Luego de competir en el Concurso Nacional de Largometrajes en la edición N° 9 de la Semana del Cine de la Universidad de Lima, el documental Arde Lima (2023) se estrenó en la cartelera comercial la semana pasada, el 30 de mayo. Se trata del tercer largometraje del director Alberto Castro Antezana (Lima, 1989), luego de Invasión drag (2020) y Salir del clóset (2022).
Arde Lima le sigue los pasos a un grupo de drag queens peruanas mientras se dedican a su arte, revelando fisuras familiares, amistades inquebrantables y sueños en construcción. Al mismo tiempo, le hacen frente a una sociedad limeña aún muy machista y conservadora.
Conversamos a continuación con el director Alberto Castro. Esta entrevista ha sido editada y resumida, por motivos de longitud y claridad.
Juan Carlos Ugarelli: Después de Invasión Drag, que narraba la llegada de drag queens extranjeras a Lima, en Arde Lima presentas los testimonios y los espectáculos de drag queens peruanas. ¿Concebiste ambos proyectos desde el inicio como un díptico, como películas complementarias o más bien como obras independientes?
Alberto Castro: Yo no concebí ninguna de mis tres películas como tradicionalmente se conciben los proyectos. Creo que la gente suele desarrollar un concepto, una idea, escribir un guion, buscar fondos y hacer las películas. Invasión Drag empieza cuando vienen estas drags de Estados Unidos, cojo una cámara y empiezo a grabar, sin pensarlo mucho, sin estructurarlo demasiado, sin pensar a dónde me iba a llevar ese camino. En ese camino de seguir estas drags gringas que vienen del programa de RuPaul, entré al universo del drag local. Entonces, mientras iba naciendo Invasión Drag, sin saber aun qué iba a ser, se genera la idea de hacer una película sobre drag queens, pero que iba a ser una no ficción. Entonces empecé a convivir con ellas, a ir a las fiestas, a sus casas, registrar algunas de estas conversaciones que tenían con su familia, con su gente, grabar algunas entrevistas. Todo esto era material que yo iba a usar para escribir un guion que luego se iba a volver una no ficción. Recuerdo que el 2018 postulo al concurso de DAFO con este proyecto y no gano. Ya había grabado durante el 2017 y 2018 este material, que no sabía exactamente qué era, y se había acabado el fenómeno anterior de las drags extranjeras. Entonces, en el 2018 suceden dos cosas: por un lado, me di cuenta que tenía un material que probablemente no iba a volver a repetirse, que es el material de Invasión Drag. Y por otro lado, decido seguir grabando con las drags locales, sin saber realmente hacia dónde estaba yendo tampoco. Mientras empieza el proceso de edición de Invasión Drag, nace Arde Lima. Y cuando ya habíamos terminado de grabar Invasión Drag, en ese año terminé con mi novio, entré en esta crisis existencial y empiezo a grabar otra película, que tampoco estaba demasiado planeada, que es Salir del clóset. En 2019 trabajo como productor en Rómulo y Julita, y el proceso de Invasión Drag y de Salir del clóset se detiene, y postulé una vez más Arde Lima a DAFO y una vez más no gano. Luego viene el 2020 y la pandemia. Ese año suceden dos cosas: falleció mi papá y me doy cuenta que esos proyectos LGBT cinematográficos que tenía, de muchas formas no los había querido terminar, porque creo que, a pesar de que ya era abiertamente homosexual, tenía cierta vergüenza de ser el director de estas películas que claramente me exponían mucho. Eso sucede en mayo y decido terminar Invasión Drag, que se vuelve ya una película oficialmente. Luego, en julio del 2020 fallece Stacy Malibu, que es uno de los personajes que yo había seguido para la investigación y exploración de esta película. Cuando fallece ella, digo: “Tengo este material, evidentemente ella no va a poder aparecer, ¿qué hacemos con esto?”. Y empezamos a editar muchísimas horas de material, de esta convivencia que había tenido con ellas, una convivencia errática, muy variada y diversa en formatos y en formas de grabar. Y decidimos editar un corte de la película que dura entre 60 y 70 minutos. El 2021 lo postulo al concurso de largometrajes en construcción en DAFO, y lo gano. Esa versión no se parece en absolutamente nada a la película que he estrenado recién, porque esa estaba más enfocada en Tany, Stacy y Ernesto [Pimentel]. Pero luego la película trata de abrirse un poco más, hacia el espectáculo de Legendaris y las drags que están en esa discoteca que ahora ya no existe, hacia la otra obra de teatro que luego aparece, o la escena, por ejemplo, en la que Tany conversa con Cristina Corazón, que es un drag heterosexual, de ascendencia asiática. La escena estaba editada concentrándonos en Tany, cuando en realidad, en la versión nueva, nos concentramos también en Cristina. A la tía Tula la habíamos sacado también del corte originalmente, pero ella te brinda también una visión de otra época del drag.
