A propósito de la conmemoración por el Día Internacional de la Mujer y sus luchas, se estrena a nivel mundial en la plataforma Prime Video el documental Frida (2024), este 14 de marzo. Así, la película que logró reconocimiento en el reciente Festival de Sundance para la directora y editora peruana radicada en EE. UU. Carla Gutiérrez, llega de manera virtual a nuestro país.
Frida es un ejercicio de memoria desde el testimonio de la misma protagonista, la artista Frida Kahlo, a través de imágenes representadas de su diario, como de su voz. La actriz Fernanda Echevarría es quien representa a la pintora, a través de una voz que nos sorprende con un tono tan realista, que lleva a la pregunta de su autenticidad.
Pues bien, un personaje como Frida Kahlo tan mencionado y reconocido en el mundo y sobre todo en estas fechas, cobra relevancia nuevamente cuando se aleja un tanto de la ficción presentada en el 2002 en el biopic protagonizado por Salma Hayek, o los documentales producidos por la National Geographic, entre otros.
Esta vez tenemos a Frida contándonos su vida, desde sus memorias y su narrativa. Todo eso, además, con unas viñetas de animación que van recreando sus obras pictóricas y las sensaciones que van acompañando su transcurrir. Esta dinámica cuida mucho la estética de la producción, más aún por tratarse de una artista plástica, encadenando todos sus elementos, como una creación pictórica, incluso con los efectos de sonido.
Frida Kahlo fue una mujer quebrada por la vida, literalmente, desde ese primer punto de partida, ya hablamos de una conexión con su público, sobre todo el femenino. El accidente que sufrió de joven, donde una barra del tranvía donde viajaba atravesó su cuerpo, por el cual tuvo que someterse a innumerables operaciones y procesos dolorosos postoperatorios, fue el inicio de la batalla por la salud que tuvo que librar toda su vida.
En una sociedad donde el engaño, la utilización y el machismo, tanto social, económico como laboral, han dejado una sensación de dolor y perdida en las mujeres por siglos. Un icono como Kahlo trasciende más allá de su obra artística, trasciende por su vida misma. Si bien su obra refleja todo ese proceso doloroso, tanto físico como emocional, causado por las traiciones de su compañero Diego Rivera y de su hermana, como por los abortos y los fracasos en el exterior de su natal México, ella representa todos los sentires y aflicciones, pero también, todas las luchas.
Allí es donde alcanza mayor trascendencia el documental de la peruana Gutiérrez, al acercarnos a ese desarrollo de ideas e inquietudes que llevan a la figura de Kahlo a involucrarse en política y en la exploración de su propia sexualidad. Demarcándose como alguien que trastoca todo convencionalismo, sin tomar ninguna importancia de la aprobación social.
En medio de todas las reflexiones que podemos saber de la protagonista en el documental, está también el profundo desprecio que le generaban los artistas snobs y burgueses, incluso figuras como el surrealista Andre Breton. En ese aspecto, como en muchos otros, Frida no tuvo concesiones.
La voz que escuchamos en este documental es, además, la voz de una mujer no solo quebrada, sino también con heridas que no pudo sanar, una mujer lastimada, profundamente rebelde, una mujer de placer, fuerte, pero a la vez frágil, una mujer de compromisos sociales, de militancia política, que en medio de todas sus luchas se percibió, como solitaria, enferma y cansada, pero con ganas interminables de seguir creando, de seguir pintando. De seguir luchando. De una u otra manera, todas somos Frida.
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