Llegando apenas a la hora de duración, Paucartambo (2024) resulta en una amena y grata introducción a la Fiesta de la Virgen del Carmen celebrada en Cuzco, en la ciudad que titula el filme. Protagonizada por danzantes oriundos y los mitos que personifican, los directores Michael Net y William Bustos enfocan su documental en torno a la cultura, el entretenimiento; sobre el acto performativo que traduce la devoción religiosa a juego caótico, que hace del legado una narración adaptable al tiempo. 

Y es que, ante todo, se resalta al storytelling como medio de expresión humana, se nos introduce a un universo de enfrentamientos y apariciones místicas, de risas y fervor a la mencionada Virgen. Guiados por las imágenes, siguiendo la narración en off de Augusto Casafranca, los mitos ahí representados llegan a nuestras pantallas, habiendo valor implícito en esta muestra de cine como cápsula preservadora, como fuente de memoria cultural. Por lo mismo, podría decirse que el propósito de Paucartambo es más antropológico que cinematográfico, aunque ello no signifique falta de empeño en los apartados propios del audiovisual.

Partiendo de los recursos visuales, el contraste entre cámara estática y en mano capta con precisión el fluir de eventos durante los 4 días que dura la festividad. Así, la primera secuencia encapsula la atmósfera calma de la noche previa, planos generales y medios que, matizados por el blanco y negro, muestran a la ciudad en letargo, en su cotidianidad más pura. Por su parte, las travesuras de los Maqtas (enmascarados que interpretan jóvenes locales) son seguidas por una cámara mucho más natural, cercana, que se abre paso entre la multitud para deleitarnos con juegos bruscos y ocurrencias picarescas.

Sin dar mayores detalles sobre la tradición, el guion descriptivo que maneja el filme es llevado con agilidad gracias al ya mencionado narrador, quien no duda en ofrecer impresiones propias o agregar ciertos ápices de humor simpático. Por otro lado, el testimonio que brinda Fabricio Quillahuaman puede percibirse como artificio, con momentos claramente guionizados y desprovistos del encanto transmitido por Casafranca. Sin deslegitimar la información ofrecida ni el esfuerzo dado, es clara la incomodidad del joven frente a la cámara, hecho que entorpece el largometraje a lo largo de su primera mitad. 

Capturando el valor lúdico de la celebración, tanto el montaje como la edición de sonido mimetizan el caos danzante, el disfrute de los turistas y el pueblo. Como ejemplo primordial destacan los enfrentamientos entre Chunchos y Qollas, secuencias donde se superponen las imágenes y la música acelera su ritmo conforme las persecuciones se van desarrollando. Lejos de la innovación como tal, la suma de recursos hacen de la obra algo más accesible, cálido con el público ajeno a la celebración, abriendo sus puertas con añoranza y disposición a entretener.  Es efectiva en su intencionalidad.

En suma, y a pesar de que le cuesta arrancar, Paucartambo se constituye como una experiencia agradable con información suficiente sobre la festividad cuzqueña. De sincretismo e intertextualidad latente, tanto el contenido como el propósito forjan un proyecto jocoso a la par que expositivo, cine documental hecho con emoción a pesar de sus limitaciones. Si es que el filme no es trascendental en sí, es evidente que la festividad frente al lente lo seguirá siendo. Un acto teatral llevado a las calles, un pasado llevado al presente. Este es solo el primer paso.

Estreno absoluto: Festival Lima Alterna, 14 de octubre de 2024.