Un pájaro voló (2024) es un cortometraje realizado por el barranquillero Leinad Pájaro de la Hoz como un homenaje a su padre, Daniel Pájaro Sánchez, destacado voleibolista que jugó en el Atlántico de Barranquilla y en la Selección de Colombia, y quien partió prematuramente a sus 36 años a causa de un aneurisma cerebral cuando Leinad tenía apenas 5 años. Esta coproducción colombocubana se estrena en la Berlinale 2024 en la categoría Generation 14plus.
La historia tiene dos protagonistas: Boloy, jugador de voleibol de la selección cubana, y su amigo Daniel quien, a pesar de ya no estar con él, pervive en su recuerdo. Así, la cinta de 20 minutos trata sobre una ausencia vívida que provoca una presencia atormentada.
El filme presenta a un Boloy imposibilitado de desnudar su corazón herido y con una tristeza captada en primerísimos primeros planos, reflejada en su actitud cabizbaja y su mirada clavada en el piso, retrotrayendo tiempos pretéritos. Otro elemento importante, además, es el encuadre que posiciona al personaje ya sea a la izquierda o bien a la derecha de la pantalla y no al medio como sería lo convencional, lo que hace fijar la mirada en alguien que no está centrado en el encuadre como tampoco lo están sus emociones.
Una vez en la cancha, lo primero que se resalta es el primer plano que muestra la pesadumbre en el rostro de los voleibolistas el momento del minuto de silencio propiciado por el entrenador en memoria de su recientemente fallecido compañero de equipo Daniel. Sin embargo, una vez que termina el tiempo de silencio, les recuerda que “el torneo continúa” y que por eso tenían que “echar pa’lante, levantar la cabeza y seguir”.
El momento del entrenamiento es registrado alternando planos enteros, americanos y medios con sonidos entremezclados de los retumbares de los balones con los trinos y aleteos intermitentes, acompañados con un telón de fondo de una de las obras maestras de Igor Stravinsky: El pájaro de fuego: N° 5 Berceuse, composición que, por su estructura, emula el estilo de las canciones de cuna.
Este recurso sonoro es en demasía interesante, ya que la melodía de El pájaro de fuego –o Ave Fénix, que renace de sus cenizas– se confunde con los trinos, aleteos y el eco de las pelotas, como indicando una presencia que no se ve, pero que sin embargo se siente latente y constante. Es por eso que cuando la angustia de Boloy crece al ser conducido a la banca por su mala performance deportiva, adopta una posición –lleva su torso hacia sus piernas– que le hace salir casi completamente del encuadre, a excepción de su oreja, que es la que, a través del oído, continúa percibiendo la presencia sonora.
Una vez fuera de ese espacio público, Boloy dice su primera y única frase en todo el corto cuando está dentro del espacio privado, el lugar donde vive con su pareja, quien le pregunta si está bien y él le responde, con una voz tenue casi inaudible, que está bien. Minutos después, sale al balcón de su comedor y avizora a un par de niños jugando a las canicas en la calle, algo que lo conmueve sobremanera porque tal vez le recuerda la relación cercana y la conexión que tenía con su amigo. Después de eso se dirige al espacio más íntimo del hogar, su dormitorio, y despierta a su compañera para que le ayude a contener su tristeza que ya se había desbordado a través del llanto catártico.
Notas:
- «Un pájaro voló» fue el titular con el que el se anunció el fallecimiento del voleibolista Daniel Pájaro Sánchez, en diciembre de 1993, en el Diario La Libertad de Barranquilla, Colombia; artículo compartido por Leinad en un grupo de Facebook que creó en memoria de su padre.
- Este corto podría ser considerado como “cine de poesía” por la sintonía emotiva que crea a través de la atmósfera de distintas sonoridades sin la necesidad de muchos diálogos.
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