La vida es una, y hay que aprovecharla. Es un mensaje que hemos visto en incontables películas, pero que a mi parecer, nunca ha sido transmitido de forma de bella, melancólica y triste como en Memorias de un caracol (Memoir of a Snail, 2024). No se equivoquen; puede que el más reciente largometraje del australiano Adam Elliot luzca como una cinta animada para toda la familia, pero no podría estar más lejos de serlo. De hecho, el filme cuenta con una clasificación para mayores de 18 años, con referencias al alcohol, drogas y sexo y escenas con desnudos (de marionetas, pero igual). Esta es una película para adultos que demuestra que la animación no es únicamente para narrar historias infantiles.
Sin embargo, Memoir of a Snail no es eso, únicamente. También se trata de una de las mejores películas del año, y de las experiencias más emotivas que vayan a tener estos días. Después de todo, la película nos cuenta la historia de Grace Pudel (de adulta, con la voz de Sarah Snook, de la serie Succession), una mujer excéntrica que ha tenido una vida difícil. Al comenzar el filme, vemos cómo su mejor amiga, la anciana Pinky (Jackie Weaver) fallece, y al más puro estilo de Charles Foster Kane, le dice unas misteriosas palabras antes de dar su último aliento: “¡papas!”. Luego de eso, a través de flashbacks y haciendo uso de una narración de off, Grace nos va contando la historia de su vida; una vida llena de tragedia y arrepentimientos.
Consideren, por ejemplo, que su madre murió joven, su padre, Percy (Dominique Pinon) se convirtió en un alcohólico, y luego de la muerte de este último, ella y su hermano Gilbert (Kodi Smit-McPhee) fueron separados para vivir con familias distintas. Grace, dentro de todo, tuvo suerte —sus padres putativos (adictos a los cruceros nudistas) casi nunca estaban presentes, lo que le permitió convertirse en la mejor amiga de la ya mencionada Pinky. Pero Percy la terminó pasando muy mal, siendo parte de una familia de fanáticos religiosos, intolerantes, homofóbicos y explotadores. No obstante, como se ha dado a entender ya, Grace contó con sus propios retos, desde una existencia solitaria y de pocos amigos, hasta la sensación de que no estaba haciendo mucho con su vida.
Es así, pues, que la narrativa de Memoir of a Snail se va desarrollando como una suerte de fábula, en la que vamos conociendo más y más de la vida de Grace, dándonos cuenta de que nunca fue nadie extraordinario. De hecho, su característica más importante fue su conexión con los caracoles (de ahí viene el título del filme): no solo los coleccionaba, sino que hasta se disfrazaba de uno, usando las pelotas de malabarismo de su finado padre como los ojos de su gorra de caracol. Queda claro desde un inicio, entonces, que Grace es una persona de tendencias depresivas y baja autoestima; le cuesta hacer amigos y socializar en general, e incluso cuando parece encontrar el amor de su vida, igual termina siendo decepcionada.
No obstante, es precisamente debido a lo poco especial que es Grace, que uno logra identificarse con ella. No es una heroína valiente o alguien súper inteligente. De hecho, en un periodo de su vida particularmente depresivo, termina convirtiéndose en una acumuladora de cosas y hasta en una cleptómana, subiendo de peso y quedándose encerrada en casa. Grace tiene sueños y esperanzas —siempre le ha gustado el cine, y especialmente el stop-motion, al igual que su padre—, pero las circunstancias de la vida evitan que pueda seguirlas. La vida se le pasa rápido, y aunque conoce tanto a buena como mala gente, a la vez, está consciente de que no está haciendo todo lo que podría hacer. Como dicen hacia el final de la historia: estuvo encerrada en una jaula por años, pero curiosamente, la jaula la hizo ella misma, y nunca estuvo con llave.
De esa forma es que Grace se convierte en un personaje tridimensional, quizás similar a gente que uno pueda conocer: alguien se siempre se mete “autocabes”, incapaz de resaltar o de seguir adelante sin que alguien más la empuje. Pero a la vez, Grace también es una persona gentil y de buen corazón; alguien que ama mucho a su hermano y amó también a sus padres en su momento, y que desgraciadamente no tiene un lugar muy claro en un mundo oscuro y cruel. Sufre de bullying, no puede conseguir novio, y no parece ser capaz de escapar de sus propias ansiedades e inseguridades. Es un personaje potencialmente frustrante, que felizmente es tratado con delicadeza y comprensión por el guion de Elliot; nunca es juzgada, sino más bien explorada. Uno la entiende y le tiene compasión.
Sarah Snook da una magnífica actuación como la voz de la Grace adulta, otorgándole una personalidad triste pero bondadosa; melancólica, pero no totalmente depresiva. Además, tiene la voz perfecta para una narración en off haciendo que, nuevamente, Memoir of a Snail se sienta como una suerte de fábula, o una historia para antes de ir a dormir para adultos (ciertamente no es para niños pequeños). Y al ser una producción australiana, el filme cuenta con varios artistas notables de dicho país, como Eric Bana, Jacki Weaver, Nick Cave (sí, el cantante) o Kodi Smit-McPhee.
Fuera de lo ya mencionado, y al ser una cinta orientada a un público más maduro, Memoir of a Snail no tiene miedo de tocar temas controvertidos o serios. Está obviamente el tema de la salud mental de su protagonista, pero también desarrolla temas como la homofobia, el fanatismo religioso, la pubertad y el sexo, desórdenes mentales como la acumulación excesiva o fetiches muy específicos, y más. En cierto sentido, lo que la película pretende hacer es incluir los mismos temas y situaciones que uno encontraría como parte de la vida misma; al contarnos la historia de la vida de Grace (y de algunos personajes secundarios, como Pinky), decide incluir todos los detalles de la misma, desde lo bueno hasta lo malo y claro, lo feo.
Visualmente, la película es espectacular. El diseño de los personajes y el mundo que habitan está lleno de detalles, y se siente sucio, usado. Elliot hace un excelente trabajo de diseño de producción, por ejemplo, para contarnos qué tipo de hogar tuvo Grace en su infancia —pobre, con paredes cubiertas en papel periódico y de pocos muebles—, o las personalidades de los secundarios con los que se encuentra. La animación en stop-motion no es fluida como lo que se encontraría en una producción de la estadounidense Laika Studios, por ejemplo, pero ese es parte de su encanto; todo se siente hecho a mano, orgánico, y no necesariamente estético. Nadie en Memoir of a Snail es tradicionalmente hermoso, y ese es parte del chiste. Hay escenas, incluso, en las que uno casi hasta puede oler a los personajes; ciertamente ayuda que Grace por momentos también mencione el tipo de aromas que le hacía recordar a su padre o a su hermano, por ejemplo.
En fin; no tengo quejas sobre este filme. Lo que tenemos acá es una película animada superlativa que me hizo llorar varias veces, y que desarrolla temas complejos de forma inesperadamente madura, hasta mejor que otras películas con actores en vivo. La animación es encantadora y maneja su estilo propio, el personaje principal es creíble y está perfectamente actuado por Sarah Snook, y en general, lo que la película nos entrega es una experiencia altamente emotiva, melancólica y agridulce. Memoir of a Snail es un filme sobre el ciclo de la vida y la muerte; sobre oportunidades perdidas, arrepentimientos y relaciones humanas. Es una cinta de animación no apta para niños pequeños, y una de las mejores películas que he podido ver este 2024. Ojalá la pueda ver más gente, y espero que queden tan impactados —y emocionalmente afectados— como vuestro servidor.
Nota: Vi la película gracias a un screener cortesía de IFC Films.
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