Llámenlo el poder del amor. O la nostalgia. O la forma en que percibimos a nuestros padres ya como adultos. El punto es que es una fuerza que, nos demos cuenta o no, gobierna nuestras vidas, y eventualmente nos hace reflexionar sobre nuestra propia mortalidad, y las relaciones que mantuvimos con gente que sigue o que ya no se encuentra en este mundo. Es sobre eso que se trata “Todos somos extraños”, lo más reciente de Andrew Haigh, y una de las más potentes y emotivas películas que haya tenido el placer de ver este año.
Un fascinante Andrew Scott interpreta a Adam, un guionista que vive solo en un departamento en Londres, tratando de buscar inspiración pero fallando en el intento. Un día, luego de encontrar algunas fotos antiguas, decide ir a la casa de su infancia a las afueras de la ciudad, encontrándose, inesperadamente, con sus padres, (Jamie Bell y Claire Foy). El problema es que ellos murieron cuando Adam tenía doce años, y ahora lucen tal y como lo hacían décadas atrás, con peinados y vestuario de los ochentas.
Es así que Adam visita una y otra vez a sus padres, teniendo conversaciones con ellos, revelando detalles nuevos sobre su vida —su trabajo como guionista, el hecho de que es gay— y tratando de pasar unos últimos momentos con estos… ¿espectros? ¿espíritus? ¿recuerdos? Y a la vez, Adam comienza a desarrollar un intenso romance con un vecino llamado Harry (Paul Mescal), un alma aparentemente más libre que, sin embargo, también cuenta con sus propios demonios.
No hay otra forma de decirlo: “Todos somos extraños” es de las películas más devastadoras que haya visto en años. De hecho, hace un buen tiempo que un filme no me hacía llorar como un bebé, pero eso es precisamente lo que me pasó con esta película; en particular, con una escena climática que me hizo reflexionar sobre mi propia mortalidad, la de mis padres, y todo lo que les he dicho y no dicho a través de los años. Y lo mejor es que no se siente como una experiencia manipuladora o cursi; considerando el concepto central de la cinta, “Todos somos extraños” pudo haberse tornado en melodrama inaguantable, pero es gracias al trabajo de Haigh y a las expertas actuaciones de Scott, Mescal, Bell y Foy que esto —felizmente— nunca sucede.
Resulta fascinante, además, ver la forma tan experta en la que el director entrelaza los diferentes elementos presentes en su guion, basado —muy a la ligera— en la novela “Strangers” de Taichi Yamada. No es casualidad, por ejemplo, que recién luego de haber interactuado con sus padres por primera vez, es que Adam se anima a salir con Harry. Y resulta muy emotivo ver una escena en la que nuestro protagonista se mete en la cama de su infancia con su madre, para luego voltearse y cambiar de realidad, viendo a Adam a su costado. La forma en la que Haigh vincula el romance entre Adam y Harry y las experiencias sobrenaturales y emotivas que está teniendo el primero con las memorias de sus padres trae consigo implicaciones interesantes, que resultan en una experiencia consistentemente sorprendente.
Pero lo más impactante en “Todos somos extraños” está, por supuesto, en las revelaciones que se van llevando a cabo cada vez que Adam interactúa con su padre o su madre. En ver cómo ella reacciona a que él sea gay —inicialmente, no muy bien—, o en ver cómo él se disculpa por no haber estado más presente cuando Adam era niño, especialmente cuando lo escuchaba llorar en su cuarto y no hacía nada. La película nunca explica exactamente cómo es que Adam está viendo estas versiones de sus padres, por lo que uno simplemente asume que son recuerdos o espíritus que se han quedado para resolver asuntos pendientes —eso no importa. Lo que importa es lo que catártico que resulta ver a Adam tener estas últimas conversaciones son sus padres —especialmente cuando van al restaurante favorito de su infancia para escuchar algo de parte de ellos que siempre quiso escuchar.
No es necesario decir, entonces, que todos ofrecen actuaciones magníficas. Andrew Scott, más conocido por aparecer en series de TV de prestigio, como “Sherlock” o “Fleabag”, hace mucho con poco, hablando muy ocasionalmente, y más bien trasmitiendo sus procesos internos a través de miradas, movimientos repentinos, o reacciones. Se trata de una actuación central simplemente increíble, que nos permite empatizar con Adam, entendiendo lo que esta sintiendo y lo que está tratando de superar, haciendo que ignoremos las implicaciones lógicas o sobrenaturales de sus interacciones con sus padres. “Todos somos extraños” se torna en una experiencia emocionalmente potente gracias, en parte, a Scott, lo cual hace que la lógica detrás de los elementos fantásticos simplemente no importe.
Por su lado, Paul Mescal sigue demostrando que se trata de uno de los mejores actores de su generación. En esta película logra desarrollar a Harry como un chico aparentemente despreocupado, pero que esconde sus demonios internos detrás de una fachada supuestamente relajada. Puede que no tenga los mismos problemas que Adam, pero demuestra estar igual de roto que él —especialmente cuando comienza a hablar sobre la relación que tiene (o no) con su familia. Y tanto Claire Foy como Jamie Bell están excelentes como los padres de Adam —como estas representaciones quizás idealizadas de lo que fueron en vida, y que ahora están de vuelta (brevemente) para sanar algunas de las heridas de su hijo.
“Todos somos extraños” es de las experiencias más emocionalmente poderosas que haya tenido este año. Se trata de un filme que los hará reflexionar sobre sus propias vidas; sobre sus padres y todo lo que les podrían decir, y sobre el tiempo que pasan con sus seres queridos. Es una película perfectamente actuada, dirigida y fotografiada elegantemente —utilizando una imagen llena de textura y con un gran uso de tonos de azul y morado—, y que cuenta con una de las bandas sonoras —etérea, minimalista, casi de ensueño— más hipnotizantes que haya escuchado este año. Es una película que me ha fascinado; y si la llegan a ver, ya sea este fin de año o a principios del próximo, estoy seguro que les fascinará también.
Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Searchlight Pictures.
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