Festival de Cannes: «The Story of Souleymane» (2024): tomando conciencia de la narrativa

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En la sección Un Certain Regard de esta nueva edición del Festival de Cannes, llega el obligatorio relato sobre migración. Acá conoceremos a un repartidor de comida proveniente de Guinea llamado Souleymane, el cual debe trabajar para ganarse la vida en Francia y postular para obtener la residencia en ese país. Será la preparación para esa entrevista, que será en dos días, algo que podría cambiar para siempre el rumbo de su vida. 

Los dramas sociales suelen ser una moneda común en los festivales de cine. Y es que no hay mejor ventana para exponer los problemas que aquejan a la sociedad que un espacio donde la cantidad de audiencia que podría llevar a las salas o la publicidad que se hace alrededor no es lo importante, sino la potencia con la que transmites las ideas. No es sorpresa que en cualquier festival, sobre todo europeo, siempre haya por lo menos uno de estos, ya que es este retrato del tercer mundo, sea cercano o lejano a su entorno, una narrativa que les hace sentir cierta “culpa” y al reconocerlo, también se pueden sentir mejor con ellos mismos.

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Creo que es lógico que la cantidad de relatos así, siguiendo una fórmula similar, tarde o temprano acaban adquiriendo un cierto grado de autoconciencia y eso es justo algo que puede notarse al ver la película del francés Boris Lojkine. Pero antes de llegar a eso, hablando de la historia como tal, todo funciona correctamente según los parámetros de este estilo de películas cuya tradición viene desde los tiempos del neorrealismo italiano. El recorrido de Soulymane es uno basado en el constante movimiento, pedaleando con su bicicleta las calles de París siempre llenas de gente, individuos que están lejos de ser una ayuda para cumplir un objetivo, convirtiéndose siempre en obstáculos. 

Dichos obstáculos, que intentan ser esquivados de la manera menos elegante posible, forman parte de una única travesía que es tan intrincada como la misma “biografía” que él debe aprenderse en dos días. He ahí el buen trabajo que tiene desde la puesta en escena, ya que siendo alguien que debería diferenciarse en ese entorno, termina mezclándose perfectamente entre la muchedumbre, con una esperanza que lentamente se va apagando y es solo por ratos que el tenue brillo de su celular le da algo de compañía (incluso cuando en muchos casos el aparato lo perjudica). Es así como se demuestra que así como su caso, hay muchos otros que rondan por ahí, siendo solo un cúmulo de relatos que, por supuesto, bajo la óptica del europeo, son la misma trágica historia, importando poco qué de diferente puede haber entre uno u otro.

Y acá es que retomo lo que dije previamente. Algo que me resulta fascinante de esta cinta es que, para ser a simple vista un drama social como muchos otros, de cierta manera guarda cierta autoconciencia de serlo. Muchos de esos elementos que los europeos piensan ver en este tipo de películas están presentes y justamente lo atractivo recae en cómo los usa para que el propio espectador lo note y así a su vez pueda sentir el dolor real que hay al momento de contar historias así.

El conflicto de Souleymane en esos dos días está en aprederse una historia, una biografía falsa llena de drama y dolor. Ahí está la autoconciencia, ya que ellos ya creen que eso tendría que ser suficiente para convencer al europeo promedio, porque es justo una narrativa que ellos mismos han perpetuado sobre los migrantes. No hay un drama pomposo, no hay pornomiseria, solo un viaje incansable hacia lo que podría ser una mejor vida que quizá ni una de las supuestas grandes ciudades del mundo puede dar. Una derrota que tampoco debe darse sin mayor ceremonia.

Creo que es eso lo que más me llama la atención de The Story of Souleymane (L’histoire de Souleymane, 2024). Con una muy convincente actuación protagónica de Abou Sangare, tenemos un relato que, para contar con todos los clichés de cine de corte social, resulta correcto. Es correcta en su forma de narrar, pero al mismo tiempo resulta ingeniosa si tenemos en cuenta en cómo sabe perfectamente lo que está contando y logra, dentro del cliché, reconocerse como lo que es y hacer autocrítica sobre lo que uno espera de este tipo de obras. Es creo ese mérito, no sé si hecho adrede, lo que hace que no resulte tan olvidable entre tantas otras que pretenden contar, con mayor o menor impacto, lo mismo.


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