Laslo Rojas: ¿Todo el registro que tienes en la película se grabó antes de la pandemia?
Alberto Castro: No todo. Después de que fallece Stacy, lo que sigue se grabó después de la pandemia.
Juan Carlos Ugarelli: Hay una escena donde están tres drag queens y una de ellas habla de la pandemia.
Alberto Castro: Sí, eso marca el tiempo, después de la pandemia. También hay un cambio ahí, porque pasamos de discos y fiestas a una obra de teatro. Y lo último que se grabó fue la secuencia musical del final. Arde Lima cambió a lo largo del tiempo por muchos motivos, por ejemplo ese final se grabó después de que se estrenara Invasión Drag. Cuando termina la premier de Invasión Drag, Tany de la Riva, que también sale en esa película muy brevemente, me dice: “Me gusta mucho la peli, pero me quedé con ganas de que haya un show. ¿Por qué no hay un número de baile con las drags?”. En Invasión Drag no había número de baile, porque todas las performances eran con canciones de Madonna, Lady Gaga, y pagar esos derechos es carísimo, no podía incluirlo. Pero me quedó esa cosa de que cómo un documental de drags no va a tener performance. Así, la idea de hacer el segmento musical surge después de haber ganado el fondo estatal. Entonces fue entender un poco el presupuesto y ampliarlo, porque claramente no nos alcanzó para componer una canción de 10 minutos, grabar la canción con todas las drags, y grabar cuatro días adicionales.
Laslo Rojas: Es decir, cuando postulas al concurso DAFO, no pensabas grabar esa secuencia final.
Alberto Castro: Sí, eso viene después. Eso me gusta del concurso Largometraje en Construcción, al final el jurado también te da un input sobre lo que ha visto, es como un Work In Progress. Ellos me dijeron que sentían que necesitaba grabar más y fueron los que me llevaron a grabar cosas posteriores a la pandemia. Me dijeron que no había un final, mi película terminaba de una forma muy rara. Les interesaba el acercamiento que tenían las drags, pero no había un final. Ahí es que decido hacer lo de la canción. Pasamos de ser un equipo de tres personas que grababan un documental a ser un equipo de cincuenta personas, grabando cuatro días en las calles y en una discoteca, para hacer la secuencia musical.
Laslo Rojas: La secuencia final efectivamente es espectacular, pero la diferencia que hay con el lenguaje visual previo, el acabado, es bien marcada. Entonces por un lado es un punto a favor, porque está muy bien ese segmento final, pero a la parte previa no la deja muy bien parada. ¿Eras consciente de eso cuando viste el resultado final?
Alberto Castro: Sí, claro, es difícil no ser consciente de eso. Y consciente también desde el lado de la toma de decisiones. Salir desde una calle con una cámara en mano, e ingresar con una steadycam a una discoteca, es plantear el ingresar desde un universo realista, tosco, violento, a un universo más controlado. Incluso con Renzo Rivas, el director de fotografía, lo planteamos así, en algún momento incluso pensamos en mover el frame, el aspect ratio, pero ya nos pareció demasiado. Arde Lima es una película que atraviesa muchos años de mi vida y muchos años de mi forma de grabar las películas. Si hoy pienso en el inicio de la peli, ya no grabo así hoy, grabo de una manera muy diferente, incluso el documental que he grabado después de este tiene otro acercamiento [N.E. Se refiere a un documental sobre «La chola Chabuca»]. Yo veo esta película y siento cómo mi forma de observar y grabar las cosas ha ido cambiando a lo largo de los años, hasta llegar a esa secuencia final, que en mi mente iba a abrir la puerta a hacer una ficción luego, pero ahora me metí a hacer otro documental.
Laslo Rojas: La película se presentó el año pasado en la Semana del Cine ULima. ¿Hay alguna modificación entre esa versión y la del estreno comercial?
Alberto Castro: Hay una modificación de mezcla de sonido, pero el corte es el mismo. No he eliminado ni sumado escenas. Lo que sí agregué son textos, porque siento que hay un contexto que es muy de la comunidad LGBT. Por ejemplo, el nombre Legendaris a mí me dice algo, porque es una discoteca gay de antaño, que ha abrazado a toda una generación que tiene 40 ó 50 años. Es una discoteca que vio a muchísima gente, muchas drags de una época anterior. Pero a alguien que no sabe qué es Legendaris, no le va a generar ningún tipo de contexto. Entonces, hay un contexto que quiero darle a la película, ligado a la tía Tula, al Legendaris, a la importancia del teatro, de la obra Congreso. O lo del ballroom, por ejemplo, porque el final es otro universo LGBT que corre en paralelo al universo drag, esa es una escena más de diversidades enfrentadas en el baile. Y que es algo que creo que para alguien que no está familiarizado con esos espacios, quizá no lo va a terminar de entender. Entonces, si bien en un momento yo no quería explicar cosas, luego de haber visto la película sí he sentido esta necesidad de precisar algunas cosas.
