[Crítica] «Manco Cápac» (2020), de Henry Vallejo

Manco Cápac es una película peruana estrenada el año 2020, dirigida por Henry Vallejo Torres, cineasta oriundo de Puno. Este es el segundo largometraje de Vallejo, comunicador social de profesión, quien es considerado uno de los pioneros del llamado “cine regional peruano”, corriente que se inició a mediados de los años 90 y que agrupa a las producciones que empezaron a realizarse en ciudades distintas a Lima, sobre todo en las regiones al sur del Perú. Estas películas se caracterizan por ser producciones de bajo presupuesto, realizadas de manera artesanal, abordando problemáticas sociales y familiares, así como relatos y mitos tradicionales propios de la cosmovisión andina. Los géneros más recurridos por este “cine regional” fueron el melodrama y el horror.

Una película de horror es justamente la que graba Henry Vallejo en el 2004, El misterio del Kharisiri, su ópera prima. Este film se basa en el mito altiplánico del mencionado kharisiri, “un degollador, especie de brujo con capacidad de transformarse en animal, que hace pactos con un espíritu maligno a quien le ofrece sacrificios humanos”. Esta descripción es tomada del libro «Las miradas múltiples», de Emilio Bustamante y Jaime Luna Victoria, el estudio más importante hecho hasta la fecha sobre el “cine regional peruano”. El misterio del Kharisiri es considerada una de las mejores películas de esta corriente.

Henry Vallejo trabaja desde sus inicios junto a sus familiares, su padre y sus hermanos, en su empresa productora, Pioneros Producciones. Siendo profesionales de ciencias e ingeniería, sus hermanos construyeron sus propios equipamientos para el proceso de rodaje. Así lo contaba Henry en una entrevista sobre la realización de El misterio del Kharisiri: “Hemos fabricado [los equipos de filmación] en mucho tiempo, haciendo prototipos, la grúa, las rieles, el dolly. Por ejemplo el steadicam lo hicimos en dos años, mi hermano César lo hizo. Él estudió Física y se encargó de ello, hizo los planos y trabajó cuatro prototipos hasta que quedó el equipo final”.

En el 2010 Vallejo inicia la escritura del guion Manco Cápac y es recién con el estímulo estatal del Ministerio de Cultura, obtenido el 2014, que empieza la producción en sí. Como en sus trabajos anteriores, aquí también contó con la ayuda de su familia: volvió a recurrir al steadicam construido por su hermano César, y sus otros hermanos se encargaron del sonido, la fotografía y la producción, mientras que su mamá los ayudó con un porcentaje final del financiamiento. Esta producción fue seleccionada para representar a Perú en los premios Oscar de 2022.

Manco Cápac se ha destacado notablemente en el panorama del cine peruano contemporáneo, celebrada por la crítica y la prensa especializada, así como por el público que tuvo la fortuna de verla, una audiencia que debería que crecer con el tiempo. La historia sigue a Elisban, un joven que llega a la ciudad de Puno desde su localidad rural, en busca de mejores oportunidades de empleo, retratando su lucha por sobrevivir en un entorno urbano que se le presentará hostil y deshumanizante.

La dirección de Henry Vallejo brilla por su autenticidad y su capacidad de captar la esencia de la vida cotidiana en Puno, logrando crear una película que, más allá de su trama sencilla, aborda temas universales como la migración interna, la pobreza y la búsqueda de dignidad. 

El film sobresale también por su realismo y su buen manejo de cada aspecto cinematográfico. La cinematografía no solo documenta la vida en Puno, sino que la celebra. Con tomas largas y contemplativas, Vallejo permite que el espectador se sumerja en el ritmo de la vida de una típica ciudad andina. Un montaje que se toma el tiempo para captar detalles y sutilezas, y el uso de la luz natural contribuyen a esta sensación de autenticidad y proximidad.

Ya la secuencia inicial de la película es notable. Vemos a Elisban dentro de un bus interprovincial, seguramente tras un largo viaje, llegando a una ciudad que se encuentra en fiesta. Está recostado en posicional fetal y la ventana del vehículo parece mostrar que lo acoge un vientre materno. El travelling lateral continúa, la música de las calles se acrecienta, la ciudad y Elisban despiertan. Es el nacimiento de nuestro personaje y el inicio de su pequeña gran odisea citadina. 

El guion está construido cuidadosamente para reflejar la cotidianidad y las luchas internas de Elisban. Su viaje, tanto físico como emocional, está marcado por encuentros y desencuentros que van construyendo una narrativa rica en simbolismos. Por ejemplo, la figura de Manco Cápac, el mítico fundador del Imperio de los incas, es evocada en una secuencia crucial de la película que es mejor no revelar, sugiriendo una conexión entre el pasado glorioso y las duras realidades del presente. 

La actuación del debutante Jesús Luque Colque es convincente y emotiva. Ofrece una interpretación contenida que resuena por su veracidad y profundidad, sobre todo si se piensa en la impresión que causa en los espectadores jóvenes, de extracción social popular, provenientes de ciudades andinas como el protagonista de nuestra historia.

Las interacciones del personaje de Luque con sus compañeros de reparto son también a destacar, tomando en cuenta que prácticamente todos son no actores. El personaje de la mujer que vende comida en un mercadillo, la única en toda la ciudad que trata con cariño y bondad al pobre Elisban, es interpretado por Gaby Huaywa, una mujer cuya única experiencia previa en el cine fue como protagonista de Antuca, destacada película realizada en 1992. Ahí hacia de sí misma, es decir de una joven que ‒al igual que Elisban‒ llegaba desde su pueblo andino a la ciudad, a Lima, buscando empleo como trabajadora del hogar.

A pesar de todas las peripecias que vive Elisban en su recorrido por las calles y plazas de esta ciudad poco acogedora, Vallejo logra mantener a su personaje lejos del patetismo o del miserabilismo al que suelen recurrir otros realizadores en historias como esta. Al contrario, Elisban logra encontrar resquicios de esperanza y de buen humor en su cotidianidad, y se agradece que el director mantenga la dignidad de su protagonista hasta la última escena.

Manco Cápac no solo es un triunfo para Henry Vallejo, sino también un hito para el cine puneño y peruano, pues es un testimonio del poder del cine para contar historias locales que resuenan universalmente. A través de la lucha de Elisban, Vallejo nos invita a reflexionar sobre la dignidad humana, la identidad cultural y las dificultades que enfrentan muchos peruanos comunes y corrientes en su vida diaria. Esta es una obra que honra la tradición del cine social realista, al tiempo que aporta una perspectiva fresca y profundamente personal.

En suma, Manco Cápac es una obra indispensable que amplía el horizonte del cine peruano del nuevo siglo. Sus logros no solo se encuentran en su ejecución técnica y artística, sino también en su capacidad para conmover y cuestionar a su audiencia. Henry Vallejo ha demostrado a lo largo de su filmografía ser una voz importante y necesaria en el panorama cinematográfico actual, y Manco Cápac se erige como una pieza fundamental de su legado artístico.

Publicado originalmente en Los Experimentos – Blog de cine.