El caso de Entre nosotros es fascinante. Por un lado, tenemos un thriller nacional bastante absurdo, en donde los protagonistas manifiestan todo el tiempo que lo que están viviendo no tiene sentido, y donde las contorsiones narrativas más exageradas no aguantan unos cuántos minutos de análisis post visionado. Pero por otro lado, tenemos una película de factura técnica sólida, donde ciertos momentos de tensión son resueltos con solvencia, que logra mantener al espectador atento durante hora y media de metraje. Esta película termina siendo una mezcla entre lo absurdo y lo intrigante; entre lo mal conceptualizado, y lo sorprendentemente bien dirigido. Verla es una experiencia en realidad entretenida, por más de que por momentos no genere las reacciones que a sus creadores les hubiese gustado.
Entre nosotros comienza in medias res, con un prólogo en el que vemos a tres jóvenes siendo arrestados por dos policías estrictos, interpretados por Ramón García y Anai Padilla (siempre geniales). Luego de eso, regresamos al pasado, en el que vemos a Catia (Alessandra Fuller, también la productora ejecutiva) y su novio español Carlos (Diego Dominguez), llegando a pasar un buen fin de semana en una casa en Santa Eulalia, a las afueras de Lima, junto a sus amigos también españoles. Está la pareja de Victoria (Rosalinda Galán) y Adrián (Adrián Pedraja), también Renzo (Alfons Nieto), un enfermero que ha llegado solo, y que toma todo de mala gana (y que se dedica a tomar cerveza desde que pone un pie en la casa).
Al inicio, todo parece estar bien: el grupo de amigos está celebrando el cumpleaños de Carlos, y se dedican a tomar, bailar y divertirse en la piscina de la casa. Pero es al día siguiente que las cosas se complican: Carlos aparece muerto en la mañana, y tanto Catia como Renzo, Victoria y Adrián están seguros que ha sido asesinado por alguno de ellos. Sin embargo, no tienen mucho tiempo para hacer conjeturas. Casi como adivinando lo que ha sucedido, el Agente Kansas (Miguel Iza) llega a la escena del crimen, y se los lleva a un lugar secreto para interrogarlos. Es ahí donde cada personaje comienza a narrar los eventos de la noche del crimen desde sus respectivas perspectivas, dejando claro que todos tienen algo que esconder, así como posibles motivos para haber matado a su supuesto amigo.
Lo mejor que se puede decir de Entre nosotros es que pertenece a un género que no es explorado con mucha frecuencia en el cine peruano: el thriller de misterio. Tal y como su nombre lo sugiere, el chiste de la película está en averiguar la identidad del asesino, quien podría ser cualquiera de los personajes principales fuera de Carlos (recordemos que la película fue inspirada de alguna manera en el popular videojuego Among Us, cuyo título se traduce literalmente como «Entre nosotros»). Y aunque el desarrollo de dicho misterio es algo enredado, no se puede negar que resulta entretenido ver a estos personajes echándose la culpa el uno al otro, descubriendo secretos, gritándose, y más.
Lo cual está bien, porque los personajes en sí son bastante odiosos, y eso evita que uno pueda conectar con ellos. Llegó un momento como a tres cuartos de película que me di cuenta que, lamentablemente, no me importaba para nada lo que les pudiera pasar simplemente porque ninguno me caía bien. Y tenemos de todo: un par de sacavuelteros, un personaje clasista, otra que se hace la inocente sin serlo necesariamente, y hasta alguien que se quiere aprovechar del dinero del resto. Obviamente no quiero incluir spoilers, así que no diré cuál es cuál; solo diré que todo el punto de la historia es que nos ponemos a seguir a un grupo de amigos que en realidad vive una amistad falsa, tóxica, que se ha desarrollado más por conveniencia que por gusto. Puede que esto tenga sentido en el contexto del filme, y hasta resulta temáticamente interesante, pero a la vez, hace que sea prácticamente imposible que uno pueda empatizar con cualquiera de estos chicos.
Hasta el final. Nuevamente, no estoy incluyendo spoilers, por lo que solo diré que el giro final de Entre nosotros me sorprendió gratamente. Es suficientemente coherente (sin llegar a carecer de algunos vacíos lógicos, por supuesto), es presentado de forma orgánica, y nos ayuda a revaluar mucho de lo que sucedió durante los primeros dos actos del filme, y la forma en que percibimos por lo menos a un par de personajes. ¿El problema? Llega demasiado tarde. Considerando que nos pasamos el ochenta por ciento del filme siguiendo a personajes antipatiquísimos, el hecho de que Entre nosotros intente generar algo de empatía por algunos de ellos durante sus últimos diez minutos es loable, pero no llega a funcionar del todo.
Lo que sí funciona, al menos hasta cierto punto, es el apartado técnico. Martín Casapía dirige la película con soltura, haciendo uso de todo tipo de recursos para generar suspenso y tomarse las cosas extremadamente en serio: cámaras lentas, planos aberrantes, personajes mirando directamente a cámara, cambios de foco, y más. Se nota que hubo intención detrás de la mayoría de sus decisiones directorales (y las del director de fotografía también), lo cual evita que se sienta como un producto amateur o mucho menos. La banda sonora, por otro lado, es todo menos sutil, pero funciona considerando el género al que Entre nosotros pertenece.
De lo que sí abusa la cinta, más bien, es de la poca distancia focal, presentando demasiados planos con fondos desenfocados, haciendo que la situación se sienta claustrofóbica, incluso cuando los personajes se supone la están pasando bien (resulta gracioso, por ejemplo, cuando Catia y Victoria comentan lo lindo que es el cuarto en el que están, y uno no lo puede ver porque está fuera de foco). Hay un par de escenas de fiesta y baile, además, que duran demasiado, tanto así que uno puede llegar a impacientarse. Y como suele pasar en este tipo de producciones, el male gaze hace acto de presencia, especialmente en dichas escenas de baile, en planos donde los personajes femeninos nos dan la espalda, y por supuesto, en la única escena de sexo que contiene el filme (la cual, además, da risa por el contexto en el que se supone está siendo narrada).
Tengo sentimientos encontrados respecto a Entre nosotros. Por un lado, no la pasé mal con la película; está dirigida de forma correcta, tiene varias ideas visuales interesantes y ambiciosas, y nuevamente, toca un género que no siempre es explorado por el cine peruano. Además, algunas de las actuaciones son sumamente convincentes —especialmente las de Rosalinda Galán como Victoria (cizañosa, carismática) y Alfons Nieto como Renzo (sospechoso, enfocado). Pero por el otro, el misterio central nunca termina de cuajar, algunas situaciones resultan francamente absurdas, la mayoría de personajes son desesperantes, y lamentablemente, Alessandra Fuller da una actuación acartonada e inverosímil. Entre nosotros es una mezcla de lo bueno, lo malo y lo fue, pero al menos no puedo decir que me haya aburrido o me haya ofendido. Si la van a ver con bajas expectativas, no la pasarán mal.
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