Comparto mis críticas de dos películas que formaron parte de la sección World Cinema Dramatic Competition en la más reciente edición del Festival de Sundance.
Sujo (México, 2024)
El cine mexicano ha abordado ampliamente la guerra contra el narcotráfico, usualmente desde una óptica trágica, lúgubre y no pocas veces violenta y sensacionalista. Por eso, es un soplo de aire fresco encontrar una película como Sujo, en la que las directoras Astrid Rondero y Fernanda Valadez se acercan al tema con una mirada mucho más humanista e incluso esperanzadora, mostrando caminos alternos para las víctimas de los cárteles, sin dejar de reconocer el ciclo de la violencia como una herencia que se transmite de generación en generación.
Luego de que un sicario es asesinado por un cártel, su hijo huérfano de 4 años, Sujo (Kevin Aguilar), queda al cuidado de su tía, quien debe proteger al niño de los narcotraficantes y se aísla con él en una pequeña casa perdida en medio de las montañas. Cuando Sujo entra a la adolescencia (Juan Jesús Varela) y los tentáculos de los cárteles empiezan a rondarlo, debe migrar hacia la capital para empezar una nueva vida.
A lo largo de su relativamente corta existencia, Sujo es cuidado y apoyado por mujeres: sus tías cuando es niño y vive en la montaña; una profesora universitaria cuando se establece en la Ciudad de México. Susan (Sandra Lorenzano), una catedrática argentina que huyó de la dictadura de su país, se vuelve una inesperada mentora de Sujo cuando él se acerca a la universidad buscando saciar su sed de conocimientos. Susan y Sujo conectan de inmediato porque ambos comparten un pasado similar: son víctimas de la violencia que han perdido a su familia y deben migrar a otro destino en búsqueda de un nuevo comienzo.
Luego de Sin señas particulares (2020), que Valadez dirigió y coescribió junto a Rondero, ambas cineastas asumen ahora la codirección en Sujo y demuestran una gran destreza para obtener actuaciones muy naturalistas de sus jóvenes actores, así como sensibilidad y sutileza para que la violencia y el crimen se queden siempre fuera de campo, como amenazas latentes que rondan a los personajes, pero que también son fantasmas de los que, con mucha paciencia y esperando la oportunidad ideal, es posible alejarse sin mirar atrás.
Sebastian (Reino Unido, 2024)
En el universo de películas sobre escritores ficticios, suele explorarse la forma en que sus propias experiencias de vida inspiran y alimentan su obra literaria, hasta que la realidad y la ficción se funden en un solo tejido, como ocurría en El autor, El ciudadano ilustre, entre otras. El drama Sebastian conduce esa premisa hacia nuevos senderos mienteas muestra la travesía de Max (Ruaridh Mollica), un joven autor que incursiona en el trabajo sexual como parte del proceso de investigación para su primera novela.
Mientras Max, de 25 años, trabaja como redactor en una revista cultural y se reúne con su editora para revisar los avances de su novela, que trata sobre un trabajador sexual gay en Londres, Max decide llevar su investigación más allá y crea un perfil en una página web para ofrecer sus servicios sexuales. Luego de encontrarse con varios clientes, por lo general hombres mucho mayores que él, vierte todo lo que ocurre en esas sesiones en la escritura de su libro.
El director y guionista finlandés radicado en Londres Mikko Mäkelä (A Moment in the Reeds, 2017) crea en su segundo largometraje una atmósfera seductora y envolvente a medida que el deseo de Max por obtener experiencias reales que sirvan de insumo para su novela, se vuelve una obsesión que amenaza con salirse de control. Sin embargo, Mäkelä sortea las trampas del moralismo y del sensacionalismo para mostrar el viaje de autodescubrimiento de su protagonista sin prejuicios, como una exploración de su propia identidad como un hombre gay y como creador literario.
En el rol protagonista, el actor italiano Ruaridh Mollica transmite una electrizante mezcla de curiosidad y vulnerabilidad que se van transformando progresivamente en determinación, empoderamiento y búsqueda de una conexión emocional más profunda. Como hacían Félix Maritaud en Sauvage (2018) y Daryl McCormack en Good Luck to You, Leo Grande (2022), Mollica desnuda los estigmas, tabúes y culpas que rodean el trabajo sexual, para mostrar un rostro más humano e integrado a otras facetas de su vida.
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