Comparto mis críticas de dos películas galardonadas en la edición N° 77 del Festival de Cannes: All We Imagine As Light, ganadora del Gran Premio del Jurado en la Competencia Oficial y Volveréis, que recibió el premio Europa Cinemas Label a la mejor película europea en la sección Quincena de Cineastas.
All We Imagine As Light (India, 2024)
La ciudad de Mumbai es el efervescente telón de fondo de All We Imagine As Light. Allí se trazan los destinos paralelos de dos enfermeras, una de mediana edad y otra más joven, que comparten un departamento y trabajan en el mismo hospital. Mientras cada una afronta una situación sentimental distinta, paulatinamente emprenden un viaje, tanto físico como espiritual, desde la oscuridad de la incertidumbre hacia la luz de un mayor conocimiento de sí mismas y de ese vínculo que las hermana y las conecta mucho más de lo que se imaginan.
Prabha (Kani Kusruti) es una mujer de casi 40 años, muy respetada por sus colegas en el hospital y muy querida por los pacientes, quienes aprecian su trato gentil. Luego de un matrimonio arreglado por sus padres cuando ella era más joven, su esposo se fue a trabajar a Alemania con la promesa de llevarla con él algún día, pero la comunicación entre ambos se ha ido volviendo cada vez más débil y espaciada, hasta que de pronto un día él le envía un repentino regalo que deja perpleja a Prabha. Mientras tanto, la joven Anu (Divya Prabha), mucho más risueña y decidida, mantiene una relación secreta con Shiaz (Hridhu Haroon), un joven de origen musulmán, a quien debe esconder de las miradas prohibitivas de la sociedad y especialmente de sus padres, quienes están buscando un esposo para ella.
Luego del documental A Night of Knowing Nothing (ganador del premio Golden Eye en el Festival de Cannes), la directora india Payal Kapadia nos entrega en su primer largometraje de ficción un delicado retrato de la identidad femenina, la represión sexual y la sororidad en la India contemporánea, mostrando cómo la vida de ambas protagonistas se ven moldeadas por las costumbres, creencias y prejuicios de una sociedad profundamente conservadora y machista, en el que las mujeres tienen tácitamente prohibido disfrutar de su cuerpo y de su sexualidad, o incluso enamorarse de un hombre sin la aprobación de sus padres.
Payal Kapadia y el director de fotografía Ranabir Das sacan el máximo provecho de los entornos urbanos y naturales que rodean a sus protagonistas, enmarcándolas en la primera mitad en medio del caos de una ciudad bulliciosa. Por ejemplo, luego de que Anu se dirige a una cita romántica con su novio Shiaz pero este repentinamente cancela el encuentro, ella se baja del metro y se queda inmóvil, paralizada por su frustración y desencanto, mientras los vagones del metro corren a toda velocidad detrás de ella, representando la indiferencia y la hostilidad de una urbe que puede hacerte sentir solo aunque estés rodeado de mucha gente.
En su último tramo, All We Imagine As Light nos transporta a un entorno rural, rodeado de playas y bosques, al que las dos protagonistas viajan para ayudar a una amiga y colega que ha perdido su casa en la ciudad. En medio de una atmósfera onírica que coquetea con el realismo mágico, algunas fantasías se cumplen y algunos sueños parecen confundirse con la realidad, mientras Prabha y Anu empiezan a salir lentamente de ese caparazón que las aprisiona para respirar más libremente y ver por fin esa luz que brilla al exterior.
Volveréis (España, 2024)
¿Se puede celebrar el fin del amor? A partir de esa pregunta, el cineasta español Jonás Trueba explora en la comedia dramática Volveréis el último paradero del trayecto de una pareja que, luego de 14 años juntos, han decidido separarse en buenos términos. No solo eso: pretenden hacer una fiesta para conmemorar la ruptura. El proceso para comunicar a los amigos y familiares el fin de la relación y la fiesta desencadena reacciones de desconsuelo, sorpresa, negación, sospecha y entusiasmo entre los invitados.
Aunque la mayoría de sus amigos se muestran afectados e incluso incrédulos, Ale (Itsaso Arana) y Alex (Vito Sanz) le repiten a cada interlocutor que todo está bien, que no pasa nada. “Volveréis”, les dicen sus amigos, pensando que esta es solo una pausa en el camino o tal vez solo una broma de los novios. Pero no es ni uno ni lo otro. Ale y Alex aún se quieren, pero su amor ha evolucionado a otro plano, más cercano a la amistad, el cariño y el respeto mutuo. Y por eso, continuarán su recorrido por separado. O acaso en paralelo, pero ya no como una pareja.
Con una sonrisa cínica y una mirada cómplice, Trueba establece un juego de metaficción, en el que Ale, quien trabaja como directora de cine, está en pleno proceso de edición de una película protagonizada por Alex. Curiosamente, el material audiovisual que ella revisa junto a su editor se mezcla con las imágenes de la vida cotidiana de Alex y ella. De ese modo, Trueba nos recuerda que la realidad y la ficción suelen parecerse tanto porque la segunda es reflejo de la primera. O al revés: la ficción también alimenta la realidad, la transforma, le da otro significado.
En otro guiño metaficcional, el director utiliza como su alter ego a Ale, no solo porque es una cineasta como él, sino porque su padre en la ficción es interpretado por el reconocido Fernando Trueba, padre de Jonás en la realidad y director de clásicos como Belle Epoque o La niña de tus ojos. Así, Jonás Trueba incluye algunas referencias a la obra de su progenitor, como también a la de Ingmar Bergman (hasta aparece un divertido tarot inspirado en sus películas) o el Woody Allen de sus inicios. Como todos ellos, el realizador español deconstruye las relaciones sentimentales con sensibilidad y humor, sin miedo de exponer la vulnerabilidad de sus personajes.
Así como Ethan Hawke y Julie Delpy firmaron el guion de los dos últimos filmes de la trilogía Before junto al director Richard Linklater, en Volveréis los protagonistas Itsaso Arana y Vito Sanz también son autores del guion junto a Jonás Trueba. Los tres escritores examinan, a través de diálogos tan delicados como entrañables y divertidos, la evolución del amor, que muta del romance a la amistad incondicional y pasa del desconcierto a la seguridad de que empieza una nueva etapa que será mejor para ambos. Esa fiesta convertida en ceremonia del adiós, no solo celebra el pasado dichoso, sino el presente armonioso y el futuro prometedor.
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