[Crítica] “Armand” (2024), de Halfdan Ullmann Tøndel

armand 2024

El primer largometraje del noruego Halfdan Ullmann Tøndel, nieto de Liv Ullman e Ingmar Bergman, nos traslada a una escuela primaria donde los protagonistas no son los estudiantes involucrados en un incidente inquietante sino sus padres. La madre del presunto acosador, interpretada sagazmente por la galardonada Renate Reinsve, se pondrá a la defensiva frente a los padres del acosado y los directivos de la escuela, convirtiendo una reunión de conciliación en un litigio acalorado en el que la ética saldrá volando por los aires. Aunque suena a argumento de drama convencional, Armand también incorpora cronometrados momentos de comedia negra y situaciones abstractas fortuitas, confirmando su pertenencia en un cine noruego contemporáneo gratamente impredecible pero aún accesible para el gran público. 

La tensión en el filme es palpable desde la forma como Elisabeth (Reinsve) se desplaza hacia el salón de la escuela en el que ha sido citada para hablar sobre un episodio de mala conducta de su hijo de seis años, Armand. Lo que no espera Elisabeth es encontrarse con los padres de Jon, que es también sobrino suyo, y descubrir que el incidente en cuestión es de alta gravedad. Dada la falta de pruebas y la versión contraria de su hijo, Elisabeth se niega a aceptar la acusación y las recomendaciones de la escuela, ensanchando una brecha existente con su cuñada Sarah (Ellen Dorrit Petersen) quién le reprocha por sus transgresiones del pasado. Mientras tanto los representantes de la escuela, incapaces de ejercer un proceso neutral y mesurado, se dejarán envolver por la vorágine familiar. 

Armand Cannes

La primera parte es bastante directa desde su preludio en el que el personal de la escuela se prepara para zanjar el problema con el menor perjuicio posible para ellos. En ese sentido la perspectiva crítica de Ullmann no se limita a los padres involucrados sino que también alcanza a la institución escolar, algo que seguramente muchos aplaudirán. Mientras que Elisabeth y Sarah deciden arruinar sus respectivas reputaciones como madres, la profesora y la psicóloga se ven abrumadas; y el director, pese a su autoridad patriarcal, resulta igual de incompetente. Lejos de ser condescendiente con sus personajes femeninos, Ullman no encasilla a sus personajes en sus estereotipos iniciales ni toma partido por ninguna. En su lugar, les otorga no uno sino varios espacios dentro la escuela en los que terminan por darse a conocer como realmente son mediante confesiones indiscretas con el resto de personajes. 

La segunda parte se compone más bien de secuencias abstractas que pueden interpretarse como manifestaciones de los demonios internos de Elisabeth y Sarah. Aquí es donde el director noruego evoca el espíritu de su abuelo sueco visionario, colocando a sus personajes en situaciones surrealistas que pasan de lo plácido a lo perturbador. Renate Reinsve, de por sí magistral en sus diálogos en la primera parte, responde a las exigencias de estas secuencias abstractas valiéndose de su expresión facial y corporal. Puede que algunos consideren esta parte como incomprensible y frustrante, especialmente si aguardan un desarrollo coherente para el incidente de los estudiantes. Hasta cierto punto es posible criticarla como una forma de evasión narrativa, pero considero que su espectáculo audiovisual compensa la ausencia de una resolución explícita, especialmente con una secuencia final poética bajo la lluvia.        

Ullmann Tøndel no reinventa aquí el lenguaje cinematográfico o la dramaturgia como su abuelo, pero sí que honra su legado al ofrecer una película inteligente y excitante que, partiendo de una premisa sencilla, pone a prueba los límites de la conducta humana. No pudo concebir mejor trasfondo que el de una escuela primaria para recordarnos que la adultez o la paternidad no son sinónimos de madurez. Su obtención de la Cámara de Oro en la reciente edición del Festival de Cannes constata un talento que va más allá de su condición de nepo baby cinematográfico. 

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