“Huesera”: el terror que emana de Latinoamérica

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Cada vez hay mayor calidad en el cine de suspenso y terror que produce nuestra región. El inquietante film mexicano-peruano Huesera (2022), dirigido y escrito por Michelle Garza Cervera, consigue momentos bastante logrados que realmente asustan al espectador. Y esto sin exhibir ningún baño de sangre ni llegar a desbordes de violencia visual explícita; además, con el mérito mayor de que nunca se ve directamente al espíritu o ente maligno que amenaza a la protagonista y a su bebé. Es como un fantasma siempre al acecho, como una pesadilla que amenaza desde la más espesa bruma.

De este tipo de cine podemos encontrar -a nivel mexicano- largometrajes como Mal de ojo (2022) de Isaac Ezban, Los inquilinos (2018) de Chava Cartas, el excelente Km 31 (2006) de Rigoberto Castañeda, Cronos (1992) de Guillermo del Toro, la estupenda El libro de piedra (1969) y Hasta el viento tiene miedo (1968) de Carlos Enrique Taboada, entre muchos otros. Y a nivel internacional, las influencias más directas serían la estadounidense Rosemary’s Baby (1968) de Roman Polanski o la japonesa Ringu (2001) de Hideo Nakata (en particular, en los movimientos intimidantes del fantasma o ente maligno a ras del suelo).

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Tanto en Huesera como en Rosemary’s Baby hay dos madres jóvenes que tratan de proteger -desde que están embarazadas- a sus bebés de fuerzas oscuras (sobrenaturales o demoniacas) que los amenazan. Igualmente, en las dos cintas las mujeres protagonistas ven alterada su percepción de la realidad debido a ciertas medicinas que les hacen tomar o a extrañas bebidas que les proveen. Ambas películas pueden interpretarse como metáforas del proceso de dar a luz una vida, asumido como una experiencia desconcertante, difícil y transformadora de la psicología femenina. Por ello, ninguna de las dos mujeres vive una etapa feliz luego de que nacen sus bebés.

Por otra parte, los efectos especiales en Huesera son muy buenos y el inconfundible sonido de los huesos desencajándose o fracturándose en diferentes escenas, son lo suficientemente precisos y nítidos como para amedrentar a los espectadores.

Desde el principio del largometraje ya se propone una idea misteriosa y perturbadora, cuando la cámara se va alejando de una estatua gigante y dorada de la Virgen de Guadalupe y, en el lugar que esta ocupa en el encuadre, aparece alguien incendiándose bajo una sábana blanca y en una habitación cerrada. Una mezcla de religión y (una posible) muerte.

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Algunos datos del argumento: la joven Valeria (Natalia Solián) trata de quedar embarazada de su esposo Raúl (Alfonso Dosal) y para sentir un respaldo religioso a su objetivo, realiza un ascenso hasta una enorme estatua de la Virgen de Guadalupe. Tras comprobar con un certificado médico que ha quedado embarazada, ve una araña gigante en un taller de carpintería, siente que los niños de la calle o los de su familia le hacen gestos desagradables, cree que una mujer extraña la observa desde un balcón una noche mientras va en el auto con su esposo, también ve que una mujer del edificio frente al suyo se lanza desde el tercer piso (aunque ella no muere sino que se reincorpora y la vuelve a mirar amenazadoramente), pero su esposo no le cree. A partir de ahí todo es confusión en las acciones y decisiones de Valeria, quien recibe incomprensión hacia su comportamiento por parte de algunos familiares cercanos.

Si bien hay momentos de terror visualmente intencionales, la cinta muestra que los instantes más perturbadores son en los que Valeria actúa dentro de la cotidianidad y pone en riesgo la vida de su hija recién nacida. La convincente expresividad gestual de la actriz Natalia Solián (cuyo primer papel en el cine fue como Damiana en el film Zapatos rojos, estrenado en el Festival de Venecia) convierte a Valeria en un personaje que transmite desamparo, fragilidad y cierto desequilibrio emocional a la vez. Quizá el espectador pueda quedar algo confundido con el final del film, pero habrá sido testigo directo de los numerosos cambios que ocurren en el cuerpo y la mente de Valeria durante y después del embarazo.

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Un dato: el actor peruano Emilram Cossío interpreta con sobriedad al ginecólogo de Valeria, teniendo varias apariciones durante la cinta. Él contribuye, como médico, a un adecuado proceso de embarazo por parte de la joven madre. Aquí Cossío deja de lado las películas cómicas a las que nos tiene acostumbrados y cumple correctamente en su actuación.

Por cierto, Huesera obtuvo diversos reconocimientos internacionales: dos premios en el Festival de Tribeca (Estados Unidos), el Premio del Público en el Festival de Morelia (México), dos premios en el Festival de Sitges (España), dos premios CANACINE (México), tres premios Ariel (de diecisiete nominaciones), un premio en el Festival de Turín (Italia) y una Mención Especial en el Jakarta Film Week (Indonesia).

Finalmente, la cineasta Michelle Garza Cervera, nominada en la categoría Breakthrough Director en los Gotham Independent Film Awards 2023 (Estados Unidos), a través de su inquietante y creciente obra cinematográfica, compuesta por varios cortometrajes (Isósceles, La rabia de Clara y The Original) y el video musical Falha Comum (para el grupo experimental brasileño Rakta), mantiene ciertas constantes: la existencia del otro (o de uno mismo) en dos dimensiones distintas (como en The Original o en Falha Comum), un permanente interés por desarrollar la mayor parte de las acciones en espacios cerrados, los exteriores de aspecto intimidante o brumoso (como en La rabia de Clara), las angustiantes situaciones límite que sufren sus protagonistas, los intentos de liberación física y mental que realizan sus personajes frente a los problemas, una cierta locura contenida (no delirante, no inmanejable, no destructiva a nivel masivo) y los problemas de salud física o mental. Huesera contiene todas esas características mencionadas, pero le agrega el miedo a la maternidad desde una visión femenina asfixiante, ansiosa, nada tierna, que desacraliza dicha etapa y que puede aterrorizar a no pocas mujeres. Todo esto, acompañado por la presencia agresiva de un ser maligno (¿fantasma, demonio, alucinación, trauma irresuelto?), que complica cada día del embarazo y la vida familiar de Valeria.


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