De un tiempo a esta parte, Guy Ritchie (Lock & Stock, Aladdín, Los caballeros) se ha convertido en un cineasta muy prolífico, dirigiendo entre una y dos películas cada año. Con lo cual, por supuesto, no tengo problema alguno, ya que se trata de uno de mis directores favoritos. Snatch es todavía una película que cito de cuando en cuando; Aladdín es de los mejores remakes de acción en vivo que Disney ha producido, y hasta un fracaso como Rey Arturo: la leyenda de la espada tiene muchos de elementos de interés (aunque admito que soy de los pocos que disfrutó y todavía disfruta de aquella película). Mientras más Ritchie, mejor, la verdad.
Lo cual me lleva a escribir, por supuesto, sobre Guerra sin reglas (el título original, The Ministry of Ungentlemanly Warfare, o El ministerio de la guerra sucia, es mucho más interesante), un thriller de acción supuestamente basado en hechos reales, que compensa la mayoría de sus deficiencias con mucho estilo, diálogo inteligente, y actores extremadamente talentosos que claramente se están divirtiendo. Este film no es de lo mejor que haya producido Ritchie, y sin embargo me da pena no haberla podido ver en cines; no está mal tener ahora la oportunidad de verla en casa por Prime Video (se estrenó hace unos pocos días), pero sí creo que verla en pantalla grande hubiera mejorado la experiencia considerablemente.
Pero me desvío un poco. Guerra sin reglas se lleva a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, y tiene como protagonista a Gus March-Phillips (Henry Cavill, separándose totalmente de Superman), un militar británico (supuestamente la inspiración original para el personaje de James Bond) que es llamado por el mismísimo Winston Churchill (a través del Brigadier Gubbins, interpretado por Cary Elwes) para liderar una misión importantísima para su patria. ¿En qué consiste? Pues debe viajar hasta una bahía en África controlada por el gobierno español, para destruir un navío que transporta todos los recursos necesarios para hacer que la flota nazi de U-Boats funcione. Si logra cumplir dicha misión, Hitler y los nazis se quedan sin U-Boats, y por ende, los Estados Unidos podrían unirse a la guerra.
Para ello, March-Phillips decide convocar a todo un grupo de personajes coloridos y bastante violentos. Entre ellos se encuentran Anders Lassen (Alan Ritchson), una máquina de matar danesa; Geoffrey ‘Apple’ Appleyard (Alex Pettyfer), a quien primero deben rescatar de una base nazi; Henry Hayes (Hero Fiennes Tiffin), un joven navegante; y Freddy Alvarez (Henry Golding), un experto en explosivos. Juntos, tienen que trabajar junto a dos agentes infiltrados del gobierno británico: Heron (Babs Olusanmokun), quien se ha ganado la confianza de los enemigos al manejar un bar y organizar fiestas en la bahía, y Marjorie Stewart (Eiza González), una actriz y cantante que ha sido entrenada para matar. Con algo de suerte y haciendo uso de sus tan particulares habilidades, serán capaces de cumplir su misión (y matar varios nazis en el camino).
Ahora bien, por más de que esta película esté basada (muy ligeramente) en una historia real, se lleva a cabo de forma más ligera, por momentos sintiéndose más como una historia de cómics que como un thriller serio de acción. Esto se nota, incluso, en el casting: Henry Cavill no se parece en nada al March-Phillips real (el exagerado bigote que tiene acá, incluso, fue idea suya), Lassen es una mole sádica que se dedica a sacarle el corazón a sus víctimas, y Eiza González, una actriz mexicana, interpreta a una agente secreta británica (aunque debo admitir que su acento británico es bastante bueno). Til Schweiger, por su parte, interpreta a un oficial nazi que no se sentiría fuera de lugar en una nueva secuela de Indiana Jones, y Rory Kinnear (Men: terror en las sombras) está irreconocible como Churchill. Así que si lo que buscan es sobriedad y parquedad, pues no la encontrarán acá.
No obstante, si deciden ver Guerra sin reglas teniendo en cuenta que es «Una Película de Guy Ritchie»(™), y que ceñirse a los eventos reales o desarrollar tensión no son sus prioridades, pues la pasarán bastante bien. Como thriller de acción, la cinta cuenta con varias secuencias destacables de violencia, como el ataque por parte de March-Phillips y su equipo a una base enemiga, un encuentro que tienen con un bote alemán, y por supuesto, el cumplimiento de su misión final. De todos estos momentos, solo una sección durante el tercer acto logra desarrollar una palpable sensación de suspenso. El resto luce bastante bien, pero involucra a un grupo de personajes aparentemente invencibles matando decenas y decenas de nazis, lo cual, sin llegar a ser particularmente tenso, es innegablemente divertido.
Es así, pues, que Guerra sin reglas se llega a sentir como una interpretación caricaturesca de una misión real (llamada Operation Postmaster), en donde las personalidades son grandes, los músculos son incluso más enormes, y la violencia es poco sangrienta, pero frecuente. ¿Quién no quisiera ver al inmenso de Alan Ritchson matar a un grupo considerable de nazis con un hacha? ¿O a Henry Cavill poniendo cara de loco mientras mata a balazos a sus contrincantes? Esta es más una película hollywoodense de acción al más puro estilo de Ritchie que un documento histórico, pero a ese primer nivel, esta nueva propuesta funciona bastante bien.
Sin embargo, hay ciertos elementos que pudieron haber sido mejor aprovechados. Ritchie, por ejemplo, todavía tiene problemas escribiendo persones femeninos; la Stewart de González es establecida como una asesina de excelente puntería, y por alguna razón, sus habilidades casi ni son aprovechadas a lo largo del filme. Y aunque los mensajes finales (que describen a las personas reales en las que están basados los protagonistas) nos cuentan que Stewart y March-Phillips se casaron en la vida real poco tiempo después de cumplir la misión, en la película casi ni interactúan. Lo cual es una decisión… curiosa. De hecho, Guerra sin reglas no tiene mucho tiempo para ahondar en sus personajes; ni en sus motivaciones, ni en historias pasadas. El foco del guion está en el presente, y en la importancia de la misión que tienen que cumplir.
Al final del día, en todo caso, no puedo dejar de admirar a Guy Ritchie, uno de los pocos cineastas comerciales todavía dedicados al thriller de acción de mediano presupuesto que poco o nada tiene que ver con franquicias preestablecidas. Guerra sin reglas es un buen ejemplo del tipo de película que ya no se hace con mucha frecuencia, y aunque no se trata de un éxito rotundo, por supuesto que celebro su existencia. Al menos se puede decir que Ritchie es un cineasta consistente, y a pesar de que filmes como este o Agente Fortune: Ruse de Guerre no son increíblemente memorables, al menos están acá para existir en una suerte de punto medio entre el blockbuster trillonario de Marvel o Warner Bros., y la película independiente de festival. Esta película se hubiese disfrutado un poco más en el cine, como se dijo líneas arriba, pero si tienen ganas de algo violento, astuto e innegablemente entretenido, no dejen de verla en casa.
Deja una respuesta