Juan Carlos Ugarelli: Tanto en Salir del clóset como en este documental tienes entrevistas y testimonios de varias personas. Para ese film anterior comentaste que grabaste a muchas más personas y desde el proceso de rodaje hasta el estreno algunas personas te dijeron: “Lo he pensado mejor, ya no quisiera salir en la película”. ¿Te pasó lo mismo con Arde Lima?
Alberto Castro: Yo temía eso. En los meses previos al estreno en la Semana del Cine tuve tuve que hacer una revisión de todas las personas que había grabado, porque al final aparecen drags, familiares y amigos de drags, en la obra teatral hay otros actores sobre el escenario, he hablado hasta con Stephanie Orúe que sale en la película. Todos tienen que estar de acuerdo con salir en esa película, esa creo que es la parte complicada del documental, es un animal bastante difícil de domar. La verdad, por cosas del destino he hecho cuatro documentales, pero no es que sea el lugar en el cual me siento más cómodo. De hecho, el proceso que más disfruté en esta película ha sido grabar la secuencia musical, siento que es el terreno en el cual me gustaría enfocar la siguiente parte de mi carrera, en la ficción, en entender espacios de contar historias de forma más controlada, que evidentemente es más difícil. El motivo por el cual empecé a hacer documentales tiene que ver con el dinero, y con el acceso y la posibilidad de hacer películas. Ese es un discurso más sincero de cómo me siento con esta película, la quiero, la adoro, estoy en un proceso de campaña de marketing que necesita hablar de temas, de ideas y de imágenes, pero si ya lo pienso más personalmente es casi un registro propio como realizador durante seis años, y de cómo he evolucionado.
Juan Carlos Ugarelli: El título sugiere un homenaje al documental Paris Is Burning de Jennie Livingston. ¿De qué forma te marcó y te motivó ese documental?
Alberto Castro: Creo que para la comunidad LGBT ese documental es muy importante. Siento que mi generación de treintañeros y los más jóvenes hemos llegado a ese documental por RuPaul. Él habla mucho de ese documental, al punto de que muchas de las frases que utilizan en su programa son de esa película. Paris Is Burning me hizo ingresar a un mundo que quizás no terminaba de entender o en el que no terminaba de ubicarme. Como les decía, al inicio del proceso de la película estaba todavía un poco enclosetado, un poco menos aceptado, menos libre. Y claro, ver una historia de supervivencia, entender el universo de las casas en los Estados Unidos fue algo que me chocó mucho. Paris Is Burning es una película que me marcó mucho desde un lado no necesariamente cinematográfico, pero sí desde mi desarrollo como persona y creo que eso es lo que hace que luego quiera ser una especie de «Lima Is Burning«, aunque Paris Is Burning suceda en Nueva York. La traducción literal sería «Lima está ardiendo», pero no me sonaba tan bien, entonces modificamos el título a Arde Lima. Desde el comienzo se volvió además el nombre de la empresa productora que ahora es la casa de estos tres documentales.
Juan Carlos Ugarelli: En el caso de Tany de la Riva y de Stacy Malibú, pudiste entrevistar también a sus abuelas y ellas cuentan también sobre el aspecto familiar de sus nietos cuando están fuera del escenario. ¿Cómo se dio la participación de ambas señoras? ¿Cómo las integraste al relato?
