Festival Lima Alterna: «By the Stream» (2024), de Hong Sang-soo

by the stream

Hablar para no quedarse solo

Es muy estimulante asistir a una función de un film de Hong Sang-soo en el Festival Lima Alterna. Las películas del coreano suelen seguir una misma lógica en la puesta en escena: tomas amplias, pocos cortes, planos generales y medios, secuencias largas y locaciones naturales; un cine que confía constantemente en el poder de la conversación. Irónicamente, los personajes de Sang-soo no parecen particularmente interesantes. Su vida es bastante parecida a la de un espectador promedio: una vida entre el tedio y la aspiración, entre la repetición y el asombro leve, una vida de eventos cíclicos y permanentes. Sus personajes, de clase media y rutinas normales, valen más por la atención y empatía de su director que por algún detalle resaltante en sus vidas. El estilo de sus filmes privilegia cierta calidez y una atención comprensiva por parte de la audiencia. Se trata, pues, de fijarse la sucesión de conversaciones, seguir el ritmo lento de la historia, de inicio a cierre. En ese sentido, podríamos pensar que se trata de un cine altruista, motivado a escuchar a los otros; una plataforma para el protagonista común, sus temores y anhelos. 

By the Stream (Por la corriente, en español) es la última película firmada por el realizador surcoreano hasta la fecha y es una de las dos producciones que este ha estrenado en 2024. Esto no es una anomalía: el surcoreano tiende, en ocasiones, a entregar más de un largometraje en el mismo año. Hong Sang-soo es un director prolífico, un cineasta de películas mínimas y sucintas, un observador de fragmentos. Desde lo técnico su cine sugiere un tipo de producción asequible y efectista, un tipo de historia que puede rodarse rápidamente, sin tanto presupuesto, que permite acomodar dos películas arthouse con poco tiempo de distancia entre una y otra. Desde lo conceptual, el cine de Sang-soo replica nuestras interacciones cotidianas: conversaciones con extraños, o no tan extraños, abocadas a desentrañar uno que otro aspecto de su vida y su historia, pero inconclusas por naturaleza. 

Ese es el tipo de conversaciones que mantienen los protagonistas de By the Stream, un triángulo de personajes, cada quien dispuesto a agradarle al otro. La protagonista es una profesora universitaria que dirige un proyecto teatral con sus estudiantes. El proyecto está paralizado luego de las acusaciones que recibió su realizador. Para la suerte de la protagonista, su tío, un actor de renombre con experiencia haciendo teatro, está dispuesto a montar una obra breve en la universidad. Ambos personajes se encuentran por casualidad en un punto de la ciudad y, por efectos del cine, se entrelazan en el proyecto. La profesora decide presentar a su tío y a su jefa en el departamento de la universidad, una mujer de alrededor de la misma edad que el exactor y que vive sola. “No tengo hobbies”, confiesa la mujer. “Tengo mucho dinero ahorrado, y no sé bien en qué gastarlo”, replica, una vez que ha admitido que no le gusta viajar, menos sola. “Me siento mal cuando regreso”. 

Sang-soo concibe una Corea del Sur en la que cada quien hace lo posible para lidiar con la soledad y el hastío de la rutina. Su By the Stream presenta tres personajes que se esfuerzan por no quedarse solos, cuyo acercamiento se da de forma natural, incluso algo torpe, sin mayor punto de inflexión que el peso de su rutina compartida. A pesar del potencial drama, el estilo del film privilegia la simpatía y, en cierto grado, la esperanza: los personajes salen a cenar en distintos restaurantes, paseos por el parque, conversaciones en un departamento, sin mayor presión ni conflicto previsible. Cuando ciertas tensiones emergen, estas se encuentran desprovistas de mayor tinte dramático y se resuelven cómodamente. Tras casi dos horas de metraje, la película cierra con la misma naturalidad con la que empieza. 

No parece que By the Stream vaya a ser considerada una de las películas más notables de su realizador (y es que hay muchas opciones), pero eso no quita que, a la larga, verla en la gran pantalla permite acceder a un ejemplo preciso de las intenciones narrativas de Hong Sang-soo, y las bondades del cine de la conversación. Las imágenes de Sang-soo no parecen concebidas desde algún tipo de simbolismo ni ofrecen mayor complejidad alegórica: están allí y punto. Los significados aparecen en los gestos de los protagonistas, sus inflexiones, y, sobre todo, sus palabras. Consecuentemente, las escenas no utilizan mayor juego de luz ni composiciones estilizadas; por el contrario, dejan entrever un estilo rústico, con imágenes no tan nítidas en el formato de cine, secuencias que uno podría filmar con su teléfono y montar fácilmente para su exhibición. 

Los efectos de este estilo son evidentes en el film. Pienso en una escena en el primer acto: los tres personajes, una vez que se conocen, deciden cenar juntos en un restaurante al aire libre, con la lluvia de fondo. La escena en el restaurante se filma en planos medios, los tres personajes en cuadro, sin cortes. La transición de una emoción a otra no es articulada artificialmente por el corte del montaje o la superposición de tomas. En la misma toma un personaje puede mostrar molestia y luego temor, luego reír, emborracharse y realizar alguna confesión. El tiempo común en el cine, fragmentado y volátil, no está presente aquí. Todo lo contrario: la cámara de Hong Sang-soo sigue un enfoque teatral, pero desde el naturalismo de la imagen, y los personajes evolucionan y se matizan por la fuerza de los actores y del texto. 

En By the Stream abundan las conversaciones in situ. Cada conversación es un locus propio de presunciones, conflictos, estrategias, acuerdos, desencuentros y posibilidades. Cada detalle tiene relevancia. La presencia del director, contrario a lo que se podría suponer, es muy intensa: al fijar la cámara y dejarla fijada, Hong Sang-soo nos indica exactamente donde tenemos que ver y por cuanto tiempo hacerlo; nos fuerza a seguir la corriente a los personajes y reconocer algo de nosotros en ellos. Aun así, debo admitir que, si la película no viniese con la firma de su autor, es posible que se mantuviese como una opción menor dentro de las propuestas del festival, incluso pasando desaparecida. Ahora bien, el film funciona como una propuesta afable y cómoda de ver, menos invasiva con su historia e igual de respetuosa con la audiencia. No podría ser diferente con un film de Hong Sang-soo.


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