Festival de Tribeca: «The Shallow Tale of a Writer Who Decided to Write about a Serial Killer» (2024)


“The Shallow Tale of a Writer Who Decided to Write About a Serial Killer” (esta es la última vez que escribiré el título entero) es una película que se regocija en la ridiculez de su premisa. El tono es por momentos inconsistente, no siempre sabe cómo manejar las reacciones de sus personajes, y no todos los chistes funcionan, pero en general, nos presenta una experiencia innegablemente disfrutable, en la que somos testigos de cómo la vida de un desmotivado escritor cambia a sobremanera luego de conocer a un (ex) asesino serial. Aprovechando al máximo el talento de sus actores, y manejando un excelente ritmo, “The Shallow Tale of a Writer…” convence a pesar de un desenlace algo apresurado y abrupto.

John Magaro interpreta a Keane, un novelista que vive en Nueva York con su esposa, la diseñadora Suzie (Britt Lower). Él es un soñador; un hombre distraído que nunca llegó a madurar del todo, y que dice estar trabajando en una nueva novela (sobre neandertales), cuando en realidad ha estado estancado durante casi cuatro años. Ella, por su parte, es una persona exitosa, seria, aparentemente incapaz de sonreír, que se ha cansado de su matrimonio, considerando a Keane como una suerte de niño atrapado en el cuerpo de un adulto, incapaz de tomar cualquier decisión.

Es así que una noche decide proponerle el divorcio. En shock, Keane sale a tomar, y borracho en un bar, se encuentra con un fanático de su trabajo al que ya había visto días antes. Kollmick (el gran Steve Buscemi) dice ser un ex asesino serial, y le propone a Keane ayudarlo a escribir una nueva novela, apropiadamente, sobre un asesino. Pero cuando Suzie los encuentra en casa, a los dos nuevos compañeros de “trabajo” no se les ocurre mejor idea que mentir: le dicen que Kollmick es un terapeuta de parejas. Es así que comienza una nueva dinámica: de día, Kollmick finge darles terapia al matrimonio en problemas, y de noche, le da “lecciones” relacionadas a la vida de un asesino serial a Keane. Pero una noche, las cosas comienzan a salir mal, lo cual podría terminar por arruinar las vidas tanto de Keane como de Suzie.

Evidentemente, “The Shallow Tale of a Writer…” es una comedia negra —el tipo de filme que presenta situaciones ridículas de la forma más seria posible. No esperen, por ende, ver personajes que reaccionen necesariamente como seres humanos normales. Keane, por ejemplo, no parece tener problemas en trabajar junto a alguien que dice haber sido un asesino serial, y Suzie comienza el filme actuando casi como una robot, sin expresar los sentimientos que al parecer ha estado contiendo por años (felizmente, va mejorando mientras la historia avanza). Hay que ser capaces de aceptar los rumbos que la narrativa toma; si uno lo hace, pues terminará por disfrutar el film sin mayores problemas.

Porque lo mejor de la película es, precisamente, que no suele tomar los caminos más previsibles que se le podrían ocurrir a uno. De hecho, buena parte de la historia termina centrándose en una noche en la que las cosas van saliendo progresivamente peor, poniendo tanto a Keane como a Kollmick en problemas, situando al primero en un mundo de mafiosos, secuestros, y hoteles de mala muerte. Es en estos momentos donde nuestro protagonista puede resultar un poco desesperante —es un hombre tímido y de poca iniciativa que se mete en un mundo de criminales; todo un pez fuera del agua—, pero felizmente Kollmick está presente como su gran contraparte.

De hecho, es Steve Buscemi quien destaca más en “The Shallow Tale of a Writer…”, para sorpresa de nadie. El experimentado actor interpreta al ex asesino serial como un hombre parco, serio, que aparentemente carece de características psicopáticas (o al menos sabe cómo esconderlas), y que parece ser un genuino fanático de los libros de Keane. Tanto así, de hecho, que está dispuesto a ayudarlo todo el tiempo, sin caer en la “tentación” de matarlo o hacerle daño. Por su parte, John Magaro (un “indie darling”, luego de haber aparecido en producciones como “First Cow” o “Vidas pasadas”) está bien como Keane, un hombre que siempre ha dependido de otros, y que recién está comenzando a encontrar una clara motivación para vivir y trabajar. De alguna forma u otra, es su nueva relación con Kollmick la que lo obliga a por fin madurar (aunque sea un poquito).

Britt Lower destaca también como Suzie. Al inicio resulta un poco complicado empatizar con ella —la interpreta como alguien extremadamente fría y distante, como si estuviera en un permanente trance—, pero poco a poco, el personaje se va humanizando más, primero a través de las sesiones de “terapia” con Kollmick, y luego durante una noche en la que decide espiar a Keane y su nuevo amigo. Es a través de ella, de hecho, que “The Shallow Tale of a Writer…” postula algo interesante: que una situación así de ridícula y exagerada era necesaria para que la pareja protagonista se conociera mejor, para que encontrara algo de emoción en una vida algo repetitiva, y para que Suzie aceptara su verdadera naturaleza. Más no puedo decir sin entrar a territorio de spoilers.

Disfruté, además, del estilo visual de la película. La directora de fotografía Natalie Kingston hace un excelente uso de tonos cálidos y luces diegéticas para meternos de lleno en el mundo que el director Tolga Karaçelik ha construido. A pesar de estar narrándonos una historia absurda —la cual, dicho sea de paso, comienza y termina con recreaciones de una Eslovenia de 40,000 A.C.; tiene sentido en el contexto del filme—, nos presentan una Nueva York palpable, donde los bares y hoteluchos de mala muerte y departamentos de lujo se sienten cercanos, verosímiles. Puede que las situaciones que el film desarrolla resulten oscuramente cómicas, pero el mundo en el que se sitúan resulta reconocible, muy parecido al nuestro.

“The Shallow Tale of a Writer…” es una propuesta intrigante; un filme que mezcla comedia sutil con personajes bien desarrollados y una premisa llena de potencial, para desarrollar una experiencia que le saca todo el jugo al talento de su trío de protagonistas. El único problema (grande) es que Karaçelik no parece haber estado muy seguro de cómo terminar su historia. El  desenlace se siente abrupto, y nos deja con más preguntas que respuestas, por más de que sí quede la sensación de que sus protagonistas llegaron a una suerte de nuevo comienzo para sus vidas. No obstante, incluso teniendo eso en cuenta, no puedo dejar de recomendar la película —debería resultar inmensamente entretenida, especialmente para quienes estén en busca de humor negro, confusiones, violencia y una premisa prácticamente imposible de desperdiciar.


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