Alberto Castro: Esa es la parte difícil de este documental. A diferencia de Salir del clóset, donde quizás había mucha más resistencia, acá había un poco más de apertura porque las drags de por sí son personas públicas, pero lo difícil era llegar a las familias, a los amigos. Eso hizo que a algunas drags no las grabárabamos tanto o no nos acercábamos tanto, porque evidentemente necesitaba algún tipo de apertura familiar o amical para poder contar algo o mostrar algo, porque sino, solo iba a mostrar a drags maquillándose. De hecho la de Tany es la secuencia que más me sorprendió, porque cuando uno se acerca a una casa y habla con alguien, normalmente no te van a decir la verdad necesariamente, van a maquillarla de alguna forma. Pero la abuela de Tany fue muy concreta y directa en decir que no la apoyaba y recuerdo que nos sorprendió mucho esa franqueza frente a cámaras, o sea, eso la llevaba a ella a sentir que estaba diciendo algo que no era raro y que era correcto. Eso me sorprendió y me chocó mucho. Y por eso esa escena es una parte tan importante de la película. En contraposición, a la otra abuela [de Stacy] tú la puedes leer de dos formas: como la abuela que la apoya, pero también como una abuela que aún maneja determinadas taras sociales que ha aprendido porque se expresa de una forma muy específica de su nieto. Todavía tiene esas construcciones sociales, pero ha decidido soltarlas por su nieto. Y la última madre que aparece en realidad casi no quería salir. Fue el único momento que me dijo: “Grabemos aquí y yo me voy” y eso fue un poco lo que conseguimos. Creo que esa es la parte más complicada, el tema de la familia, porque para mí era importante hablar de familia real. Creo que nuestros traumas o nuestras relaciones con la sociedad tienen que ver con la familia, ya sea el rechazo de la familia, la aceptación a medias, la aceptación silenciosa, la que prefiere omitir o la aceptación completa, pero creo que todo eso termina de marcar, es una primera marca que cualquier persona de la comunidad vive.
Laslo Rojas: Ahí es notorio que el gran soporte familiar son mujeres: las abuelas, la mamá. O sea, no hay un papá, no hay un hermano, ellos no aparecen.
Alberto Castro: Claro, los hombres no aparecen y de hecho nunca quisieron aparecer tampoco. Y por eso es que aparecen estos dos personajes femeninos [las abuelas] que creo son el corazón de las relaciones que ellas dos tienen. De todas formas, también tratamos de tener distintas miradas del drag. Tany es de San Martín de Porres, y ahora vive en El Agustino. Tato vivía en Barranco y tiene una forma de hablar más apitucada. Su familia vive en Jesús María, entonces ahí también había un acercamiento distinto. Tany necesita ser drag para vivir, ese es su sueldo, digamos. Tato no, él lo hacía porque le gustaba y porque sentía que podía decir algo políticamente con su drag. No todas las drags lo hacen por las mismas razones. Lo de RuPaul también hizo que mucha gente muy privilegiada decida hacer drag como una forma de expresarse, pero no es que sea su sustento de vida.
Laslo Rojas: Cuando vemos los créditos todos firman con su nombre de drag, menos Ernesto Pimentel. ¿Los nombres reales de los otros personajes, ellos pidieron no incluirlos o fue una decisión tuya?
Alberto Castro: Fue una decisión mía y consultada con ellas. Pasa mucho que las drags terminan públicamente asumiendo sus nombres drags. A Madonna no le dices su nombre real. Lady Gaga se llama Stephani, pero públicamente ambas firman con su nombre artístico, con su persona pública. Ellos no son personas públicas, pero ellas [las drags] sí son personas públicas. Siempre hay excepciones: en Chabuca, Georgia Hart y Langosta firman como hombres, porque actúan como hombres. O sea, Langosta, que es uno de los bailarines que baila con Ernesto y con el personaje de Coco Marusix, es un drag en la vida real, pero firma como Juan Gerardo, porque está actuando. Y Gerson, que es Georgia, sale como hombre en la película también, no sale como Coco Marusix nada más, sale también fuera de drag.
Laslo Rojas: Justo te iba a preguntar sobre eso, porque Ernesto Pimentel es un personaje totalmente distinto a los demás en tu documental.
Alberto Castro: Claro, porque Ernesto se define distinto. Cuando yo hablo con él y lo dice en la entrevista, él no se define como una drag, él se considera un actor. Entonces claro, no lo podía poner como la Chola Chabuca, porque Chabuca no sale en mi película, no lo podía poner como Perica de los Palotes, porque él no se identifica así, ese es un personaje que hizo en una obra. Entonces Ernesto Pimentel sí es Ernesto Pimentel y eso creo que lo diferencia de las otras, porque las otras no están interpretando un personaje, sino que es su personaje público, es un personaje artístico. Langosta no va a salir en un show como otro personaje, siempre va a salir como la Langosta y creo que eso es lo que hacía que Ernesto sea distinto.
Juan Carlos Ugarelli: Otro personaje muy interesante que se diferencia del resto es Cristina Corazón, porque es interpretada por un hombre heterosexual. Él mismo dice que es un profesional, un ingeniero que habla tres idiomas. ¿Fue difícil convencerlo de aparecer en el documental?
