo a uno en estado de shock.

Por ejemplo, vale la pena decir que, a diferencia de la película norteamericana de terror promedio, “Cuando acecha la maldad” no tiene miedo de poner a niños pequeños en situaciones de peligro o hasta de muerte. Lo mismo con los animales (como perros o cabras). O que, nuevamente, Rugna ha evitado —conscientemente— utilizar clichés del género, como agua bendita, cánticos en latín, o apariciones por parte de sacerdotes cristianos. “Cuando acecha la maldad” no trata tanto sobre la pelea entre la cristiandad y lo demoniaco, si no más bien sobre una lucha entre el bien y el mal, y sobre cómo este último se aprovecha de los más débiles —desde animales indefensos, hasta niños pequeños y adolescentes en el espectro autista.

De las actuaciones resulta imposible quejarse. Ezequiel Rodríguez convence como Pedro, un hombre de pasado misterioso, que parece haberle hecho mucho daño a mucha gente —quizás a propósito, quizás no—, y que ahora simplemente quiere vivir en paz. Demián Salomón, por su parte, tiene el rol del hermano menor callado y tranquilo —siempre dispuesto a ayudar, pero por momentos, dudoso en relación a lo que supuestamente están viviendo. En cierto momento, de hecho, comienza a pensar que quizás todo está en la mente de su hermano, y que todo lo del embichado y el encarnado es mentira. Y mención aparte para la dirección de niños actores; todos están bastante bien, y hasta protagonizan algunas de las escenas más perturbadoras de la historia (sin la necesidad de voces modificadas o doblajes de estilo demoniaco).

“Cuando acecha la maldad” hace lo que más producciones latinoamericanas de terror deberían hacer: alejarse de las convenciones y los clichés hollywoodenses del género, y más bien aprovechar las historias y rumores y supersticiones locales para desarrollar una historia original y sorprendente. Puede que no sea particularmente terrorífica, y que el final pueda dejar insatisfechos a algunos espectadores —funciona más a nivel simbólico que literal—, pero la película igual funciona como un tenso ejercicio de suspenso y atmósfera, que demuestra que es posible hace buen cine de género en Latinoamérica. Solo espero que alguien se anime a estrenarla en cines peruanos —o que el servicio “Shudder” por fin llegue a nuestro país. Con lo popular que es el terror en el Perú, definitivamente están perdiendo plata.

Nota: Vi “Cuando acecha la maldad” gracias a un screener cortesía de la distribuidora IFC Films y la plataforma Shudder.


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