Jacques Demy, el niño prodigio (y maldito) del cine francés

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Escribe Sebastián Maldonado

La semana pasada culminó con éxito la edición 28 del Festival de Cine de Lima, y en esta celebración del cine contemporáneo e histórico no podía dejar de estar presente la cinematografía francesa: se realizó así una muestra en homenaje a destacadas cineastas en la sección “Francia en Lima: Pioneras del cine”, y un homenaje al invitado especial Arnaud Desplechin. Con esta excusa, quisiera invitarlos a revisitar la filmografía de otro importante nombre de la cinematografía francesa, y notable representante de la Nouvelle vague, Jacques Demy.

Originario de la pequeña comunidad costera de Pontchateau, cercana a Nantes, lugar que se convertiría en predilecto para la ambientación de muchas de sus obras, Jacques Demy (1931-1990), fue uno de los directores de cine más destacados de la Nouvelle vague. Casado con la también afamada cineasta Agnès Varda, Jacques es reconocido por ser un cineasta inusual para los cánones de esta corriente. Diría algo disruptivo y desafiante de las convenciones del cine francés clásico. A diferencia de Godard, cuya obra está marcada por la política, de Truffaut quien captaba la miserabilidad y melancolía de sus personajes, o de Alain Resnais signado por la experimentación formal a través de la fotografía; Demy se interesó mucho más en el género de los dramas musicales, en las historias de amor y en la ficción, explorando los cuentos de hadas. Temas que lo acercaban más a la era dorada de Hollywood que a sus compañeros en la corriente francesa. 

Les horizons morts (1951)

El pequeño Demy se mostró interesado en el cine y el teatro, este último sería de vital importancia para mucha de su filmografía como veremos más adelante. Se formó como director y coreógrafo en la Escuela Técnica de Fotografía y Cinematografía, conocida por sus siglas en francés como la ETPC. En aquel lugar, el joven Demy filmaría y actuaría en su primer cortometraje: Les horizons morts (1951), cuya trama se centra en un joven al que le rompen el corazón.

Diez años después filmaría su primer largometraje, Lola (1961), protagonizada por Anouk Aimeé. En la historia, un joven llamado Roland sufre los agotamientos de la vida y la falta de empleo hasta que se reencuentra con un antiguo amor de adolescencia llamada Lola, que ahora se dedica a trabajar como bailarina en un cabaret de la ciudad de la costa atlántica, Nantes. Roland, sin embargo, competirá en una lucha bastante desigual con Michel, el novio de Lola, y Frankie, un marinero estadounidense destacado en la costa francesa obsesionado con Lola, a quien simplemente ella no le corresponde. En esta película, Demy nos mostraría la crudeza que puede exhibir un mundo de fantasía y que no siempre los finales felices son los que triunfan. 

La película forma parte de una trilogía junto con Los paraguas de Cherburgo y Model Shop, y se inspiró en el nombre del personaje principal en la película El ángel azul (1930) de Josef Von Sternberg en la que participa Marlene Dietrich. Lola también marcó el inicio de la colaboración entre el cineasta con Michel Legrand y Agnès Varda -quien un año después Demy se casaría-, ambos fueron los encargados de la producción musical de este filme.

La explosión creativa de Demy coincidió con el auge de la Nueva ola y la renovación de ideas en la industria cinematográfica francesa. Ese movimiento estuvo intelectualmente motivado a influir las convenciones características del cine francés clásico. Demy fue un contraste para los genios que pertenecieron a esta corriente, por su estilo singular, a pesar de que sus congéneres buscaban también explorar o ingeniar estilos particulares. Por lo que no le hizo ascos al cine estadounidense, pareciendo no tan pretencioso ante sus pares, pero sin darle la espalda a la erudición y a sus formas.

Los paraguas de Cherburgo (1964)

En 1964 estrenó la mencionada Los paraguas de Cherburgo, un musical inspirado en las grandes cintas de este género, protagonizado por Catherine Deneuve y Nino Castelnuovo, en el que nos adentra en una historia de amor, amargura y desesperanza con toques de euforia. En L’Univers de Jacques Demy (1995), filme dirigido por su viuda Agnès Varda cinco años después de su fallecimiento, se narra la manera en que la ópera, el teatro y el cine influyeron en la vida y obra del cineasta, incluyendo este icónico film musical.

Cabe destacar que Los paraguas de Cherburgo ha influido en películas modernas como La La Land de Damien Chazelle, y Barbie de Greta Gerwig. Las películas de Jacques Demy no necesitaban experimentos para hacer una crítica a la sociedad y ser políticos. A través del tono agridulce, su filmografía nos permite sumergirnos en la ingenuidad y la fantasía convirtiéndose en una válvula de escape de los problemas de la vida cotidiana.

En 1967, Demy presentó Las señoritas de Rochefort, una de las obras cinematográficas más arriesgadas de la Nueva ola y de la carrera del cineasta. Esta cinta nos traslada a la ciudad marítima de Rochefort, donde viven dos hermanas dedicadas a impartir clases artísticas (música y danza) a niños del pueblo. Ellas toman la decisión de emigrar a la urbe parisina para alcanzar el éxito profesional y encontrar al hombre ideal. El filme fue candidato a los premios Oscar en 1969 en la categoría de Mejor música o banda sonora en un film musical.

Piel de asno (1970)

Tras Los paraguas de Cherburgo y Las señoritas de Rochefort, Peau d’âne (más conocida en español como Piel de asno) de 1970 fue otro de los filmes más icónicos y recordados de este director. Tal vez, uno de sus últimos éxitos porque los filmes posteriores no llegaron a alcanzar la relevancia de los mencionados. Piel de asno, adaptación moderna del cuento de Charles Perrault, nos introduce en una trama incestuosa en la que el rey pierde a su esposa; ella, en su lecho de muerte, le hace prometer que solo se casará con una mujer tan bella como ella. Al verse presionado por sus asesores para que tenga un heredero se involucra finalmente con su hija, la princesa. El filme cuenta con ambientación y vestuario bastante kitsch y con actores de la talla de Jean Marais, Catherine Deneuve y Delphine Seyrig.

A inicios de la década de los 90, Demy fallecería como consecuencia del sida, según revelaría su esposa el 2008 en su film Les plages d’Agnès, aunque inicialmente se informó que fue producto de la leucemia. Varda se dedicaría luego a restaurar y difundir muchas de sus obras, así como estrenar L’Univers de Jacques Demy (1995), documental biográfico sobre el prolífico y talentoso director. Un genio, quizá incomprendido y ninguneado por sus colegas de la Nueva ola, por no hacer gala de sus opiniones políticas, o por no colocar problemas sociales como tema central en sus películas. Aunque en algunas de ellas estos sí se encuentran presentes, como Una habitación de la ciudad (1982) donde, a manera de musical, se hace una crítica a los reclamos salariales de los obreros de la ciudad de Nantes; o la propia Los paraguas de Cherburgo que nos introduce en la falta de oportunidades y los efectos devastadores de la Segunda Guerra Mundial en la sociedad francesa. Resulta ilógico y hasta irrisorio, entonces, decir que el cine de Demy fue superficial y carente de crítica a la realidad en la que vivimos.

Las siguientes películas de Jacques Demy están disponibles para ver desde Perú: Los paraguas de Cherburgo en Apple TV, y Las señoritas de Rochefort y Lola en Mubi. 


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