Alberto Castro: No fue difícil. Cristina también sale en Invasión Drag. En 2017 y 2018, era un drag que hacía muchos shows públicamente. Entonces no era un drag muy marginal u oculto. Lo que a mí me sorprendió, porque yo no lo sabía en el momento en que lo grabamos, fue que sea heterosexual. Cuando él cuenta eso, me cogió completamente por sorpresa mientras estábamos grabando. Y es una revelación que también, obviamente, me enfrenta a mis propios prejuicios, porque asumí que era un hombre gay. Mientras ahondamos en el tema un poco más, y yo traté de sacar más información, ahí sí es donde me frena, porque me pidió que no hablemos más a profundidad sobre su vida privada, sobre qué cosas hacía. O sea, lo que me cuenta en la película es lo que él me permitió contar. Pero sí hubo un momento en el cual él me dice: “No entres más ahí porque no vamos a hablar más allá”. Eso tiene más que ver con cosas personales, porque al final él sí es muy abierto sobre su profesión, y el tema de por qué empieza a vestirse de mujer, no le avergonzaba.
Laslo Rojas: Sí, él cuenta que comenzó a vestirse de mujer desde muy chico, desde adolescente, pero él mismo se cuestionaba: “¿Por qué estoy haciendo esto?”.
Juan Carlos Ugarelli: Y dice que le gusta la estética femenina.
Alberto Castro: Sí, le gusta esa estética. Igual su amistad con Tany es muy importante. Hay un tema que a mí me parecía interesante en la relación entre ellas dos que, como digo, en el primer corte de la película no estaba. Veo que ellos eran muy amigos y como él me frena, yo dije: “Mejor saco toda esa historia y me concentro en Tany”. Pero en la revisión de la película, cuando cambia el foco, decidí que no me iba a concentrar en tres personas. Ahí es que regreso a esta historia de él, que es una historia muy interesante.
Laslo Rojas: ¿Es muy raro encontrar a un hombre heterosexual que haga drag?
Alberto Castro: En Estados Unidos hay varios, pero siguen siendo una minoría. De hecho, en el concurso de RuPaul participó un hombre heterosexual y fue un escándalo, muchas activistas dijeron que si ya somos minoría por qué le están dando una plataforma a un hombre heterosexual para competir en una competencia de drag. Fue interesante también esa conversación que se generó. La historia de Cristina para mí es interesante porque planteaba una motivación distinta. Lo suyo no es económico ni político, lo suyo es casi fetichista. Le gusta cómo se ve y empieza a disfrutar incluso de salir a la calle así y caminar con Tany. Entonces es diferente el enfoque. Y es un poco también lo que tratamos de hacer en el documental, sin necesariamente remarcar o explicar demasiado los personajes. O sin necesidad de hacer entrevistas, tampoco. No quería hacer como hice en Salir del clóset, que esa sí es una película de entrevistas nada más. Acá era convivir y ver lo que iba sucediendo. Y muchas de las cosas que pasan en la película simplemente sucedieron. Hay un momento en el que están en la «Calle de las pizzas» y una persona les pregunta: “¿Es un hombre o una mujer?”. Son cosas que son imposibles de controlar, es algo que sucedió y que para mí marcaba mucho lo que ellas son en la calle también. Mucha gente se confunde.
Juan Carlos Ugarelli: Justamente Cristina dice en un momento del documental: “Dentro de la comunidad LGTB hay mucha intolerancia”. ¿A qué crees que se debe que en un país tan intolerante y homofóbico como el Perú, la propia comunidad replica esos patrones y también discrimina?
Alberto Castro: Porque al final la comunidad LGBT es hija de gente heterosexual. Ser hijo de gente heterosexual te hace tener una mentalidad del heterosexual hegemónico peruano. A mí me corregían cómo me sentaba, cómo miraba mis uñas, cómo me vestía. Te delimitan cómo tienes que comportarte desde que eres un niño. Entonces, es innegable que si a ti te dicen que eso está mal desde que tienes 0 años, cuando tengas 15 años, ves a alguien que hace eso y vas a decir: “eso está mal”. Y vas a decidir qué tanto te parece que está mal o si vas a ser una persona que se burla o violenta sobre eso. Eso es algo que nos afecta a todos los de mi generación y a mis mayores. Creo que la gente que es un poco más joven, no necesariamente todos, pero el acercamiento que nos da las redes sociales a otras historias, a otras personas, ya los hace saber de que existen esas otras personas y quizás eso hace que sean un poco más tolerantes a lo distinto. Pero de nosotros para arriba, cuando no había internet, lo que mi papá me decía, eso era, o lo que la televisión me decía, eso era. Es decir, el gay era el chismoso, era aquel del cual todo el mundo se burlaba. Recuerdo mucho cuando salió esa escena de Armando en Mil oficios, en la que el personaje de Lucho Cáceres es muy violento con él. Lo hace llorar incluso y Armando está en el piso y llora. Me acuerdo mucho de haber visto esa novela y decir: “Eso es lo que nos corresponde. Y si no queremos ser tratados así, no debemos ser femeninos, no debemos vestirnos así. Debemos ser como hombres, como lo que la sociedad dice que son hombres”. Creo que eso es lo que hace que la gente rechace mucho a los gays. Te dicen: “Yo te acepto como gay, pero tienes que ser machito, caleta, discreto”.
