Kid es un delincuente que acaba de salir de prisión y vive en la India, intentando adaptarse a un mundo marcado por la avaricia y carente de valores espirituales. Allí luchará por buscar venganza por la muerte de su madre y defender a las clases más desfavorecidas.
A lo largo de la historia del cine, no ha sido raro haber visto a actores o actrices iniciando su camino en la dirección, con algunos teniendo más éxito que otros. No obstante, en estos últimos años es algo que parece haber aumentado sobremanera, siendo muchos de estos casos proyectos que buscan, a como dé lugar, el prestigio y respeto de sus colegas mediante premios, o simplemente mostrar alguna clase de pretensión autoral en particular, sin importar lo poco comercial que sea el proyecto. Es en ese contexto que ver ahora a un actor como Dev Patel, quien curiosamente se le ha visto en ambos tipos de películas, obvio que no necesariamente dirigidas por actores, debutando en la dirección con una obra tan desbordada en pasión y furia resulta, como mínimo, llamativo.
Al inicio del filme, Kid y el promotor de las peleas clandestinas en las que él participa tienen una charla. Esa conversación puede interpretarse como lo importante que es crear un personaje y que incluso si este tiene todo en su contra, la gente lo valorará por cómo encara la situación, sin importar lo adversa que sea y si se ensucia en el camino, mejor. Eso, sumado al contexto presentado por medio de su madre con la deidad india Hanuman, será clave durante el resto del metraje, porque lo que vemos durante dos horas será la caída de un hombre y el ascenso de un héroe. Este héroe, sin importar lo cliché que suene, es uno real, tan real como la lucha que libra.
Lo que vemos acá es a un justiciero que tiene una venganza personal y también lucha por un trato justo hacia los menos favorecidos. Y son estos últimos los que a modo de retribución, luego de entregarse por completo a su venganza, le proveen los dotes necesarios para renacer e impartir justicia cueste lo que cueste. No entraré en mayores detalles respecto a esa parte que en muy importante en la película, así que me limitaré hasta ese punto, debido a que de ahí pasaríamos a su alucinante final y eso es ya un tema aparte. Cuando se tiene la oportunidad de ver lo que pasa durante el visionado, uno entiende lo que busca transmitir, como el nacimiento del héroe forjado desde cero y lo que este, producto de su origen, logra con sus obras. Este poder, proviene de una rabia acumulada por la forma en que un grupo de gente oprime a otro. Un mensaje político que se grita en todo momento y aunque este nunca llega a ser subrayado, quizá podría modularse en pro de tener claridad.
Es aquí donde debo detenerme un momento para mencionar lo que no podría destacar de Monkey Man. Entiendo que puede ser una queja injusta, pero es inevitable notar que es la primera película de un director. ¿A qué me refiero con esto? A que Dev Patel, producto tal vez de la euforia de su primera aventura detrás de cámaras donde puso cuerpo y alma para conseguir que se haga, por momentos se le va la mano respecto a su modo de filmar y narrar. Que no se malinterprete, ya que considero que es justo ese fuego interior una virtud que poco se ve en el Hollywood actual. El problema vendría a ser que dicho fuego también hace que su estilo sea uno desbalanceado. Dicha desprolijidad genera secuencias que pueden comenzar bien y progresivamente devenir en un caos mayor al que uno podría tolerar, como las partes que, producto de la necesidad del momento, se grabaron con un iPhone.
De nuevo, no lo veo como algo grave, solo que si a eso le sumamos una historia que, tomando en cuenta su simplicidad, pierde por ratos la brújula, corriendo el riesgo de perder también el interés del espectador. No obstante, más que ser algo negativo como tal, esto es un aspecto ambivalente, ya que si ese caos puede estar en el montaje, de todas formas su puesta en escena es alucinante. Patel sabe sacarle el jugo a los espacios que presenta, teniendo no solo a John Wick como referente, sino también a otros íconos provenientes de Asia como pueden ser Jackie Chan o Bruce Lee. En todo momento lo vemos usar el entorno para tener un sinfín de armas y combates cuerpo a cuerpo, en los que cada golpe es de un impacto tremendo.
En conclusión, Monkey Man estará lejos de tener la acción cuidadosamente dirigida de grandes referentes del género como Michael Mann o George Miller, pero es justamente su imperfección lo que, personalmente, hizo que la disfrutara. Es una película que no teme en señalar, gritando a los cuatro vientos, quiénes son sus villanos y eso puede ser algo que fácilmente puede caer en lo aleccionador. Sin embargo, da gusto que para tener una clara intención política, no olvide dar los suficientes golpes y tener la suficiente mística que su cultura puede proveer. La suma de esos elementos da como resultado un buen relato que en su simpleza encuentra un buen terreno para jugar con diversos recursos audiovisuales. Queda claro que Dev Patel es alguien con grandes ambiciones en la dirección, por lo que solo queda esperar que sepa darle una mejor forma a su estilo y seguir entregando calidad en el futuro.
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