Críticas

Festival de Cannes: «All We Imagine as Light» (2024), de Payal Kapadia, ganadora del Gran Premio del Jurado

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«All We Imagine as Light» (2024), dirigida por la cineasta Payal Kapadia, fue una de las cintas que mayor atención y aclamación logró en el reciente Festival de Cine de Cannes, siendo la primera película india en competición en el prestigioso festival en más de tres décadas, ganando además el Gran Premio del Jurado. Esta película explora la intimidad de dos enfermeras, Prabha y Anu, cuyas monótonas y sencillas vidas en la inmensa ciudad de Mumbai son eventualmente interrumpidas cuando deciden ir a una suerte de retiro rural cerca al mar, acompañando a una tercera amiga suya, en busca de introspección y reconexión cultural con sus orígenes.

La dirección de Kapadia brilla en su representación de Mumbai, mostrándola como una ciudad que oscila entre el caos y la soledad. La directora demuestra una gran capacidad para capturar momentos cotidianos, de aparente trivialidad, con una sensibilidad poética que le permite crear imágenes de una belleza y sencillez única. Así, la película profundiza en las rutinas diarias de sus protagonistas con minucioso detalle, sumergiendo efectivamente al espectador en su mundo. La narrativa equilibra el realismo social con elementos de realismo mágico, creando una atmósfera etérea que impregna el film hasta su hermosa y sorprendente secuencia final.

Uno de los puntos fuertes de «All We Imagine as Light» es su enfoque en el empoderamiento femenino. Prabha es una mujer madura y reservada, cuyo matrimonio -arreglado por su familia- se interrumpió prontamente cuando su flamante esposo se fue a trabajar a Alemania. Ahora casi no tiene noticias de él, hasta el día que recibe un extraño ‘regalo’ suyo: un artefacto de cocina. Anu, su joven roommate, en cambio es más desprendida y coqueta, lleva un romance con un joven de otra religión -musulmán-, y que ella cree mantener en secreto. Ambas son representadas como mujeres fuertes e independientes que recorren sus propios caminos, lo cual siempre resulta refrescante, sobre todo en películas que provienen de sociedades predominantemente machistas y clasistas. Aquí, los personajes masculinos quedan relegados a papeles secundarios, una elección deliberada que pone de relieve el viaje vital de los personajes femeninos.

La fotografía de Ranabir Das captura con maestría y delicadeza, tanto la bulliciosa energía de Mumbai como los serenos paisajes de la India rural; mientras que el uso de las composiciones para piano de la monja etíope Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou, en especial “The Homeless Wanderer”, añade una capa inquietantemente hermosa a la profundidad emocional de la película.

Como comentaba al inicio, el viaje al poblado costero que realizan las tres mujeres sirve como quiebre central en la narrativa, marcando un cambio significativo en el tono y la trayectoria de la película. Prabha y Anu, cansadas ​​de sus vidas constreñidas a sus obligaciones en la ciudad, se embarcan en esta pequeña aventura en busca de un respiro a su existencia mundana. Esta transición de la bulliciosa metrópolis a la serena comunidad costera simboliza una búsqueda de reconexión personal y cultural en ellas. Este pueblo junto al mar se representa con una sensación de encanto místico, para lo cual Kapadia emplea una mezcla de realismo social y realismo mágico, convirtiendo este espacio en un refugio tanto físico como espiritual. Este cambio de escenario permite a los personajes y al público respirar y reflexionar.

En el pueblo, las mujeres participan en actividades introspectivas que profundizan su vínculo y facilitan su curación emocional. Exploran las tradiciones locales, interactúan con la comunidad y se sumergen en los ritmos de la vida rural. Este entorno actúa como un catalizador para que enfrenten sus miedos y deseos más íntimos, lo que les lleva a momentos de profunda autorrealización. El ambiente sereno y el ritmo de vida más lento proporcionan el telón de fondo ideal para estos viajes introspectivos.

Una escena notable involucra a Anu y su novio Shiaz, quien siguió en secreto a las tres mujeres en este viaje. Ellos exploran una cueva de apariencia mística, adornada con mensajes en varios idiomas, que sirve como metáfora de la búsqueda universal de comprensión y conexión. Las inscripciones, incluida una conmovedora frase en malayo, sugieren una experiencia humana compartida de amor, pérdida y anhelo. Este momento en la cueva resume el núcleo temático de la película, destacando la interconexión de las experiencias humanas a través del tiempo y el espacio.

A pesar de la tranquilidad de esa vida rural, la película no rehuye las complejidades y cuestiones no resueltas a las que se enfrentan los personajes. La narrativa reconoce que los desafíos de la vida persisten, incluso en entornos idílicos. Es así que el viaje de las mujeres no concluye al final del relato, sino más bien se sugiere un nuevo inicio en sus vidas, marcado por una escena final fascinante y desconcertante, que nos remite a la agradable sensación de soñar despierto.

Este notable segundo largometraje de Payal Kapadia se convierte en un testimonio de su versatilidad y dominio sobre el lenguaje cinematográfico, solidificando su posición como una de las cineastas más relevantes del cine indio y mundial de la actualidad.

Esta entrada fue modificada por última vez en 31 de mayo de 2024 10:22

Laslo Rojas Contreras

Editor de Cinencuentro.com. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica, APRECI.

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