Juan Carlos Ugarelli: La película está dedicada a Stacy Malibú y hay un texto en la película donde se indica que ella falleció en la pandemia de COVID en 2020. ¿Qué nos puedes comentar sobre el acercamiento a convivir con ella y a registrar el proceso de preparación para sus shows?
Alberto Castro: Fue muy parecido a lo que sucedió con Tany y con Ernesto. Les dije: “Quiero hacer una ficción, quiero empezar a convivir, voy a ir con una cámara para grabar entrevistas, y para grabar cosas”. Del material que quedó fuera del corte, principalmente tengo más registros de Tany y de Stacy. Entonces al momento de armar la estructura es que tuve que frenar a ambos personajes, porque sino se me iba a pasar la película en ellas dos. Con Tany tengo dos días enteros más de grabación y con Stacy debo tener un par más también. Stacy me llevó a su lugar de trabajo y hablamos con su abuela. Hasta el 2020 siempre que nos veíamos, Stacy me decía: “oye, ¿cuándo vamos a hacer la película? ¿Cuándo la vamos a grabar?”. Para ese año yo di por por perdida esta película, me dije: “Haré Invasión Drag y Salir del clóset, y esto ya fue”. Fue un proceso que no se grabó con un guion, con una estructura, tenía muchísimo material. Por eso es que la película está dedicada a Stacy, porque cuando ella fallece es que la película se hace, es por ella que saco los discos duros y empezamos a revisar el material. Por eso también la crudeza del material de una película que no pensó ser una película, que se va convirtiendo en una película en el camino. Es algo que a mí también me choca mucho, verla es como empezar viendo esta exploración muy random y abierta, y de pronto empieza a encontrarse hasta que se construye la secuencia final, siento que es algo que se va construyendo de muchas formas. El proceso de edición también fue complejo, para entender qué íbamos a mostrar, qué se podía mostrar. Raúl Astete ha hecho una gran chamba de reconstrucción sonora, al punto que terminamos de mezclar y me dijo: “Si vas a grabar un documental, tenemos que hablar desde antes y diseñar un camino”. Ahora ya pienso en el sonido desde antes de grabar, pero pasa que esto no era una película, a veces yo salía solo con una cámara, a veces salíamos con un sonidista que llegaba a la mitad del rodaje y grabábamos solo con sonido directo de cámara. Y no solo eso, sino que encima tienes que tomar en cuenta la dificultad de grabar en discotecas, ahí yo no puedo decir: “Apaga la música porque estoy entrevistando gente”. Y es música que luego no puedo usar. Por más que sea documental, esa música la hemos tenido que borrar, en algunos casos hemos hecho doblaje de las escenas completas y en otros hemos eliminado el fondo sonoro. Todo lo que es discoteca en la película, todo tenía música, pero lo hemos reconstruido sonoramente, la chamba de postproducción ha sido muy intensa.
Juan Carlos Ugarelli: La película se cierra con ese número musical y con la canción “Arde Lima”, compuesta por Karin Zielinski. ¿Cómo fue el proceso creativo con ella para poder componer la canción?
