[Crítica] “Vampira humanista busca suicida” (2023)


Si un título como Vampira humanista busca suicida no les llama la atención, entonces ni siquiera deberían estar en la misma habitación que una copia (ya sea física o virtual) de esta película. Sin ánimo de entrar a territorio de spoilers, se trata del nombre perfecto para esta producción independiente francocanadiense, que logra mezclar humor negro con algo de violencia y bastante drama adolescente, para entregarnos una experiencia muy distinta a las que solemos tener con otras propuestas de terror o suspenso. No todos estarán de acuerdo con la forma en que mezcla géneros, pero los demás, al igual que vuestro servidor, encontrarán mucho para disfrutar en esta película.

Luego de un breve prólogo que nos explica el contexto en el que vive nuestra protagonista, la película se concentra en lo que suponemos es el presente, centrándose en Sasha (Sara Montpetit), una vampira bastante peculiar. A pesar de tener más de sesenta años (y lucir aun como una adolescente), todavía vive con sus padres, los también vampiros Aurélien (Steve Laplante) y Georgette (Sophie Cadieux), principalmente porque la chica se niega a matar. Solo puede beber sangre, al igual que sus familiares, pero tal y como el título del filme lo sugiere, no tiene ningún interés en asesinar, razón por la que subsiste únicamente gracias a las reservas que sus padres guardan en el refrigerador de la casa.

Sin embargo, tanto ellos como su hermana mayor, Denise (Noémie O’Farrell) se están cansando de la falta de proactividad de Sasha, por lo que le dan un ultimátum: o mata a alguien para por fin poder despertar sus instintos vampíricos, o se va de la casa. Es así que, prácticamente de casualidad, Sasha conoce a Paul (Félix-Antoine Bénard), un adolescente depresivo y de tendencias suicidas, que es abusado y fastidiado tanto en el colegio como en su trabajo en una sala de bowling. Rápidamente, los dos chicos comienzan una amistad, y eventualmente Paul trata de convencer a Sasha de que lo mate. Después de todo, él ya de por sí quiere morir, y ella necesita acabar con alguien para poder seguir adelante. Pero esto no será tan fácil de hacer; después de todo, Sasha comienza a agarrarle cariño a Paul, y este último, poco a poco, empieza a cambiar de parecer.

Considerando que Vampira humanista busca suicida lidia con temas relacionados a la muerte, el suicido, la depresión, el bullying sistemático y las relaciones adolescentes, sorprende gratamente que el resultado final sea tan entretenido. Esto se debe, principalmente, al tono tan preciso que la directora Ariane Louise-Seize ha logrado desarrollar con la historia, presentándonos situaciones bastante graciosas (de manera oscura, claro está), pero a la vez, tomándose absolutamente en serio los conflictos en los que sus protagonistas se meten. Ni el bullying ni la depresión de la que sufre Paul con tomados como chistes, lo cual ayuda a que uno lo considere tanto a él como a Sasha como seres humanos (o bueno, semihumanos) tridimensionales y creíbles.

Este contraste entre lo absurdo y lo realista; entre lo fantástico y lo creíble, resulta en una película que, sorprendentemente, funciona a pesar de no encajar en un solo género. La amistad entre Sasha y Paul, por ejemplo, es desarrollada de forma incómoda y verosímil, como suele pasar en varios dramas adolescentes. Los elementos vampíricos, por otro lado, funcionan porque la tradición de este universo tiene sentido, y hace referencia a varios aspectos de la mitología de los vampiros, que hemos visto en incontables películas, series y libros. Y aunque la película nunca llega a dar miedo, y de hecho nunca muestra violencia o tripas de manera explícita, igual se siente como una buena nueva entrega en el subgénero del thriller vampírico, especialmente cada vez que vemos a un personaje matar y chuparle la sangre a un humano.

Pero lo que definitivamente disfruté más es el gran sentido del humor que el guion de Christine Doyon y la misma Louise-Seize maneja. Consideren sino a un chico bastante “fumado” llamado J.P. (Gabriel-Antoine Roy), que Denise convierte en vampiro por culpa de Sasha, y que termina viviendo con ella. Sus interacciones (como vampiro recién convertido) con la familia de Denise y Sasha son bastante graciosas, especialmente porque no parece estar muy preocupado por su condición tan peculiar (curiosamente, en cierta escena le pregunta a Denise si es que ha ido a Machu Picchu, y le dice que le encantaría tomarse un pisco sour y comerse un ceviche; ¡larga vida a J.P.!). Y por supuesto, ayuda que todos los personajes se tomen las situaciones más ridículas totalmente en serio, un recurso cómico que siempre me ha gustado.

De las actuaciones no me puedo quejar; todas reflejan aquella distancia que los personajes toman de la ridiculez de la trama, lo cual hace que sus expresiones completamente vacías o por lo menos neutras, ayuden al tono general de la película. Pero lógicamente, quienes más resaltan son Sara Montpetit como Sasha, y Félix-Antoine Bénard como Paul. La primera desarrolla a la protagonista como una chica que no está muy interesada en la vida de vampira; como una adolescente de la Generación Z de pocas motivaciones, que está feliz tocando su piano en la calle para ganar dinero, y tomando la sangre que sus padres le dan. Y el segundo es totalmente creíble como un chico depresivo que es abusado en el colegio no al estilo de una película gringa ochentera, si no más bien de forma más realista, y por ende, más cercana.

Vampira humanista busca suicida me hizo recordar, hasta cierto punto, al tipo de cine que Tim Burton hacía al inicio de su carrera; es una película que mezcla de forma casi ideal elementos de varios géneros, para desarrollar una experiencia tanto graciosa como tensa. Las actuaciones planas y parcas apoyan al tono desarrollado por Louise-Seize, y el uso de locaciones reales, la mayoría de noche, ayudan a que la narrativa se sienta más cercana y verosímil, por más de que involucre a vampiros que viven junto a la gente “normal”. Esta no será una película para todo el mundo, pero quienes se animen a darle una oportunidad se encontrarán con un filme oscuramente divertido, que mucho nos dice sobre las relaciones entre adolescentes, y por qué no, el valor de la gentileza y la compasión.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Drafthouse Films.


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