Alberto Castro: Conozco a Karin desde hace mucho tiempo y para mí es la compositora más talentosa del Perú. Ella ha hecho la música de mis tres películas. Ya había hablado con ella para hacer la música incidental del documental completo que ya sabíamos que incluía componer varias canciones, porque como les digo, en todas las escenas de discotecas hicimos que suene música de Karin en postproducción. Cuando finalmente decido hacer la secuencia musical es que le digo a Karin que necesito componer esa canción de 10 minutos que van a cantar las drags. Ese sí es el proceso más tradicional que he tenido en la película. A mí me fascinan los musicales. Lo que hice fue escribir un guion de la secuencia final, no de las letras, sino de lo que yo imaginaba que sucedía: todas las drags están yendo a una discoteca y hay un quiebre. A mí me gusta mucho la música de ese tipo, entonces entendía que había un cambio musical aquí en el cual van a ingresar a la discoteca y siempre supe que había un gran quiebre que es esta secuencia de libertad, porque la secuencia musical pasa de la calle a la discoteca, a versos de cada una, a una secuencia libre que es un espacio rojo contrastado, al show final que son todas juntas. La canción pasó por varias etapas, porque Karin compuso algo que inicialmente a mí no me gustó y le di algunas referencias. Coincidentemente en esa época Beyoncé sacó el álbum Renaissance, que es el homenaje que ella le hace a su tío gay que era parte del universo del ballroom, el cual está poblado por mujeres trans, por drag queens. Entonces hablamos de Beyoncé, Rosalía y Charli XCX como influencias musicales y la hice escuchar el disco completo de Beyoncé. Ahí fue donde ella empezó a entender y me hizo una primera composición en la cual las voces decían “Arde Lima, arde Lima”. Me dijo: “A mí me da vergüenza componer la letra, porque al final yo no soy drag” y le dije que se mandara, que lo hiciera. Al final toda la letra de la canción la escribió ella, obviamente la hemos ido cambiando y limpiando un poco hasta llegar a la versión final. Si bien ella la ha compuesto, yo recuerdo que era muy específico sobre cada bloque y sonoramente se iba construyendo lo que es la canción final. Y ya luego llegamos a las drags porque mi deseo era que ellas cantaran la canción. Grabamos toda la canción con ellas y luego ya se graba la secuencia musical con la canción mezclada. La canción es muy pegajosa además. Yo estoy muy orgulloso de la secuencia musical, es como la imaginaba. Costó mucho trabajo porque el director de foto y algunas personas me decían que la canción era muy larga, pero yo siempre les decía que no quería que cortaran.
Juan Carlos Ugarelli: ¿Cuál fue el reto más grande en todo el proceso de filmación de la secuencia musical? Porque tienes canto, coreografía, muchas drags en escena, hay escenas en exteriores y en interiores.
Alberto Castro: Yo diría que hubo dos retos grandes. El primero tiene que ver con las drags, porque para ser ellas se demoran 3 ó 4 horas maquillándose y alistándose. Y las drags además se maquillan solas, tú no les puedes poner maquillador, no funciona así. Su cara la tocan solo ellas. Tampoco es que les puedes ofrecer ayuda, tienes que confiar y esperar. Obviamente les pusimos un vestuarista que les ayudó a coser, arreglar o repotenciar las cosas que ya tenían. Fueron cuatro días de grabación, entonces había que escalonar sus llegadas y hacer que tengan paciencia también, porque no son actrices. A un actor lo citas, espera dos horas y está tranquilo, porque sabe que grabar una película es esperar, pero una drag que se ha maquillado durante tres horas, llega al set y no la llamas por dos horas, ya empieza a desesperarse. Entonces, lidiar con esa dinámica de trabajar con no actrices y con procesos tan largos fue difícil. Y la otra gran dificultad fue cuando Pedro Castillo anuncia el cierre del Congreso dos días antes de nuestros dos últimos días de rodaje. Dina Boluarte asume el mandato presidencial y declara el estado de emergencia en el Perú. ¿Y qué significaba eso? En ese momento no estaba claro, pero como estábamos tan cercanos a la pandemia pensamos que quizás nos prohibirían la salida a la calle. Yo tenía alquiladas miles de cosas en esa discoteca, no sabíamos qué iba a pasar al día siguiente y eso fue lo último que nos remeció un poco. Así que hemos grabado en medio de toda esa convulsión política que sucedió una tras otra.
Laslo Rojas: Cuando se estrena una película como la tuya, con personajes que defienden o representan alguna causa, y que tiene un trasfondo de conciencia social sobre algún tipo de lucha, se suele decir aquello de que es “una película necesaria”. Pero esa expresión hasta se puede leer peyorativamente. Es decir, ¿el valor es que haya sido necesaria? Ahí, todos los valores cinematográficos que pueda tener la obra quedan en segundo plano. ¿Cómo ves esa idea?
Alberto Castro: Hay varias formas de verlo. Desde un lado me sirve que se diga eso, claramente necesito que le vaya bien a la película, ya que costó muchísimo tiempo, esfuerzo y dinero en hacerse. Y a pesar de lo que la gente más conservadora crea, los fondos del Estado no son suficientes para cubrir todos los gastos de la película. Desde el otro lado, en realidad creo que esa es una discusión más por fuera de las personas que hacen las películas. Porque si pienso en el término “necesario”, sí es una película que yo necesitaba hacer. Las tres películas que he hecho me ayudaron a crecer, a sentirme más cómodo conmigo mismo, más seguro sobre mi orientación sexual, sobre mi expresión de género, sobre cómo me presentaba al mundo. Entonces, como director de cine, son películas que fueron muy necesarias para mí. Y por ejemplo Alessandro, que es un drag king que sale en mi película, está viviendo un sueño ahorita. Imagínate ser un hombre trans en el Perú y verte en un afiche o en pantalla grande. La forma en la que varias de estas drags o varias de las personas que salen en la película expresan el verse allí como algo muy importante, también es algo que me sorprende. Entonces, tampoco me gustaría quitarles la idea de que para ellos es una película necesaria, esta reivindicación de su presencia en el cine. Es un debate complejo porque entiendo perfectamente lo que dices. A veces hay esta idea de «film necesario» como algo vacío de contenido cinematográfico, pero hay películas necesarias que también tienen contenido cinematográfico. Es una discusión difícil y creo que lo es más en un país que no consume cine, porque hay mucha gente a la que quizás le gusta la peli, pero no sabe cómo expresar su gusto y la llama «necesaria», es su forma de darle un aval. Somos un país que cree que una película humaniza a los terroristas básicamente por verlos conversar, no hay una lectura mucho más profunda de eso. Ahora mi película ya le pertenece a otras personas y a mí me sorprende cómo todos los días me sigue escribiendo gente y agradeciéndome. Es raro, porque yo no la hice pensando «quiero hacer un documental LGBT que marque historia y que ayuda a los gays». Nunca se me pasó por la cabeza ese propósito, pero hay gente que me escribe y me dice: “Gracias por esto, porque nunca pensé que me iba a ver en la pantalla grande, nunca pensé que se podían contar esas historias”. Entonces, eso termina haciéndome sentir extraño porque uno a veces hace las películas por distintos motivos, pero yo nunca he pensado en hacer películas para ayudar a la comunidad LGBT. Evidentemente me interesa esa lucha y soy una persona que hace activismo, hago los videos de la marcha del orgullo desde hace muchísimos años, trabajo con Impulse que es una organización que habla de VIH. Pero mi cine no tenía que ver con ese activismo necesariamente, mi cine ha surgido de cosas que viví y ahora toda mi cinematografía es eso. Y mi siguiente documental también tiene que ver con la comunidad LGBT, que tampoco es algo que había planeado, pero no sé qué voy a hacer después. Me gustaría hacer terror por ejemplo, por eso hice una obra de teatro que se llama La verdadera historia de María Marimacha. Pero incluso en esa obra de terror, hay temas de género, es una chica cuestionada por su forma de ser, a la cual le dicen que no debería comportarse de esa forma porque es muy masculina. Es una historia de fantasmas, pero siguen manteniéndose los temas que me interesan. No lo pensé tanto tampoco, pero parece que va a seguir siendo parte de las cosas que haga.
El director Alberto Castro (centro) durante el rodaje de la secuencia musical de «Arde Lima».
Juan Carlos Ugarelli: ¿Qué nos puedes contar sobre tus próximos proyectos?
Alberto Castro: Estoy escribiendo una película con Federico Abril, que es un dramaturgo de terror. El motivo por el cual quería hacer la obra de teatro La verdadera historia de María Marimacha es porque hacer cine es muy caro, hacer teatro es un poco más accesible. Entonces, como yo quiero hacer ficción y quería sacudirme un poco esta imagen de realizador de documentales LGBT, dije: “voy a hacer una obra de terror”. A la obra le ha ido súper bien, estamos en su tercera temporada, con salas llenas en todas las funciones y siento que ha quedado una obra bastante efectiva, no solo desde el miedo, sino desde las cosas que yo quería decir. Es una obra que habla sobre la maldad, no como algo sobrenatural, sino de la maldad en la vida. Hay un tema de violencia de género, sobre esta chica que la tratan mal por comportarse masculinamente. Entonces sí hay cosas ahí que uno puede ver para asustarse y nada más, o puede leerlo un poco más a profundidad. Y en esa línea es que decidí escribir esta película que no tiene título todavía, con Federico Abril, que es una película de terror de adolescentes. Luego, también me gustaría hacer una película sobre Marimacha. Estos recién son proyectos que estoy escribiendo. Además, tengo otra película que quiero hacer y ojalá la presente a DAFO el próximo año, que sí es de temática LGBT, pero es una ficción. No sabría muy bien dónde enmarcarla, pero tiene mucho de Looking de Andrew Haigh, de Tangerine de Sean Baker. Hay un rollo que a mí me gusta mucho, que sucede en Arde Lima también, que es el tránsito nocturno urbano. Entonces, esta es una película LGBT que recorre mucho las calles, se ve mucho el tránsito, transcurre en tiempo real y tiene que ver con una gran fiesta a la que van todos los personajes. Pero quiero que ese proyecto marine un poco más.
Entrevista realizada por Juan Carlos Ugarelli y Laslo Rojas, el 3 de mayo de 2024, en Miraflores.
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